Todas las acciones judiciales —orquestadas por un mismo núcleo rabioso de opositores de los Heraldos— fueron archivadas, revocadas o extinguidas por los tribunales, luego de su escrutinio y debido proceso legal. Delante de la realidad de los hechos y la comprobación de la idoneidad de ellos por el brazo de la justicia, cabe ahora a la Iglesia dar una respuesta a la sociedad, como siempre hizo, de manera a restaurar integralmente la verdad.
Redacción (29/07/2024, Gaudium Press) Como informó Gaudium Press el pasado martes 23 de julio de 2024, la justicia de São Paulo (Brasil) extinguió la acción civil pública contra los Heraldos del Evangelio, objeto de la última gran oleada mediática contra esta institución. De hecho, muchos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia de que la Defensoría Pública de São Paulo había abierto un proceso en desfavor de esta entidad en 2022.
Es interesante observar que muchos de estos medios de comunicación, tan rápidos en transmitir acusaciones, ya repetidas desde 2017, son sordos ante el resultado de juicios favorables a los Heraldos del Evangelio. Sí, sé que noticia buena no vende periódicos. Pero ese no es el problema: el problema es cuando los periódicos se venden…
Evidentemente no estoy atacando aquí a la prensa como tal. ¡Tiene todo mi respeto! Pero lo que es inaceptable es la forma inescrupulosa y mordaz con la que algunos de ellos abordaron el tema, sin vergüenza alguna por la ética periodística. En este sentido, más bien, “se venden” a rumores, disparates y hasta a relatos incongruentes, incluso cuando confrontados con la verdad y el propio sentido común.
El gran Bossuet señaló una vez: la verdad requiere fundamentalmente una cosa para ser juzgada: ser oída. ¡Ya es suficiente el daño que tantas agencias de noticias perpetraron en el caso de la Escola Base (1) de São Paulo en 1994, cuando familias enteras fueron destrozadas y agraviadas!
Como observó el juez Custódio de Barros Tostes, de la Décima Sala de Derecho Privado de la Corte de Justicia de Río de Janeiro, en uno de los procesos de la entidad: “Como suele ocurrir en noticias alarmantes que involucran a instituciones educativas privadas, especialmente aquellas mantenidas por las más diversas religiones, las ‘denuncias’ son ‘de oídas’ y, normalmente, anónimas, y, por alguna razón no muy clara, son inmediatamente transmitidas a los medios de comunicación que, de entrada, las juzgan con la mayor severidad”.
El magistrado también cuestionó: “A esta altura quedan en el aire las preguntas de siempre en este tipo de casos: ¿quién va a indemnizar a esos niños y adolescentes que perdieron la oportunidad, quizás la única en sus vidas, de lograr una educación excelente y completa, humana, ética, intelectual y posiblemente profesional? ¿Quién va a restituir la buena fama y la desgastada confianza de una Institución Religiosa de cuño nacional e internacional, reconocida como tal por la Santa Sede, es decir, por la mayor autoridad católica del mundo, y también por nuestras leyes?”
Las acusaciones contra los Heraldos del Evangelio eran tan alucinantes y al mismo tiempo tan contradictorias con lo que predican, que sólo tenían capacidad de generar alboroto en la opinión pública. Se inventó de todo: desde encarcelamiento privado, pasando por maltrato a niños en casas para ancianos (¡sic!) y hasta tortura y despersonalización del ser humano, sea lo que sea que eso signifique… Al parecer las noticias falsas fueron hasta bien “vendidas”.
Sin embargo, aquí me permito revelar un “secreto” en aras de la transparencia: este proceso último extinguido por la justicia de São Paulo era el último de relevancia que aún quedaba pendiente contra los Heraldos del Evangelio (los otros son insignificantes). Todas (¡sí, todas!) las demás acciones legales –orquestadas por el mismo núcleo rabioso de opositores de los Heraldos– fueron archivadas, revocadas o extinguidas por los tribunales, luego de su escrutinio y debido proceso legal. En resumen, los Heraldos del Evangelio obtuvieron victorias en TODAS las acciones judiciales.
Alguien podría eventualmente objetar: ‘ah, pero es importante que todo sea investigado por la justicia…’ Sí, claro, y los propios Heraldos estaban interesados en que las acusaciones se investigaran hasta el final. Pero llama la atención que una sola persona fuera la pívot de casi la mitad de las acciones judiciales (las demás, indirectamente), sobrecargando las instituciones del Estado e impidiéndolas de actuar en casos verdaderamente necesarios. Al final, las acusaciones fueron esencialmente las mismas, variando sólo en los accidentes, con el objetivo de encontrar algún vacío legal… Finalmente, una pregunta sigue sin respuesta: Cui prodest? ¿Quién se beneficia de todo esto?
Sea como fuere, con la extinción de esta última acción civil pública, los Heraldos del Evangelio dan un paso más en el restablecimiento de la verdad y en la demostración de la equidad de sus actividades educativas y religiosas. Sin embargo, volviendo a la pregunta del jurista: ¿quién restaurará ahora la fama de los Heraldos del Evangelio? Por parte de la justicia ya tenemos la verdad de los hechos; de la prensa poco se puede esperar. ¿Indemnizaciones? Repararían apenas parcialmente.
La cuestión es que muchos de estos ruidos también tuvieron repercusión en ciertas instancias de la Iglesia, generando perjuicios a los Heraldos del Evangelio también en la esfera eclesial. Ante la realidad de los hechos y la comprobación de su idoneidad por el brazo de la justicia, corresponde ahora a la Iglesia dar una respuesta a la sociedad, como lo ha hecho siempre, de manera a restablecer integralmente la verdad.
Tengo la convicción de que la verdad sobre los Heraldos del Evangelio será finalmente homologada también por la Iglesia. En oposición a ella, Judas intentó incluso vender la Verdad –Cristo– por 30 monedas, pero más tarde esa misma Verdad rompió la lápida de los muertos para ser escuchada en todo el mundo, incluso “desde lo alto de las casas” (cf. Mt. 10, 27), gracias al empeño de esa misma Iglesia y de sus hijos.
La verdad sólo exige una cosa: ser oída. Y ella simplemente no acepta una cosa: ser vendida…
Por el Dr. Marcelo Liberto de Vasconcelos Arruda
Abogado y presidente de la Asociación de Madres y Padres de Amparo a Estudiantes
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1 Ndr.: El caso de la Escola Base, acaecido en 1994 en la ciudad de São Paulo y famoso en todo Brasil, ocurrió cuando los dueños de esta escuela fueron acusados injustamente de abuso sexual contra menores. Algunos medios de comunicación amplificaron la acusación, ayudando a que buena parte de la opinión pública la diera por sentada, a pesar de muchas inconsistencias. El caso se convirtió en un ejemplo de falta de ética periodística y un paradigma de estudio en las escuelas de periodismo.
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