viernes, 22 de noviembre de 2024
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La historia de los 5 primeros sábados, pedidos por la Virgen de Fátima

No pocas devociones han surgido en la Iglesia por medio de la piedad popular e inspiradas por el Espíritu Santo para nuestra Santificación. Pero pocas han sido dictadas e imploradas por medio de apariciones portentosas para nuestro bien. En Fátima se dio una de estas.

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Redacción (03/07/2024, Gaudium Press) Desde 1917 las apariciones de Fátima no han dejado de establecer en el mundo un sinfín de emociones, perplejidades y misterios. Siempre acompañadas de gracias, bendiciones y portentosos milagros. Los embajadores celestiales, el Ángel de Portugal y la propia Madre de Dios –que nos trae a su Sagrada Familia en la aparición de octubre– entregándonos varias advertencias, amonestaciones e incentivos de piedad mariana.

El objetivo de este artículo es resaltar un punto de los avisos recibidos en dichas manifestaciones celestes que muchas veces pasa desapercibido, no por su poca importancia exactamente, sino porque lo que más llama la atención en la mente humana son los castigos y catástrofes que anunciados en Cova da Iría. Infelizmente tendemos a olvidar las soluciones que nos da la misma Virgen de las vírgenes, y más que unas soluciones, es el levantar de horizontes que muchas veces se encuentran nublados por las agitaciones del mundo moderno.

Devoción aclamada por el cielo en Fátima

Como sabemos, la Santísima Virgen hace su primera aparición el día 13 de mayo de 1917, repitiendo ésta cada 13 de mes hasta octubre, con excepción de agosto que, por motivos del secuestro de los pastorcitos, se aparece el día 19 del mismo mes. Lo que es poco sabido es que la Virgen se aparece nuevamente años más tarde en 1925 a Lucía, que ya revestía el hábito de las hermanas de Santa Dorotea, o como se conocen comúnmente, las hermanas doroteas.

En efecto, nuestra Santísima Madre, en el momento que revela a los pastorcitos el tan famoso y enigmático secreto de Fátima, en el cual nos dice que para impedir las catástrofes señaladas pedirá lo siguiente:

Vendré a pedir la (…) Comunión reparadora de los Primeros Sábados”

Pedido que viene del cielo y que para nosotros debe ser palabra de orden. Consideraremos especialmente este pedido de la Madre de Dios, ya que tiene vital importancia en relación con el recado central enunciado por Ella: “Por fin mi Inmaculado Corazón Triunfará”.

Aparición de 1925

Nos podríamos preguntar ¿Cuándo vino a pedir la Comunión reparadora de los Primeros Sábados?

Un bello día de diciembre de 1925, la hermana dorotea, Sor Lucía, estando en oración en el convento de Pontevedra (España) se le apareció la Santa Madre de Dios. Ella misma nos narra en tercera persona lo que enseguida le sucedió:

El 10 de diciembre de 1925 la Santísima Virgen se le apareció a ella [a Sor Lucia], y al lado, suspenso en una nube luminosa, un Niño. La Santísima Virgen poniéndole una mano en el hombro de ella, le mostró al mismo tiempo un Corazón que tenía en la otra mano, cercado de espinas. Al mismo tiempo, dijo el Niño:

“‘Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan sin haber quién haga un acto de reparación para arrancárselas’.

Luego la Santísima Virgen le dijo:

“‘Mira, hija Mía, mi Corazón, cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que todos aquéllos que durante cinco meses (consecutivos), en el Primer Sábado, se confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la tercera parte del Rosario y me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los 15 misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas’”.

Apariciones de un misterioso niño…

Sor Lucía nos cuenta que jamás se olvidará del Corazón Sangrante de María 1 que, atravesado de espinas, sufría de dolor por los pecados de la humanidad. Ésta no fue la única aparición de este año de 1925, en otoño sor Lucía vuelve a recibir insistencia de este recado pues no pudo convencer inmediatamente a sus superioras. La hermana Lucía nos narra lo ocurrido:

Me había encontrado a un niño; le había preguntado si sabía el Avemaría; me respondió que sí; le dije que la dijese para oírla yo. Mas, como no se resolvía a decirla sólo, la dije yo con él tres veces. Al final de las tres Avemarías, le pedí que la dijese sólo; pero se calló y no pudo decirla sólo; Le pregunté si sabía cuál era la Iglesia de Santa María; me respondió que sí; le dije que fuese allí todos los días y que dijese así: ¡‘Oh Madre mía del cielo, ¡dadme a vuestro Niño Jesús’! Le enseñé esto y entré en casa.”

Meses más tarde vuelve a tener el encuentro con este niño y nos narra lo extraordinariamente sucedido:

El día 15 de febrero de 1926, volviendo yo allí como de costumbre, (para arrojar un cubo de basura fuera de la propiedad) encontré a un niño que me pareció ser el mismo; y le pregunté entonces: ¿‘Has pedido el Niño Jesús a la Madre del Cielo’? El niño se vuelve hacia mí y dice:

¿‘Y tú has propagado por el mundo aquello que la Madre del cielo te pedía’?

Diciendo esto, se transforma en un niño resplandeciente.

Conociendo entonces que era Jesús, dije: “‘Jesús mío, Vos sabéis bien lo que mi confesor me dijo en la carta que os leí; me decía que era necesario que aquella visión se repitiese; que hubiese hechos para que fuese creíble; y que la Madre Superiora sola, para propagar ese hecho, nada podía’.

“‘Es verdad que la Madre Superiora sola nada puede, pero con mi gracia lo puede hacer todo. Y basta que tu confesor te lo permita, y que tu Superiora lo diga para que se crea, aunque sin saber a quién fue revelado’.

“‘Pero mi confesor decía en la carta que esta devoción no hacía falta en el mundo, porque ya había muchas almas que comulgan los primeros sábados del mes en honor de Nuestra Señora y de los quince misterios del Rosario’.

“‘Es cierto, hija mía, que muchas almas los comienzan, pero pocas los acaban; y las que los terminan, es con el fin de recibir las gracias que a eso están prometidas; pero me agradan más las que hagan los cinco Primeros Sábados con fervor y con el fin de desagraviar el Corazón de tu Madre del Cielo, a aquéllas que hagan los quince tibios e indiferentes’.

“‘Jesús mío, muchas almas tienen dificultad de confesarse el sábado. ¿Si yú permitieras que la confesión en el espacio de ocho días fuese valida’?

“‘Sí, puede ser, y hasta de más días, con tal de que estén en estado de gracia el Primer Sábado cuando comulgan y que tengan la intención de hacer reparación al Corazón Inmaculado de María’.

“‘¡Jesús mío! ¿Y los que se olviden de poner esta intención’?

“‘Pueden ponerla en la confesión siguiente, aprovechando la primera ocasión que tengan para confesarse’.

Después de eso desapareció, sin que haya sabido nada más hasta hoy, de los deseos del Cielo”.

No consiguiendo convencernos la Madre, tuvo que venir el Hijo a abrirnos los ojos a tan extraordinaria devoción.

¿Por qué 5 Primeros Sábados?

La insistencia del cielo a la humanidad de desagraviar las ofensas hechas contra el Inmaculado Corazón nos hace pensar en cómo las faltas cometidas en esta tierra tienen una repercusión en el cielo mayor que lo que especularíamos. El Corazón de la Madre de las madres sólo se desvive por amor al género humano, con un cariño individual, como si fuéramos el hijo único de Ella, protegiéndonos y acompañándonos paso a paso en cada uno de nuestras necesidades, no sólo del cuerpo, sino también del alma. Señora benigna, que nuestro Salvador, en una de sus últimas palabras, nos entrega en la persona de San Juan, dejándola como Madre de cada uno de nosotros (Jn 19, 27). Sin embargo, la humanidad la rechaza y la afrenta con diversas blasfemias que nos deberían causar indignación; pero hay otro pecado, el de indiferencia ante esta falta de amor, de quienes deberían proclamar y defender como Reina, Madre y Señora del mundo.

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La misma hermana Lucía tras ser consultada por el P. José Bernardo Gonçalves, S.J., sobre el por qué cinco Primeros Sábados, y no nueve ni quince, como otras devociones existentes. Sor Lucía colocando esta incógnita a los pies del Santísimo Sacramento, recibe en inspiración la respuesta, veamos que nos cuenta:

Cuando estaba en la capilla con Nuestro Señor en la noche del 29 al 30 de este mes de mayo de 1930 y hablándole de las dos preguntas, cuatro y cinco, me sentí de repente poseída más íntimamente por su divina presencia, y, si no me engaño, me reveló lo siguiente:

“‘Hija mía, el motivo (de los Cinco Primeros Sábados) es sencillo. Cinco son las clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:

1. Las blasfemias contra la Inmaculada Concepción.

2. Las blasfemias contra su Virginidad Perpetua.

3. Las blasfemias contra la Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo reconocerla como la Madre de los hombres.

4. Las blasfemias de aquéllos que públicamente buscan sembrar en el corazón de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio para con esta Inmaculada Madre.

5. Los ultrajes dirigidos a Ella en sus sagradas imágenes.

“‘He aquí, hija mía, por qué el Inmaculado Corazón de María movió mi misericordia a pedir esta pequeña reparación y, en atención a ella, a conceder el perdón a las almas que tuvieran la desgracia de ofender a mi Madre. En cuanto a ti, procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a la misericordia para con esas pobres almas’”.

Leyendo estas líneas debemos meditar en las palabras del apóstol Santiago “si uno escucha la palabra y no la practica, es semejante a un hombre que mira su cara en un espejo y, después de haberla visto, se olvida en seguida de cómo era. Pero el que considera atentamente la ley perfecta de la libertad y persevera en ella, no como un oyente olvidadizo, sino como un activo cumplidor, será dichoso en practicarla.” (Sant 1, 23-25). Seamos de aquéllos que escuchan, creen y practican, para así reparar estos pecados que claman al cielo por justicia, dando alegría a Nuestra Madre del cielo.

¿Qué debemos hacer en los Primeros Sábados?

La misma Lucía, nos dice que se necesitan “sacrificios y oraciones para reparar sobre todo a este Inmaculado Corazón, y suplicar el perdón y la misericordia por las almas que contra Él blasfeman, el perdón y la misericordia, pues que estas almas su Divina misericordia no perdona sin reparación…”

De esta manera, es un incentivo para que todos puedan colocar en práctica esta devoción de los cinco Primeros Sábados de mes. Resumimos los requisitos para su práctica:

1. Debe ser realizado el Primer Sábado del mes (no importa en cual mes comience).

2. Comulgar en ese día.

3. Rezar el rosario meditando uno de sus misterios al menos 15 minutos en ese día.

4. Confesarse en la intención del Primer Sábado (no es necesario que sea el mismo día).

Algunos tendrán la dificultad de no saber cómo meditar en los misterios del Rosario, la hermana Lucía nos explica cómo lo hacía ella, para tener un punto de referencia:

Esta es mi manera de hacer las meditaciones sobre los misterios del Rosario los primeros sábados: Primer misterio, la Anunciación del Ángel Gabriel a Nuestra Señora. Primer preludio: me imagino viendo y escuchando al Ángel saludar a Nuestra Señora con estas palabras:

Dios te salve, María, llena eres de gracia’. Segundo preludio: Le pido a Nuestra Señora infundir dentro de mi alma un sentimiento profundo de humildad.

Primer punto: meditaré sobre la manera como el Cielo proclama que la Santísima Virgen está llena de gracia, es bendita entre todas las mujeres y está destinada para ser la Madre de Dios.

Segundo punto: la humildad de Nuestra Señora, reconociéndose y declarándose como la esclava del Señor.

Tercer punto: como debo imitar a Nuestra Señora, en su humildad; cuáles son los defectos de orgullo y arrogancia a través de los cuales más frecuentemente ofendo al Señor, y los medios que debo emplear para evitarlos, etc. “El segundo mes, hago la meditación sobre el segundo misterio gozoso. El tercer mes, la hago sobre el tercer misterio gozoso, y así en adelante, siguiendo el mismo método de meditación. Cuando he terminado los Cinco Primeros Sábados, empiezo otros cinco y medito sobre los misterios dolorosos, luego sobre los gloriosos, y cuando los acabo empiezo otra vez con los gozosos”.

Oídos sordos o atentos ¿Cuáles son los nuestros?

Uniéndonos a las palabras del Prof. Plinio Correa de Oliveira, pidamos a nuestra Señora que cada uno de los lectores, no solamente se una a esta devoción, sino que se transforme en un propagador entusiasmado de ella:

Si vocem ejus hodie audieritis, nolite obdurare corda vestrasi hoy oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones̕ ˗ dice la escritura. Inscribiendo la fiesta de Nuestra Señora de Fátima en el rol de las celebraciones litúrgicas, la Santa Iglesia proclama la perennidad del mensaje de Nuestra Señora dado al mundo a través de los pequeños pastores. En el día de su fiesta, una vez más la voz de Fátima llega a nosotros: no endurezcamos nuestros corazones, porque sólo así habremos encontrado el camino a la verdadera paz.2

Por el Hno. Christian Pardo

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1) Marchi, John de, La Verdadera Historia de Fátima, Una narración completa de las apariciones, p. 77.

2) Revista Dr. Plinio, N° 26, mayo de 2000, p. 31.

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