Antes de la Pascua del calendario juliano, Mons. Vasyl Tuchapets habló con Radio Vaticano. Testimonio invaluable.
Redacción (07/05/2024, Gaudium Press) El Domingo pasado la Iglesia Católica de rito griego celebró la Pascua, de acuerdo al calendario Juliano. El calendario Juliano, llamado así por haber sido introducido por Julio César al inicio de la era cristiana, vigoró en el Imperio Romano y sus descendientes hasta que fue reemplazado por el calendario gregoriano, llamado así por ser promulgado en 1582 por el Papa Gregorio XIII.
El calendario juliano no es seguido por ningún régimen civil en nuestros días, pero sí por las Iglesias Católicas de Oriente, entre ellas la Iglesia greco-católica ucraniana, sumida en la asistencia a un pueblo invadido y sufriente.
“La presencia de la Iglesia, de los sacerdotes, de los religiosos junto a la gente en estos momentos difíciles es muy importante”, dice el Exarca greco-católico de Járkiv, Mons. Vasyl Tuchapets, en entrevista a Radio Vaticana antes de Pascua. Járkiv, o Kharkiv, ciudad al noroeste de Ucrania, la metrópoli grande más cerca de los frentes de batalla, que está recibiendo muchos desplazados venidos justamente de los lugares de conflicto.
“El jueves pasado, día en que distribuimos ayuda humanitaria, hablé con un hombre que venía de Vovchansk [a 5 km de la frontera rusa] y nos mostró fotos de lo que quedaba de su casa bombardeada, nada más que un montón de ladrillos. El hombre vino pidiendo ropa, sábanas, comida y zapatos porque no tiene prácticamente nada”, cuenta el Obispo de Járkiv.
Tres años de guerra, que ocasionan una pesada carga
Al mismo tiempo que los representantes de la Iglesia sienten el deber del pastor, esto no significa que sus hombros no se doblen con la pesada carga:
“A los representantes de la Iglesia nos resulta cada vez más difícil apoyar y animar a la gente, porque ya estamos en el tercer año de la guerra a gran escala. Y todo esto nos afecta también a nosotros: somos personas normales y sentimos esta carga como todo nuestro pueblo. Pero, al mismo tiempo, me doy cuenta de lo importante que es que la Iglesia esté presente aquí, que siga ayudando en la medida de lo posible”, dice Mons. Tuchapets.
Los jueves, el patio de la Catedral de Járkiv se llena de personas pidiendo ayuda. Pero para esta gente, el Exarcado cada vez recibe menos asistencia.
“Seguimos dándoles todo lo que tenemos. Prácticamente, solo recibimos ayuda de Italia: de la parroquia ucraniana de Santa Sofía en Roma, del limosnero apostólico, el cardenal Krajewski, de la Cáritas del Exarcado para los católicos ucranianos de rito bizantino en Italia y también de la diócesis latina de Como. Y a todos ellos les estamos muy agradecidos por ello”.
Járkiv es también teatro de operaciones. Hace unos días dos cohetes cayeron cerca de un hospital. “Sentimos la tensión, oímos sirenas y bombardeos todo el tiempo. Algunas personas se han marchado, sobre todo las que tienen niños, pero no es un fenómeno masivo. Al contrario, muchos han vuelto del extranjero porque dicen que en casa se está mejor”, afirma el Prelado.
Se puede estar mejor, pero eso no es estar bien, la gente necesita todo tipo de apoyo, también por supuesto el espiritual: “Nuestros vecinos dicen que cuando hay un sacerdote se sienten más tranquilos. Aunque para nosotros –continúa – cada vez es más difícil apoyar y animar a la gente”.
Hace poco les dieron a las personas dulces típicos de Pascua, venidos de Italia, que recibieron con bastante alegría:
La Iglesia debe estar siempre de puertas abiertas, ofreciendo algo
“Hace falta muy poco para animarles. Lo más importante es mostrar compasión por los demás, porque aquí la población está muy estresada, a menudo nos preguntan cuándo acabará esto. Por eso, siempre mantenemos abiertas las puertas de nuestra iglesia, para que la gente pueda venir, hacer preguntas, pedir ayuda. Y la Iglesia debe estar preparada, tener algo que ofrecerles”.
En Járkiv la labor de la Iglesia es también misional, pues durante el dominio soviético se interrumpió la trasmisión de la fe, por lo que una de las principales labores es la de catequesis. Sin embargo, una tradición que subsistió es la de la Pascua, la gente va a la iglesia por Pascua.
“Lo importante, dice, es que la Iglesia continúe su misión, siga haciendo gestos de humanidad, porque esto hace que la población se acerque a la Iglesia”.
“En esta situación de guerra, sufrimiento y dolor, tenemos la fiesta de la Resurrección de Cristo que nos da esperanza, nos da la luz que atraviesa esta oscuridad. Cristo sufrió, pero ha resucitado y nos da la alegría de la resurrección. Deseo que cada uno de nosotros, incluso en este tiempo difícil de guerra, experimente esta alegría del encuentro con Cristo vivo y resucitado y comparta esta alegría, este amor y esta misericordia con los demás”, concluye el Obispo.
Con información de Vatican News.
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