Hay siete vicios o pecados capitales: soberbia, ira, avaricia, lujuria, envidia, gula y pereza. Nuestro comportamiento está influenciado por todos ellos y controlado por uno.
Redacción (03/08/2023 11:11, Gaudium Press) Aquellos que estaban acostumbrados a reunirse conmigo semanalmente en este espacio pueden haber encontrado extraña mi ausencia; hasta llegaron a mis oídos comentarios de que habría muerto. ¡No, el viejo Alfonso Pessoa no murió! Y ni siquiera pienso hacerlo todavía, aunque eso no depende de mí, sino de la voluntad de Dios.
Sólo necesitaba algo de tiempo para recomponerme, pero confieso que también les extrañé, ya que no hay escritor sin lectores. Así como un árbol que cae solo en medio de un bosque no producirá ruido si no hay nadie cerca para oírlo, nada de lo que escriba un autor tendrá significado si no hay un lector que lea el texto producido. Por favor acepte, querido lector, mis disculpas por mi ausencia. Y retomemos la jornada, que el tiempo no detiene su camino.
Hay un tema que me interesa desde hace mucho tiempo: la influencia del pecado capital, también llamado vicio capital, en el comportamiento humano. ¡Y tuve la suerte de ver este tema abordado por dos jóvenes sacerdotes en el podcast católico ¡Salve María! Así que elegí este tema para marcar mi regreso a nuestras conversaciones habituales.
¿Cuál es el origen de los vicios capitales?
Para empezar, volvamos a los orígenes: ¿cómo surgió la teoría de los pecados capitales? Es preciso decir que ella no fue invención de un hombre, puesto que la mención a esos pecados está presente en las Sagradas Escrituras desde el Antiguo Testamento, principalmente en el Libro de los Proverbios y en los Salmos, y se encuentra también de forma contudente, en las Epístolas de San Pablo.
El término “capital” que sigue a esta lista de vicios o pecados proviene del latín “caput”, que significa cabeza, líder o jefe, y se refiere al vicio que tiene la fuerza de sobresalir de los demás y someter la voluntad humana.
Aunque conocidos desde los inicios del Cristianismo, los pecados capitales recién fueron formalizados en el siglo VI, por el Papa y Doctor de la Iglesia, San Gregorio Magno, quien los nombró y clasificó como los siete peores vicios de conducta. Ellos son: orgullo, avaricia, ira, gula, lujuria, pereza y envidia.
Sin embargo, fue en el siglo XIII, con la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, cuando se registraron oficialmente y explicaron en detalle los siete vicios capitales.
Lo más importante
Cada uno de estos siete vicios capitales es igualmente grave, haciendo que el hombre peque de forma contumaz, ya sea con pecados veniales o mortales, que comprometen su salvación.
Sin embargo, desde el punto de vista teológico, el más grave de ellos es el orgullo, categoría que incluye el pecado original cometido por Adán y Eva quienes, aceptando comer del fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal, desearon, con eso, equipararse con Dios.
Sin embargo, para nosotros, en nuestra vida diaria, lo más importante es conocer los aspectos de cada uno de estos pecados e identificar aquel que más resalta entre nuestras debilidades y del cual tenemos más dificultades para deshacernos.
De nada sirve decir que no tenemos tal o cual de los siete vicios nombrados por San Gregorio Magno, porque todos los seres humanos los tenemos todos en alguna medida. Lo que necesitamos es descubrir cuál de ellos es el líder, el que reduce la influencia de los demás y nos subyuga, dictando las pautas de nuestro comportamiento.
Vamos a hacer un trato
Porque este es un tema fascinante y de la mayor relevancia para quien quiera seguir el camino del bien, quiero hacer un trato con usted: hablar más en profundidad de cada uno de estos vicios capitales, en una secuencia de artículos sobre el tema. ¿Qué opina?
El objetivo es que, al final, pueda ver en qué áreas de su vida esos vicios actúan más y cuál de ellos es el carro-jefe, responsable de sus mayores pecados y el más difícil de eliminar.
Y me tomo la libertad de recomendarles que vean los episodios que mencioné del podcast ¡Salve María, conducido por Padre Ricardo Basso y un excelente equipo de comentaristas.
Estamos hablando de su alma, de sus debilidades y de su salvación, y puesto que me da una parte de tu precioso tiempo y consideración, lo único que puedo hacer es corresponderle tratando asuntos que le ayudarán a ser un mejor católico y a no desviarte del principal deber del cristiano: recorrer el camino de la santidad, actuando según la voluntad de Dios.
¡Queda acordado! ¡Hasta el próximo encuentro!
Por Alfonso Pessoa
Enlace al programa mencionado:
https://www.youtube.com/watch?v=5ik7aIuiT88&t=43s
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