Reporta La Nuova Bussola Quotidiana el escándalo vivido el pasado 2 por numerosos fieles que fueron de visita a la iglesia de San Ignacio de Carpi, en Italia.
Redacción (06/03/2024, Gaudium Press) Reporta La Nuova Bussola Quotidiana el escándalo vivido desde el pasado 2 de marzo por numerosos fieles que fueron de visita a la iglesia de San Ignacio de Carpi, en Italia, al ver, a los pies del altar mayor unos cuadros de un artista local, cuadros blasfemos y obscenos de Jesús, la Virgen y la Magdalena.
Andrea Saltini, un caso más de artista promocionado por la propia Iglesia, que se dice autor de arte sacro, pero que cuando se leen sus declaraciones en entrevista, se denota que “transita entre el ateísmo, la búsqueda de la espiritualidad, la lucha con lo divino y su atracción, en una mezcla de ideas, muchas y también confuso”, según resume La Nuova Bussola.
Pues es más que factible, que este tipo de personas, que ni siquiera comparten con los católicos el tesoro de la fe, realicen obras como la de un ‘Cristo’, ese expuesto bajo el altar mayor, sobre el cual se vierte “un hombre cuyo rostro está completamente vuelto hacia las partes íntimas de Nuestro Señor”, para no entrar en más detalles que para muchos rondan el asco.
Poco después de abierta la exposición, las fotos del cuadro calificado como blasfemo recorrían las redes sociales a la velocidad del rayo y en profusión. Junto a este cuadro, la muestra era completada por otros de ese tenor, ocupando la parte central de la nave de la Iglesia.
Cuando el periodista de La Nueva Brújula fue a constatar con sus propios ojos la realidad de la muestra, se depara con explicaciones ‘conceptuales’ de la guía, quien dijo que el artista tal vez quería provocar, pero que la representación es la de Longinus “aplastando” las costillas de Jesús, algo por lo demás que nunca ocurrió durante la Pasión.
Solo por reseñar otra de las obras de arte ‘sacro’ de esa muestra, expresa La Nueva Brújula que al lado del cuadro arriba referido hay un ‘Jesús “rubio oxigenado que lleva un mono [traje de oficio, de una sola pieza] ajustado del orgullo gay mientras hay personajes desnudos que lo sostienen”. Y de ahí por delante.
Es claro, el Obispo no podía permanecer callado ante el escándalo, por lo que se esperaba con expectación su respuesta.
Pero la contestación del Obispado, a cuya cabeza está Mons. Erio Castellucci, sorprendió a muchos.
El Obispado dice que no se están apreciando bien las obras
Resumidamente, se dice que no hay “ninguna imagen blasfema en el Museo Diocesano” en la muestra del artista Saltini, la cual constituye una propuesta “cultural del diálogo entre la Iglesia y el arte contemporáneo”, dentro de un “clima del camino sinodal, también con los artistas y corriendo el riesgo que un lenguaje provocador desconcierte a alguno”.
Después de algunas expresiones enrevesadas, como que la obra de Saltini “hace referencia explícita a una narración religiosa y a una teología que no viene solo aludida”, el comunicado del Obispado expresa que las afirmaciones de blasfema o desacralizante referidas a la exposición de Saltini “además de ser irrespetuosas hacia el camino recorrido especialmente por el artista y también por los promotores, nada de esto es detectable ante una visión correcta de las obras”. Es decir, los que consideran la obra grosera, obscena o blasfema, son más bien ciegos y ellos los groseros irrespetuosos.
Pero no hay problema, el Obispado ya tiene solución para esa ceguera: “Para ello, se preparará un addendum [ayuda] como anexo al catálogo de la exposición, que presente las obras individuales desde el punto de vista del artista, ilustrando su investigación religiosa y espiritual, proporcionando los elementos culturales y personales para comprender su significado”. Además de ciegos, ignorantes son los críticos, que no han podido discernir el profundo sentido de esas obras.
Lo cierto es que el pueblo, ese analfabeto en materia artística, sigue viendo una cosa muy diferente de lo que ve el artista y el Obispado.
Ante la respuesta del Obispado, el redactor de La Nuova Bussola Quotidiana, Andrea Zambrano, se siente en la necesidad de citar algunos documentos magisteriales para intentar aportar algo de luz católica a la polémica.
Textos como el punto 6 de Inter Mirifica, donde se afirma que “El Concilio [Vaticano II] proclama que el primado del orden moral objetivo debe ser respetado absolutamente por todos” en materia de arte, de manera que la teoría estética debe ser subordinada a la ética, y si el pueblo siente herida la ética, pues esta sensación no puede ser despreciada con el truco de una ‘conceptualización’ específica.
O más explicitamente lo dicho en el punto 124 de la constitución Sacrosantum Concilium, donde afirma que “Procuren cuidadosamente los Obispos que sean excluidas de los templos y demás lugares sagrados aquellas obras artísticas que repugnen a la fe, a las costumbres y a la piedad cristiana y ofendan el sentido auténticamente religioso, ya sea por la depravación de las formas, ya sea por la insuficiencia, la mediocridad o la falsedad del arte”.
La pregunta que muchos se levantan en estos momentos, es si una perturbación tan aberrante y notoria en el sano gusto estético, no es manifestación de una delicada erosión en el plano moral. En cualquier caso, se afirma, no puede ser que ‘Iglesia seamos todos’ a la hora de pasar el cepillo, pero no a la hora de atender el escándalo de una parte considerable, probablemente mayoritaria, de los fieles, que para este caso no han podido escapar de las cadenas de la ‘ignorancia’. (CCM)
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