viernes, 27 de diciembre de 2024
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¿Quién fue el padre de San José?

Encontramos en el Evangelio de Lucas que San José era hijo de Helí; y, en el de Mateo, que Jacob engendró a José… ¿Quién, entonces, es el padre del esposo de María: Jacob o Helí?

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Redacción (20/03/2024 13:40, Gaudium Press) “Jacob engendró a José, marido de María, de quien nació Jesús, llamado el Cristo” (Mt 1,16). Según la antigua ley, se consideraba que la ascendencia oficial de un niño era la del lado paterno. Así, correspondió a San José transmitir la realeza davídica a Jesús.

Ahora bien, parece constar en los Evangelios que San José era hijo de padres diferentes, pues San Mateo alude que José era hijo de Jacob, y San Lucas afirma que era hijo de Helí (cf. Lc 3,23).

¿Habría contradicción entre los evangelistas? ¿O quién tiene razón, Lucas o Mateo?

De hecho, san Lucas narra la genealogía de Jesús de manera ascendente: “Cuando Jesús comenzó su ministerio, tenía cerca de treinta años, y era tenido por hijo de José, hijo de Helí, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melquí, hijo de Janai, hijo de José” (Lucas 3, 23-24). Por tanto, de antepasado en antepasado, pasando por Natán –hijo de David– hasta llegar a Adán, nuestro primer padre.

San Mateo, a su vez, comienza su Evangelio dando la genealogía de Cristo desde Abraham y pasando, de descendencia en descendencia, hasta San José, pero a partir del rey David las genealogías se vuelven distintas, pues Mateo afirma que el hijo de David ancestro del Mesías es Salomón (cf. Mt 1,6), pero san Lucas afirma que es Natán (cf. Lc 3, 31).

Entonces, ¿cómo resolver la aparente contradicción?

Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica (III pars, q. 31, a. 3), resolverá el problema: en primer lugar, el Doctor Angélico niega cada una de las objeciones planteadas en relación a la supuesta incoherencia de las Escrituras, basándose en la 2ª epístola de San Pablo, que dice “que toda Escritura es inspirada por Dios. Por eso los evangelistas describen la genealogía de Cristo de manera conveniente”[1].

Sin embargo, esto no resuelve el problema, por lo que Tomás de Aquino continúa: “Hay que decir que hay varias maneras de responder a esta pregunta planteada por Juliano el Apóstata. Algunos, como Gregorio Nacianceno, dicen que los nombrados por ambos evangelistas son los mismos, con nombres diferentes, como si tuvieran dos nombres. Pero esto no puede sostenerse, porque Mateo afirma que Salomón es hijo de David y Lucas otro, Natán. Ahora, se dice en el libro de Reyes que eran hermanos.

“Por eso otros afirmaban que Mateo transmitía la verdadera genealogía de Cristo, mientras que la de Lucas sería la genealogía legal, pues comienza diciendo: “Era hijo, como se creía, de José”. De hecho, algunos judíos creían que debido a los pecados de los reyes de Judá, Cristo no podía nacer de David a través de la línea de reyes, sino a través de otra estirpe de hombres particulares.

“Algunos incluso decían que Mateo enumeró a los padres según la carne, mientras que Lucas a los padres espirituales, es decir, los justos, llamados padres por su semejanza en la honestidad.

“Por esto –continúa Santo Tomás– no se debe entender que Lucas hace a José hijo de Helí; sino que Helí y José descendían, en la época de Cristo, de David por líneas diferentes. Por eso se dice que Cristo ‘era, como se creía, hijo de José, y que también era hijo de Helí’, como diciendo que Cristo, por el hecho de llamarse hijo de José, puede ser llamado hijo de Helí y todos los que descienden del linaje de David, como afirma el Apóstol en la Carta a los Romanos: ‘Es de ellos, es decir, de los judíos, que desciende Cristo según la carne’”. [2]

Si esta aclaración de Santo Tomás no fuera suficiente, también respaldará la posición de San Agustín, quien propone una triple solución:

“Hay tres soluciones, pero el evangelista siguió una de ellas:

1- o uno de ellos mencionó al padre que engendró a José, mientras que el otro mencionó al abuelo materno o a uno de los antepasados ​​más antiguos;

2- uno era el padre natural de José y el otro su padre adoptivo;

3- o incluso, según las costumbres judías, cuando un hombre moría sin dejar hijos, el pariente más cercano se casaba con la mujer, y el hijo que engendraba era considerado hijo del muerto. Lo cual, como afirma el propio Agustín, es una especie de adopción legal”. [3]

Luego, afirma Santo Tomás, “esta última solución [dada por Agustín] es más correcta. Fue propuesta por Jerónimo y Eusebio de Cesarea afirma que la recibió del historiador Julio Africano. Dicen, en efecto, que Natán y Melquí, en épocas diferentes, y de la misma y única esposa llamada Estha, engendraron un hijo cada uno. Natán, descendiente de David de la prole de Salomón, fue el primero en tenerla por esposa; murió dejando un único hijo, llamado Jacob. Después de su muerte, como la ley no impedía que la viuda se casara con otro hombre, Melquí, un descendiente de Natán, que era de la misma tribu, pero no del mismo linaje, se casó con la viuda, y de ella tuvo un hijo llamado Helí.

“Y así, nacidos de padres diferentes, Jacob y Helí resultaron ser hermanos uterinos. Uno de ellos, Jacob, habiendo muerto su hermano Helí sin dejar hijos y conforme a la ley, se casó con la mujer de su hermano y tuvo de ella a José. Este, según la naturaleza, era hijo de Jacob, pero según la disposición de la ley, se tornó hijo de Helí. Por eso Mateo dice que “Jacob engendró a José”, mientras que Lucas, que relata la generación legal, no dice que Jacob haya engendrado algún hijo.

“Y aunque el Damasceno dice que la Santísima Virgen María, como descendiente de Melquí, estaba emparentada con José por el linaje de Helí, padre de José, hay que creer que la Virgen era, de algún modo, del linaje de Salomón, por algunos de los antepasados ​​enumerados por Mateo, que presenta la genealogía de Cristo según la carne; sobre todo, porque, según Ambrosio, Cristo descendía del linaje de Jeconías”[4].

Dicho esto, San José era, desde este punto de vista, hijo de dos padres: uno según la carne, Jacob; y otro según la ley, Helí.

Por Jean Pedro Galdino

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[1] TOMÁS DE AQUINO. Suma teológica. 2. ed. São Paulo: Loyola, 2009. 8 v. III, q. 31, a. 3, co.

[2] TOMÁS DE AQUINO. Suma teológica. 2. ed. São Paulo: Loyola, 2009. 8 v. III, q. 31, a. 3, co.

[3] AGUSTÍN DE HIPONA. In: Suma teológica. 2. ed. São Paulo: Loyola, 2009. 8 v. III, q. 31, a. 3, co.

[4] Cf. S. Th., III, q. 31, a. 3, ad 2.

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