Sorprende la ausencia de pronunciamientos de la comunidad internacional.
Redacción (19/03/2024, Gaudium Press) Las redes sociales, con una intensidad mayor que los medios, han hecho circular los últimos tres días las imágenes de masivas protestas populares en varias ciudades cubanas, pidiendo “corriente” (energía eléctrica), alimentos y “libertad”.
Santiago de Cuba, Bayamo, Santa Marta, y poblaciones más pequeñas, han sido los principales focos de las protestas. Si se piensa que estas personas saben lo que pueden acarrearle sus manifestaciones, como prisión indefinida, entre otras, es claro que la situación de subsistencia es más que dramática.
🇨🇺📍 Cienfuegos, Cuba: pic.twitter.com/PyZMCnu3yR
— Yan Estrada (@YannisEst) March 19, 2024
De hecho, se han visto pobladores diciendo que prefieren vivir en prisión a lo que están sufriendo. Al día de hoy las protestas parecen haberse aplacado; pero el fuerte descontento permanece.
Las luces rojas ya estaban encendidas desde finales de febrero, cuando por primera vez en la Historia el gobierno cubano pidió al Programa Mundial de Alimentos de ONU ayuda: el régimen castrista no estaba consiguiendo distribuir leche a menores de 7 años. Poco después el PMA empezó a enviar la leche.
A inicios de marzo algunos medios anunciaban que “el pan, un básico de la dieta cubana, escaseará durante marzo, ha advertido el Gobierno. Al menos el que se puede conseguir con la libreta de abastecimiento (cartilla de racinamiento), una serie de productos subvencionados por el Estado”. Pero también, “otros productos de la cartilla, como el arroz, el café o el aceite, han estado experimentando faltas y retrasos de forma habitual durante los últimos meses”.
Deterioro progresivo y constante
Es claro que la situación actual de miseria no es tanto el resultado de una crisis puntual, sino la consecuencia brutal pero progresiva de décadas de deterioro:
“La infraestructura de Cuba, la que se construyó después del 59, estaba prácticamente recién construida en los 90. Pensemos en las plantas eléctricas, en las carreteras. Ahora esa situación es bastante más diferente. Las plantas eléctricas tienen 30 años más de uso, excediendo quizá ya los parámetros para los cuales estaban diseñadas. Muchas carreteras, por ejemplo, nunca han recibido mantenimiento en los últimos 30 años”, dice en la BBC Ricardo Torres, investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University en Washington.
“Entonces, la infraestructura física está en un estado mucho más lamentable ahora, más deteriorada que en los años 90. Quizás la única infraestructura que está relativamente mejor hoy es la de telecomunicaciones, pues ciertamente se ha ampliado la disponibilidad de teléfono móvil e incluso el acceso a internet”, agrega.
“Hay muchos menos centrales azucareros, mucha menos industria manufacturera, menos agricultura y ganadería, por ejemplo. Hay más hoteles y aeropuertos y algunos de ellos son más modernos que los que había en los años 80, pero el balance en términos de infraestructura no es favorable”, señala.
Torres afirma que también se ha reducido el apoyo que las personas reciben del Estado, tanto en medicamentos disponibles como en productos básicos a través de la libreta de abastecimiento: “Se han reducido al mínimo los productos que dan por la libreta de abastecimiento. Los productos no llegan a las bodegas. Y a veces cuando llegan, lo hacen con meses de retraso”, señala.
Es claro que agravan la crisis hechos de carácter externo como los efectos de la pandemia, la guerra en Ucrania que ha hecho elevar precios de fertilizantes, entre otros. Pero, como coinciden la gigantesca mayoría de analistas, la razón profunda es un modelo que “no funciona”.
“La evidencia histórica es abrumadora en términos de que esos modelos de economía centralmente planificada, sobre todo de estilo soviético, no dieron resultado en ninguno de los países en los cuales se adoptó. Fíjate que las mismas China y Vietnam, a pesar de todavía tener partidos comunistas en el poder, ya hace más de tres décadas que aceptaron que ese modelo no era funcional y lo abandonaron”, apunta Torres.
Y mientras el gobierno repite el disco rayado de que todo es culpa del “imperio” norteamericano, o del cambio climático ocasionado por el consumo de los países ricos, o de cualquier excusa a la mano, la situación ya no da para largas.
“No hay pan, no hay leche. No tenemos corriente. Los niños no van al colegio porque no desayunan y, cuando van, caminan hasta tres kilómetros porque no hay transporte…”, dice a EFE Catalina, de 35 años, desde la ciudad de Santa Marta.
Por ahora se informa que el gobierno ha enviado arroz y leche a los lugares donde más escasean los alimentos y donde más se percibe la tensión. Pero es cierto que estas medidas no pasan de paños de agua tibia ante un problema estructural.
Algunos analistas afirman que el régimen castrista se encuentra en una situación muy difícil. Si optan por la represión brutal, como ya han hecho en ocasiones anteriores, la reacción internacional puede ser mayor que antiguamente. Si optan por una represión mitigada y puntual, las manifestaciones pueden aumentar.
Sí sorprende que hasta el momento, la única manifestación internacional visible de solidaridad con el pueblo cubano haya sido la tímida del gobierno americano, que dijo a través del portavoz del departamento de Estado, Vedant Patel, que “Estados Unidos no está detrás de las protestas en Cuba” y que los protestantes “reclamaban electricidad, alimentos y libertades fundamentales. Creo que lo que estamos viendo es reflejo de la grave situación en la isla”. (CCM)
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