El hijo del Zebedeo estaba arreglando las redes, cuando el Señor lo atrajo a sí. Estuvo en el Tabor, en el Huerto de los Olivos.
Redacción (25/07/2024, Gaudium Press) Entre todos los apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo, Santiago ocupa un lugar significativo en la devoción de los hijos de España por ser el evangelizador de esas tierras.
Natural de Betsaida, en la región palestina de Galilea, hijo de Zebedeo y Salomé, se encontraba Santiago con su hermano Juan arreglando las redes de pescador junto al lago de Tiberíades, cuando apareció Jesús. Este hecho que pudiera parecer casual, no lo fue, porque nada hay casual en esta vida, que en todo se rige por la Divina Providencia. Nuestro Señor pronunció unas simples palabras: “Os haré pescadores de hombres”. Ese encuentro y estas palabras cambiaron la vida y el destino de esos dos hermanos, como ya había cambiado las de Pedro y Andrés. Ninguna insistencia fue necesaria, pues los hermanos se levantaron y siguieron a Jesús, quien a partir de ese momento fue para ellos su Maestro.
Uno de los predilectos
Santiago era de naturaleza impulsiva y fuerte carácter, lo cual le valió el apelativo por parte de Jesús de “hijo del trueno”. Formó parte del selecto grupo de los doce apóstoles, y junto a Juan y Pedro constituyeron el trío de predilectos, siendo testigos de momentos excepcionales como la resurrección de la hija de Jairo, la Transfiguración de Cristo en el monte Tabor, el anuncio de la destrucción de Jerusalén y la oración en el Huerto de los Olivos.
Santiago evangelizador
Después de la muerte y resurrección de Nuestro Señor, y tras la venida del Espíritu Santo, los apóstoles fueron enviados a predicar la Buena Noticia. Santiago recibió la energía y los dones necesarios para desempeñar su apostolado, cruzó el Mar Mediterráneo y llegó a la península Ibérica, para cumplir el mandato divino de evangelizar a los habitantes de estas tierras. Son muchas las señales de su paso por España, destacándose el suceso maravilloso de la aparición de la Santísima Virgen María en carne mortal para infundir ánimo al apóstol que se encontraba a punto de rendirse, por la actitud de las gentes que se resistían a convertirse a la fe cristiana. No se sabe con exactitud el tiempo de estancia de Santiago en España, pero lo que sí conocemos es su regreso a Judea.
Santiago, primer apóstol mártir
De la misma forma que Santiago fue un predilecto en vida del Maestro, lo fue sin duda a la hora de su muerte, siendo escogido para convertirse en el primer mártir del grupo de los Apóstoles, siendo decapitado por orden del rey Herodes Agripa I, cuyo reinado se sitúa entre los años 41 y 44.
El cuerpo del Apóstol llega a Hispania
Tras su martirio, dos de sus discípulos, Atanasio y Teodoro, recogieron el cuerpo santo, lo introdujeron en una embarcación y, por designio de la Providencia, la nave llegó a la costa gallega, quedando el cuerpo del Apóstol depositado en esa tierra poblada de robles y castaños. Cuenta la tradición que bajo el reinado de Alfonso II de Asturias, un ermitaño de nombre Pelayo vislumbró unas brillantes luces sobre un monte, hecho que comunicó a Teodomiro, Obispo de Iria Flavia. Descubierto el enterramiento del cuerpo decapitado, el rey ordenó la construcción de una iglesia sobre el lugar; dicho templo constituyó el origen de la hoy célebre Catedral de Santiago de Compostela.
El Camino de Santiago
El sepulcro del Apóstol atrajo la llegada de peregrinos de las más diversas procedencias, dando lugar al Camino de Santiago, que fue sin duda la ruta de peregrinación más emblemática de la cristiandad medieval. De entre las diversas rutas que conducen a Santiago, una de ellas, conocida como Camino Francés, se convirtió en la ruta por antonomasia. A través de ellas, miles de peregrinos acudían a rendir culto al Apóstol, destacándose algunos muy ilustres como Santo Domingo de Guzmán, San Francisco de Asís, Santa Isabel de Portugal, monarcas como los Reyes Católicos o nuestro emperador Carlos, y otros peregrinos ilustres de nuestra época como los Romanos Pontífices San Juan Pablo II y Benedicto XVI.
La batalla de Clavijo
Múltiples han sido los milagros atribuidos a la intercesión del Apóstol Santiago, resaltando entre todos ellos su intervención en la Batalla de Clavijo. Tuvo su origen esta contienda en la negativa del rey Ramiro I de Asturias al pago de tributos a los musulmanes. Convocó el monarca a sus súbditos para la guerra, y a ella fueron con decisión y furia, de lo cual resultaron numerosas bajas que no les permitirían hacer frente al enemigo y alcanzar la victoria. Durante la noche, la mente del monarca cristiano sólo era capaz de pensar en la probable derrota. Cuando, finalmente, fue vencido por el sueño, se le apareció el mismo el apóstol Santiago, dándole ánimos para el combate. Levantándose con gran energía, transmitió su entusiasmo a sus hombres y se dirigieron a la lucha invocando a Santiago. Llegado el momento oportuno y en lo más duro del combate, apareció el apóstol a lomos de un caballo blanco, entremezclándose en la lucha. Ante tal aparición, los soldados cristianos se sintieron amparados y derrotaron al enemigo.
Invocando a Santiago, obtendremos nosotros el mismo ánimo y entusiasmo en la lucha contra los enemigos de nuestras almas. Pidamos su intercesión junto a la de Nuestra Señora del Pilar para que reine la paz en nuestros corazones y en nuestra nación.
Tomado, con adaptaciones, de Heraldos del Evangelio
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