sábado, 23 de noviembre de 2024
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Los desastrosos números de la Iglesia alemana, la del ‘Camino Sinodal’

Pero esta realidad no desvía del rumbo a los adalides del llamado Camino Sinodal alemán.

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Mons. Bätzing

Redacción (02/07/2024, Gaudium Press) No es mucho lo que tiene para mostrar la Iglesia alemana, más bien muy poco y hasta podría caber la vergüenza, si nos atenemos a las cifras de lo que ya numerosos consideran una debacle. Y todo bajo la capa encubridora del llamado Camino Sinodal alemán, aunque bien es cierto que la crisis venía de antes, que una presa primero se erosiona por dentro antes de estallarse.

Estas son las deserciones –oficiales, porque allá tienen que hacerse de forma protocolaria, incluyendo la cancelación de una tasa de 35 euros, para al final no seguir pagando el impuesto eclesiástico– de los últimos años en la Iglesia alemana: año 2019: 272.771; 2020: 221.390: 2021; 359.338; 2022: 522.821; 2023: 402.494 personas, para un trágico total en los últimos años de 1.779.014 ex-católicos.

Pero la debacle en el número de fieles, va acompañada con otras caídas.

En el año 2022 había 11.987 sacerdotes en Alemania, en el 2023 ya eran 11.702. El año pasado se ordenaron 38 sacerdotes, mientras que en el 2022 se habían ordenado 45, números muy bajos para una población católica que aún representa un 24% ciento de la población total. Hubo diócesis como las de Würzburg y Bamberg, ubicadas en la aún católica Baviera, en las que el año pasado no se ordenó ningún sacerdote.

Los sacramentos también están en caída acelerada. En el 2023 hubo 131.245 bautismos, mientras que en el 2022 fueron 155.173. El sacramento de la confirmación fue impartido a 105.942 personas en el 2023, mientras que 110.942 fueron crismados en el 2022.

Sí hubo un aumento en la asistencia a misa de los que se dicen católicos: del 5,7% del 2022 se pasó al 6,2% del 2023. Pero esta creciente no apaga el conjunto de los datos catastróficos.

Sin embargo para el presidente del episcopado alemán, el cuestionado Mons. Georg Bätzing, no hay ocasión de hacer un examen de conciencia propio, sino que se reafirma en la deriva del camino sinodal asumido. Lo ocurrido en Alemania es “una crisis global”, afirma (solo que Austria, vecina y con cuatro veces menos católicos ordenó un número cercano de presbíteros en el 2023. Ni siquiera se aplica aquí el de ‘consuelo de muchos…’). ¿Cuestionarse sobre las derivas heterodoxas del Camino Sinodal? De ninguna manera; se continuará con “las reformas”, aunque ellas “solas no resolverán la crisis de la Iglesia, pero la crisis empeorará sin reformas. Y es por esto que el cambio es necesario”. Es como un no suspender el arsénico almendrado, porque aunque se esté muriendo, se debemos seguir con el arsénico. Dios tenga piedad de los fieles en Alemania.

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