De constitución hasta frágil, su cuerpo velaba su resistencia, su sabiduría, su grandeza.
Redacción (02/05/2024, Gaudium Press) San Atanasio, uno de los hombres de Iglesia cuya altura alcanzó lo gigante. Es Padre y Doctor de la Iglesia.
Nació en el año 295, en la ciudad de Alejandría, de padres probablemente no cristianos y de lengua griega. Consta que recibió una sólida educación de base, iniciándose inclusive en la filosofía. Se estima que se convirtió relativamente joven al cristianismo, pues se sabe que a los 17 años fue escogido por el obispo Alejandro para ocupar el cargo de lector.
En el año 318, con 23 años es ordenado diácono y se torna secretario episcopal. Continuaba con sus estudios, particularmente de Sagrada Escritura.
Alejandría era azotada entonces por la herejía arriana, que afirmaba que el Hijo (Nuestro Señor Jesucristo) no existía antes de haber nacido de María, negando pues que Jesucristo en cuanto Verbo fuera co-eterno con el Padre. Negaba así la divinidad de Jesús. San Atanasio se unió a su obispo en la lucha contra esta herejía.
Debido a la expansión de esta herejía, el emperador Constantino, temiendo una grieta eminente de su imperio, convocó el Concilio de Nicea (325), para solucionar tales disputas. Fue hacia ese encuentro, acompañando a su obispo, el diácono-secretario Atanasio. Por las vías de la Providencia, vemos entonces que entra en escena en este concilio, en medio de los obispos que tenían la primacía de la palabra, un simple diácono que comienza a ser temido por los adversarios de la fe. Nos dice San Gregorio Nacianceno sobre la participación de Atanasio: “En Nicea, los arrianos observan al valeroso campeón de la Verdad: de estatura baja, casi frágil, pero de postura firme y de cabeza levantada. Cuando se levanta, como que se siente pasar una ola de odio a través de él. La mayoría de la asamblea mira con orgullo a aquel que es el intérprete de su pensamiento”. Al final, fue aprobada una fórmula de fe, que pasó a llamarse “Credo de Nicea”. Arrio fue exiliado…
Su obispo lo señala como sucesor
El 17 de abril de 328, estando listo para entregar su alma a Dios, el obispo Alejandro de Alejandría llevando en consideración las virtudes de su secretario, lo indica para sucederle. Así ocurrió a pesar de la oposición de arrianos y melecianos.
Viene entonces un período muy conturbado: los 46 años de episcopado de Atanasio (328-373), época en que nuestro Santo pudo mostrar todo su celo por la fe, en la que luchó contra Arrio y sus correligionarios, contra los melecianos cismáticos, contra el propio emperador Constantino, y a veces, contra ciertos defensores torcidos e intransigentes del Símbolo de Nicea. Todos los que de él intentaron librarse fracasaron… vencieron su firmeza e intransigencia.
Consta que este defensor de la fe fue exiliado cinco veces. De los cuarenta y cinco años que duró su ministerio episcopal, en la sede de Alejandría, San Atanasio estuvo diecisiete años en el exilio, debido a las fluctuaciones políticas y a los incesantes ataques de los herejes, a los cuales su resistencia irritaba…
Sus exilios
La primera que se vio forzado a partir de su sede, fue por decreto del emperador Constantino, que lo exilió a la ciudad de Tréveris, después de que este quedó disgustado por Atanasio haberse recusado a recibir a Arrio en la comunión de la Iglesia.
Habiendo fallecido el emperador (337) San Atanasio vuelve a ocupar nuevamente su sede episcopal, pero en el año 339 un sínodo en Antioquia, por instigación del Obispo Eusebio de Nicomedia, lo depone nuevamente. Siendo así, le restó solo buscar refugio junto al Papa Julio I, en Roma.
Muerto el obispo intruso Gregorio (343), hay un nuevo regreso de Atanasio, con la autorización del Emperador Constancio. Sin embargo, otro sínodo en Milán lo declara una vez más depuesto, ocasionando su partida junto a los monjes del desierto egipcio, de los cuales ya era conocido.
Su cuarto exilio se da por ocasión de la medida del emperador Juliano, el Apóstata, que juzgando perjudicar a la Iglesia re-entroniza obispos depuestos (que él juzgaba ser malos). Pero habiendo vuelto a su sede San Atanasio continúa luchando por la unión de los cristianos, lo que desagrada al emperador que a su vez quería verlos en discordia… y expulsa a Atanasio “como perturbador de la paz y enemigo de los dioses.”
Por último… San Atanasio retorna a Alejandría, habiendo Juliano fallecido en el año 363. Mientras tanto, bajo el nuevo emperador Valente, tuvo nuevamente que dejar su sede, retirándose a una casa de campo en las cercanías de Alejandría, permaneciendo allí apenas cuatro meses, pues el pueblo fiel, descontento con la actitud del soberano, amenaza con un motín, lo que obliga a las autoridades civiles a permitir la vuelta del verdadero obispo de Alejandría. San Atanasio allá permanece, en fin hasta su santa muerte en el año 373.
Escritos
A pesar de llevar una vida de “peregrino” de exilio en exilio, las vicisitudes ininterrumpidas no le impidieron ser un proficuo escritor. Su producción literaria es amplia, abarca géneros apologéticos, históricos, exegéticos, homiléticos y epistolares.
La mayoría de sus obras está relacionada con la defensa del Credo de Nicea, o sea de la ‘consubstancialidad’, o sea de la divinidad del Verbo.
El pertenecía a los grandes doctores Capadocios, herederos de la tradición de Orígenes, elaborando una teología de la Trinidad, particularmente determinando el sentido de algunas fórmulas (persona o hipóstasis, sustancia; una sustancia en tres hipóstasis).
En fin, tenemos aquí una vida de luz, de lucha, de enseñanza, de combate en defensa de la fe, una vida enm la que Dios manifestó su grandeza y poder.
Inclusive se dice que en cierto momento, él sostuvo la Iglesia.
Eso es Dios, que puede permitir las aflicciones de su Esposa mística, pero que siempre la sostendrá, aunque sea sobre los pies de un gigante.
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