sábado, 23 de noviembre de 2024
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La verdadera diversión es privilegio de quien tiene alma

Un mini manual para una vida verdaderamente divertida.

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Puente hacia el Palacio de los Inválidos, al fondo. París – Foto: Léonard Cotte en Unplash

Redacción (31/08/2024 18:28, Gaudium Press) ¿Las sociedades de antaño eran “aburridas” y solo las de hoy son “divertidas”?

‘Clarifiquemos conceptos’, diría un teólogo moral como el recordado dominico Royo Marín. Afirma la Real Academia que divertido es algo “alegre, festivo y de buen humor”, y que en sentido contrario aburrido es algo “tedioso”, “pesado”.

Entonces, divertido puede ser un cómico como el inglés Garrick, que proclamaba sus picardías y dictados hilarantes a los orgullosos y encopetados lores de Inglaterra, que aun portaban los bellos tricornios del S. XVIII. El por fuera divertido Garrick, aunque su alma muriese por dentro y ‘riese llorando’, según lo inmortalizó un día el mexicano Juan de Dios Peza en su poema universalmente conocido.

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Foto: Photo Nic en Unplash

Divertida también puede ser una boda en una pequeña iglesia de estilo colonial americano, con pajecillos haciendo llover sobre el camino pétalos de rosas rojas o blancas, con cortejo de entrada de novia nimbada de tules, asida a un papá aún no tan convencido de entregar a su capullo, sonriendo a diestra y siniestra mientras surcan las columnitas que forman dos hileras en el corredor central, forradas estas de enredaderas y coronadas por ramilletes de lirios, astromelias y cirios encendidos. Una boda puede ser la mar de divertida para el que sabe analizar y degustar fisonomías, ceremonias, ambientes, trajes. Claro, para un chiquillo que ayer aprendió a caminar, un casamiento puede ser tan aburrido como un ladrillo, igual que los diálogos de Garrick, mientras que una ardilla enjaulada es capaz de representar el encanto absoluto.

Vamos ya viendo que divertido y aburrido será no solo de lo intrínseco de la cosa, sino también de los ojos que la miren.

Recuerdo en este momento a una compañera de universidad, chica de buena índole, no muy inteligente, un tanto mimada y fiel representante de estas recientes generaciones de la imagen y el internet, quien repetía el término “aburrido” cual reloj cucú, a cada hora: aburrido era todo aquello que no le causase una excitación sensible notable (vamos a caricaturizarla un tanto, pero con benevolencia y solo para efectos didácticos. La llamaremos Ana).

¿Para ella sería ‘aburrido’ algo como el muy interesante Museo del Ejército en el Palacio des Invalides del centro de París, magnífica edificación construida por Luis XIV para los veteranos discapacitados de sus ejércitos? Sí y no. Depende. Clarifiquemos aquí no conceptos sino situaciones.

Por ejemplo, cuando se hallase ante la en mi parecer siniestra tumba de Napoleón.

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Foto: Wikipedia

Ciertamente Ana en algún momento de su existencia habrá escuchado mencionar el nombre del tirano corso, y en los recovecos de su cabeza algún eco susurrará que su vida fue muy importante para la Historia de Francia. Perceptiva de ‘imponderables’ como todo latino, ciertamente ella sentirá la fuerza de impacto del oscuro monumento y en algo se impresionará con él. Pero, para ser sinceros, poco más que eso, y luego de eso, todo de ahí en adelante será aburrido para Ana. En cambio, otra persona con más seso y cultura querrá saber cómo la Francia de hoy sigue considerando a Napoleón, si el lugar es muy visitado o no y por qué tipo de personas; buscará conocer quizás por qué en el recinto no hay presencia de ningún símbolo cristiano, y qué representan esas diosas de mármol demasiado seriotas que circundan el sarcófago. Si no conoce, querrá saber por ejemplo cómo se decidió y cuando se trasladaron los restos del corso desde la isla Santa Elena a París; querrá analizar el estilo arquitectónico utilizado en la tumba, y tal vez el porqué de ese aire tan siniestro y medio totémico que la impregna y que de ella emana…

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Sala Turenne del Palacio de los Inválidos – Foto: https://www.musee-armee.fr

Luego, por ejemplo, en la Sala Turenne del Museo —antiguo comedor del Palacio de los Inválidos— nuestra estimada Ana contemplará los ‘cuadros’ de unos señores a caballo rodeados de ejércitos y armas de época; y si la mesa está servida y de gala para una recepción, ciertamente se encantará con la disposición de servilletas, platos y copas, y tal vez hasta pregunte cual será el menú. Pero después de eso, todo será aburrido… En cambio, quien algo ha escuchado de la historia de las guerras de Luis XIV en el Gran Siglo, querrá contemplar el fresco donde esté el mariscal Turenne y ver su rostro y el fresco donde esté el arrojado mariscal-príncipe de Condé; deseará saber si hay ahí una representación de alguna de las doce magistrales fortalezas del arquitecto Vauban, o si se encuentran en otra parte del Museo (efectivamente, están en otros salones, muy bien representadas con maquetas, estas estructuras militares magníficas hoy Patrimonio de la Humanidad). Mucho después de que Ana entró en modo aburrimiento, para otra persona con cultura el periplo seguirá siendo bastante divertido.

Creo que el mensaje ya está claro:

Para el hombre primario, la vida rápidamente puede tornarse aburrida. Su diversión será mayormente sensible, y como sensible que es, fugaz o una diversión que rápidamente se desgasta. En cambio para el hombre cultivado, hasta las cosas menudas y simples pueden revestir gran interés, y ser entretenidas, profundamente entretenidas.

La diversión para el hombre primario se encuentra en la superficie de la piel. La diversión para el hombre cultivado entra por la piel, la visión, el gusto, pero de los sentidos emigra hasta el cerebro y recorre luego curiosa y entretenida los amplios pliegues de su alma.

Bien analizada, la verdadera diversión es casi privilegio de quien tiene alma.

Que la Virgen, medianera de todas las gracias, nos haga cada vez más hombres de espíritu y menos de carne, menos de mera piel. Hasta para ser más divertidos… sabiendo que siempre existirá la cruz.

Por Saúl Castiblanco

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