La Nuova Bussola Quotidiana habla del caso de la Comunidad San Martín, que goza de muchas vocaciones.
Redacción (03/08/2023 11:11, Gaudium Press) Es conocida ampliamente la difícil situación vocacional en Francia, como en varios países europeos.
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Por ello, entre otras razones, es muy importante saber lo que está aconteciendo en entidades como la Comunidad Saint-Martin, realidad francesa nacida en 1976, radicada primero en Génova bajo la protección del Cardenal Siri, y luego en 1993 en Blois. Esa comunidad tiene hoy el no despreciable número de 100 seminaristas, algo de lo que se podrán enorgullecer pocos seminarios europeos.
Los sacerdotes que se ordenan al interior de esa comunidad, han además estado cumpliendo tareas en diócesis con escasez de vocaciones.
Pero ocurre que ahora, desde el pasado 4 de julio, el Dicasterio para el Clero ha nombrado dos asistentes pontificios, el Obispo de Laval y el P. Humann, para “acompañar” la comunidad en los próximos tres años. Voces suspicaces, como por ejemplo la de Nico Spuntoni en La Nuova Bussola Quotidiana, llegan a decir que “de hecho, parece que fue la fecundidad vocacional la que hizo saltar las alarmas en el Vaticano”.
Es claro que esa no es la razón aducida por las autoridades vaticanas, sino que, tras una visita pastoral del Obispo de Pontoise, se encontraron ‘sombras’ en la figura del fundador, P. Jean-François Guérin, muerto en el 2005, contra quien se habrían hecho acusaciones de “clima abusivo en el ejercicio de la autoridad y acompañamiento espiritual” y también de “besos forzados”, formuladas por algunos entrevistados mayores de edad en el momento de los hechos. Por este motivo, en una carta, monseñor Matthieu Dupont y el padre François-Marie Humann explicaron que “se tratará de aportar verdad y claridad sobre el período fundacional de la Comunidad de Saint-Martin, sobre la personalidad del fundador fallecido en 2005 y sobre los hechos que le imputan varios ex miembros de la comunidad”.
Cualquier conocedor de la realidad eclesial, sabe que al margen de cualquier comunidad siempre hay un grupo de ex-miembros no contentos con su salida, que dedican buena parte de sus energías a denigrar de la obra a la que pertenecían. Esto no invalida per se sus testimonios, pero el hecho de que muchas de sus afirmaciones se hayan mostrado como falsas o inexactas y movidas por un resentimiento entendible, hace que sus testimonios deban ser examinados con lupa.
Por lo demás, la mera afirmación de “clima abusivo en el ejercicio de la autoridad y acompañamiento espiritual” es tan etérea que puede ser usada de diversas maneras e interpretada de otras muchas: un ex miembro puede considerar que el régimen de obediencia que vigora en cualquier comunidad católica es abusivo, e igual con la formación espiritual que lo justifique. Y así por delante.
Spuntoni no tiene problema en afirmar que lo que está ocurriendo en la Comunidad Saint-Martin “es un guión ya visto en situaciones análogas. Esta especie de ‘comisariamiento’ trienal, sin embargo, persigue otros objetivos. Los dos asistentes apostólicos, de hecho, aclararon que ‘será necesario trabajar también el tema de la pastoral vocacional y su acogida, especialmente de los más jóvenes, para garantizar un mejor discernimiento y una cierta prudencia en el acceso a la formación. Se tratará también de apoyar el proceso de renovación de la formación inicial y permanente a la luz de la normativa romana y nacional’. Palabras que revelan la intolerancia romana hacia demasiadas vocaciones en esta comunidad conservadora que, al abastecer de sacerdotes a treinta diócesis, corre el riesgo de ‘infectar’ a media Francia”, afirma el redactor de La Nuova Bussola.
Justo en el momento en que desde el Vaticano se afirma la necesidad de la fidelidad al espíritu de los fundadores, en la comunidad San Martín se busca una modificación de su pastoral vocacional originaria que se ha mostrado más que exitosa.
Otro punto es que el estilo de esta comunidad es conservador, en línea con la ‘hermenéutica de la continuidad’ pero esta “sensibilidad eclesial demasiado tradicional” es la que puede estar molestando en Roma, según la mente de Spuntoni.
“Los sacerdotes de San Martin, que aceptan plenamente las enseñanzas del Concilio Vaticano II, están muy atentos a la solemnidad de la liturgia, celebran también en latín pero según el Misal Romano de 1969, aman el canto gregoriano y prefieren siempre vestir la sotana. En este caso, por tanto, el usus antiquior no está en juego, pero en cualquier caso parece pesar mucho una sensibilidad eclesial demasiado tradicional. Es difícil no pensar así ante la mención de la «obra de reforma que el Dicasterio consideró necesaria tras la lectura de las conclusiones de los Visitadores” hecha en la carta de los dos asistentes apostólicos recién nombrados”, concluye la NBQ.
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