En reciente encuentro el Cardenal Parolin habló del “después de Francisco”.
Redacción (08/05/2024, Gaudium Press) Siempre son importantes las buenas maneras, que entre mil disposiciones exigen, ciertamente, no adelantarse a los acontecimientos. Pero si hasta el Cardenal Parolin, en expresión de La Croix, comienza a hablar del “después de Francisco…”, es porque el asunto ya alcanza niveles de necesidad.
Era el lanzamiento el pasado 25 de abril, de Las Cinco Cuestiones que agitan a la Iglesia, del periodista de la RAI Ignazio Ingrao, en el magno e histórico Palacio del Collegio Romano hoy sede del ministerio de la cultura en Italia.
Estaba, según Loup Besmond de Senneville, “tout le petit monde du Vatican”, el mundo selecto del Vaticano, desde el decano y afilado Cardenal Re, hasta el promotor de justicia Alessandro Diddi, pasando por el Obispo Fisichella, con el título de organizador del gran jubileo del próximo año. Embajadores, destacados miembros de dicasterios, de comunidades religiosas, lo que dijera entre murmullos la feligresía parecía tanto o más importante que lo lanzado por los expositores.
Sin embargo, no nos engañemos, sí había un punto focal al que todos miraban, porque en sus ojos y expresiones querían encontrar claves de futuro, en la línea del título del libro de Ingrao. Era el Cardenal Secretario de Estado Parolin, que en su exposición buscó responder la pregunta que muchos se hacían, se hacen y se seguirán haciendo: “¿Qué será de las reformas emprendidas por el Papa Francisco?”. Así enunció el purpurado su exposición, coincidiendo con uno de los capítulos del libro del periodista de la RAI.
Cuando a finales de abril ocurrió la exposición del purpurado, los medios se apresuraron a noticiar el mensaje de ‘las reformas continuarán’, ciertamente queriendo responder la fuerte reacción que intervenciones tipo Fiducia Supplicans han suscitado. Pero de hecho, alto diplomático que es, sus expresiones fueron más matizadas, propias al lenguaje al que nos tiene acostumbrados, y cuidadosas en estos tiempos de borrascas y hasta tempestades internas.
La Iglesia es “sin cesar en vías de reformarse” y depende del “Espíritu Santo” estableció de inicio el Cardenal.
“El discernimiento, que no es una simple intuición, sino fruto de una oración continua en el Espíritu, indicará, con el tiempo, a quien sabe ser paciente, cómo proceder”, explicó. Es cierto que concluyó: “No puede haber vuelta atrás”. Pero bien, lo primero es el ‘Espíritu’, que es el dueño de la Barca y al que hay que escuchar. Ver lo que quiere el Divino Espíritu, que constantemente nos sorprende.
Dice el corresponsal de La Croix en Roma, sin mucho freno, que la razón aunque no la única, de la “impresionante” asistencia al lanzamiento de Cinque Domande che agitano la Chiesa es que el nombre del Cardenal Parolin “es aquel que figura en lo alto de muchas listas de papables circulando por Roma”.
Continúa Besmond de Senneville con las razones con sabor de panegírico: “el diplomata de carrera es visto muchos como un hombre calmo, capaz de abajar la presión en la Iglesia después de un pontificado marcado por las reformas”. Entonces reformas sí, pero con calma, y en el ‘Espíritu’.
Y aporta chismes, esos que frecuentemente mienten, pero que a veces traen el néctar de la cuestión: “Parolin hace un poco de campaña y el Papa lo sabe, comenta sonriente un Cardenal, próximo de Francisco. A veces le desliza pequeños comentarios, en público, para hacérselo saber”, dice ese Cardenal.
Pero siempre las maneras, las buenas formas, más con un Papa que ha recalcado que va hasta la muerte, y que además marca numerosos y esforzados viajes para los días que vienen, garantizando actividad. Pero la naturaleza es la que es, y, por los menos en los medios, las ‘campañas’ parecen haber iniciado.
Veremos qué dice el ‘Espíritu’.
Por Carlos Castro
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