domingo, 22 de diciembre de 2024
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El Movistar Arena en Bogotá fue una Escalera al Cielo, en el Concierto de los Heraldos

12.000 almas abarrotaron el centro de eventos, en el homenaje a la Madre de las madres. Asistió el Nuncio.

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Bogotá (02/05/2024, Gaudium Press) Aunque sí lo era, no era anoche solo el Movistar Arena, en Bogotá; ni siquiera se había transformado en mera Catedral’: era una Escalera de Jacob, por donde bajaban y subían los ángeles, los de la guarda de los más de 12.000 asistentes y más, al son de las músicas, de los cortejos y los séquitos, de las sentidas y bellas meditaciones, del mover de las banderitas y el batir de los aplausos y las aclamaciones del respetable.

Realmente fue intensa la presencia sobrenatural; ella se palpaba, se recogía con las manos.

El público, que abarrotaba la platea y graderías del Movistar Arena, en el gran Concierto del Coro y Banda Internacional de los Heraldos del Evangelio (Caballeros de la Virgen), rindió ahí un fervoroso homenaje a la Madre de las madres, la Virgen, el primer día de mayo, homenaje extensivo a todas las madres de Colombia.

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Aunque el Concierto iniciaba a las 4 de la tarde, media hora antes ya el Movistar estaba a reventar; entonces, dos sacerdotes Heraldos iniciaron el rezo de los misterios gloriosos del Rosario, solo que cada decena de Ave Marías era introducida por una corta meditación y una interpretación musical del coro y banda sinfónica del ramo femenino de los Heraldos, dirigidas por la Hna. María del Pilar Perezcanto: Flor del Carmelo, Santa Juana de Arco, Acuérdate Santa Juana, fueron algunas de las piezas interpretadas por las finas voces, que iban calentando un auditorio que en determinado momento no se contuvo para aplaudirlas. La Salve Rociera sevillana, ya arrancó algunas lágrimas.

Pero fueron pasando los minutos, sin darnos cuenta, y cuando el puntero del reloj traspasó las 4 de la tarde, vino el momento de la entrada –en cortejo, por el corredor central– de los Caballeros, instrumentistas y cantores, y de la Imagen del Corazón de María de Fátima, portada en andas por hermanas de la Orden segunda de los Heraldos del Evangelio.

Después del curso de esta vida, la entrada de María Santísima en el Cielo fue gozosa, triunfante y solemne…”, anunciaron solemnes los proclamadores en el escenario. Lo que ocurriría a continuación sería la memoria de ese arribo majestuoso de la Virgen al Reino Celestial.

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Foto: Jesse Arce

Entonces miradas y reflectores se dirigen al inicio del corredor central, por donde entraría una corona sobre un cojín de terciopelo carmesí: había llegado la hora de la coronación de la Virgen, al son de trompetas y proclamas, de cantores que recordaban que Ella en Fátima-Portugal anunció un “premio” y realizó una “advertencia”. Pero esta tarde Ella sería la Reina, reconocida, coronada, digna en el altar que se le había destinado al centro del escenario, pero también en el altar de los corazones de los presentes, que querían y anunciaban que Ella por derecho propio sí era la Reina de Colombia.

Tras el saludo a las autoridades eclesiásticas presentes –el Nuncio de Su Santidad, Mons. Paolo Rudelli, y los Obispos de Zipaquirá y Fontibón–, además de autoridades civiles y militares, inició el concierto con interpretaciones gregorianas, Christus resurgens, un Ave Maria, y el Alleluia Virga Iesse, para continuar con melodías polifónicas de autores cumbres de esa música, Pierluigi da Palestrina y Tomás Luis de Victoria.

Después de cada interpretación la salva de palmas iba in crescendo. Pero nadie esperaba que después de la solemnidad dulce y sacral del polifónico, vendría un rugir de percusiones

Los redobles

A la Virgen también se le puede honrar con los tambores”, anuncia el presentador.

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Foto: Jesse Arce

Las luces se apagan y los focos se dirigen a un grupo de ocho Heraldos que ya tocaban sus redobles mientras recorrían el corredor central rumbo al escenario. Al llegar ahí, no fue solo el batir de la piel de tambores y el clarín de los platillos, sino las diferentes figuras realizadas por los instrumentistas con las baquetas, las que arrancaron sonrisas, exclamaciones y aplausos de una gente ya conquistada.

La última parte fue la sinfónica, donde coro e instrumentos entonaron el Ave Maria de Schubert y los dos trechos más famosos del Mesías de Händel, el Hallelujah y el Worthy is the Lamb, pues Digno es el Cordero símbolo de Jesucristo, Víctima, Redentor y Altar.

El concierto concluyó con una marcha del corazón de los marianos del país, con sabor a consagración, el Reina de Colombia, tras la que los músicos Heraldos partieron del escenario acompañados por las notas del Himno Pontificio de Charles Gounod, con una letra adaptada por los Heraldos del Evangelio

Palabras del Nuncio

Sin embargo la jornada no podía terminar sin la bendición y cortas palabras del Nuncio, que invitó a seguir el ejemplo de una Virgen que nos lleva siempre a Jesús. Elogió el Nuncio el Concierto, felicitó a los Heraldos y aprovechó para recordar la Jornada de Oración y Reconciliación que los obispos de Colombia convocaron para el día 3 de mayo en todas las parroquias del país, pidiendo la paz de Cristo: “Les voy a dar la bendición del Señor, y por favor, que la lleven a todas sus familias, parroquias y a sus comunidades. El Señor esté con ustedes…”.

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Foto: Jesse Arce

No nos queríamos ir.

Habíamos vivido un tiempo en el Cielo, y es Cielo es delicioso… Pero la gira apenas inicia.

La gente permanecía en los pasillos, conversaba en la platea, revoloteaba en las afueras del Movistar.

Fue un concierto en el cual pudimos consagrarnos a la Santísima Virgen María y también pudimos entonar alabanzas, cánticos al Señor por medio de la Virgen. Ha sido una experiencia muy bella, muy espiritual, que ha elevado también todos nuestros corazones”, dijo el P. Mauricio Fontalvo, formador en el Seminario Mayor de Bogotá.

Primero, le damos gracias a Dios, pues el evento totalmente lleno, la boletería agotada. Segundo, un encuentro para darnos cuenta que en medio de la armonía, del amor, de la paz, se disfruta”, afirmó una religiosa de las Misioneras de Cristo Maestro.

El propio director del Coro y Banda Sinfónica, el P. Ochipinti, salió conmovido: “el pueblo colombiano es un pueblo consagrado a la Virgen. Y nosotros no hicimos sino exteriorizar eso que ya está en los corazones de todos. Para nosotros fue una alegría muy grande poder encontrar en estos corazones colombianos ese fuerte amor a la Santísima Virgen”.

Aún es posible encontrarse con el Coro y Banda Sinfónica Internacional

El Coro y Banda Sinfónica Internacional de los Heraldos se dirige ahora a Armenia, Cali, estarán en Medellín el 9 de mayo, Barranquilla, Santa Marta, para terminar nuevamente en Bogotá, donde celebrará el Día de las Madres en la iglesia de los Heraldos en Tocancipá, el 12 de mayo, y honrará a la Virgen de Fátima, el 13 de mayo.

Aún hay tiempo, pues, para atenuar las que ya son añoranzas. (Carlos Abreu / Enviado especial)

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