Finalizando ayer el Ángelus, comentó el Papa Francisco que “los próximos meses nos conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el Jubileo”.
Redacción (22/01/2024, Gaudium Press) Finalizando ayer el Ángelus, comentó el Papa Francisco que “los próximos meses nos conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el Jubileo”. Y se intensificase la oración para prepararse para ese acontecimiento.
Ese Jubileo se celebra cada 25 años, y es ocasión para muchas peregrinaciones, la ceremonia de cruzar las puertas santas de las cuatro basílicas mayores que hay en la Ciudad Eterna.
El primer Papa en convocar un jubileo, fue Bonifacio VIII, en el año 1300.
En ese contexto, Francisco declaró el inicio del “Año de la Oración”:
“Por eso comenzamos hoy el Año de la oración, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo”. Anunció Francisco que el Dicasterio para la Evangelización pondrá a disposición subsidios que ayudarán a vivir este período.
Francisco había enviado Carta al pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, Mons. Rino Fisichella, hablando sobre la preparación del Jubileo:
En este tiempo de preparación, me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo. Oración, para agradecer a Dios los múltiples dones de su amor por nosotros y alabar su obra en la creación, que nos compromete a respetarla y a actuar de forma concreta y responsable para salvaguardarla. Oración como voz “de un solo corazón y una sola alma” (cf. Hch 4,32) que se traduce en ser solidarios y en compartir el pan de cada día. Oración que permite a cada hombre y mujer de este mundo dirigirse al único Dios, para expresarle lo que tienen en el secreto del corazón. Oración como vía maestra hacia la santidad, que nos lleva a vivir la contemplación en la acción. En definitiva, un año intenso de oración, en el que los corazones se puedan abrir para recibir la abundancia de la gracia, haciendo del “Padre Nuestro”, la oración que Jesús nos enseñó, el programa de vida de cada uno de sus discípulos.
Con información de Zenit
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