¿Es posible encontrar pruebas de su origen divino en la propia Biblia?
Redacción (03/09/2024 16:04, Gaudium Press) Pregunto al amado hermano separado, es decir, el protestante, tan celoso y devoto de las Sagradas Escrituras: ¿cómo se puede afirmar que la Biblia es directamente inspirada, fruto de la Revelación de Dios en la historia? ¿Y por qué, a título de ejemplo, el Corán no gozaría de la misma credibilidad? En otras palabras, ¿es posible encontrar pruebas de su origen divino en la propia Biblia? Al fin y al cabo, todos los cristianos coinciden en afirmar que “Dios escogió hombres, de los cuales se sirvió (…) para que escribieran, como verdaderos autores, todo y sólo aquello que él mismo [Dios] quería” (Dei Verbum, n. 11).
La Biblia, por sí sola, no puede probar su peculiar origen divino. Los musulmanes también consideran que el Corán es inspirado, ya que Mahoma habría recibido las suras (capítulos del Corán) dictadas por el ángel Gabriel. Respecto a los escritos de las distintas religiones, no descartamos por completo la inspiración divina. Sin embargo, se trata de la acción de Dios en lo “numinoso” (experiencia religiosa), vertida en textos de variados tipos y distintos matices. Después de todo, Dios siempre actúa con la gracia en las obras meritorias.
El aparentemente intrincado problema de la exclusiva inspiración divina de la Biblia recibió la lapidaria respuesta de San Agustín: “No creería en el Evangelio, si la autoridad de la Iglesia Católica no me llevara a hacerlo” (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 119). Esta vez, la Iglesia católica, fundada por Jesucristo (Lumen Gentium, n. 18a), nos enseña que la Biblia – ¡y sólo ella! – es divinamente revelada. De hecho, la Iglesia Católica es anterior a la composición de la Biblia. El primer libro de las Escrituras se remonta aproximadamente al año 50 d.C. (Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses). Además, correspondió a la Iglesia Católica deliberar qué libros debían incluirse en la Biblia, descartando muchos de ellos, los apócrifos, por ejemplo. Además, la Iglesia, gracias al trabajo diario de los monjes copistas, conservó la Biblia en papiro durante 1500 años, hasta la invención de la imprenta.
En definitiva, la prueba de la inspiración divina de la Biblia no se encuentra en sí misma, sino en el testimonio de la Iglesia Católica, que en el siglo IV consumó el canon de las Sagradas Escrituras, es decir, la lista de 73 libros que componen la Biblia.
Por Edson Luis Sampel
Profesor del Instituto Superior de Derecho Canónico de Londrina
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