De hecho, lo que ocurrió no fue una restauración… fue todo un exorcismo.
Redacción (12/09/2024 14:59, Gaudium Press) Reporta Gloria.tv la conclusión de la restauración de la capilla de la escuela de los jesuitas en Saint Louis, Missouri, el pasado 10 de septiembre.
Se trata de una capilla que fue construida en los años 20’s del siglo pasado pero que tras el Concilio recibió unos aditamentos aggiornattos de los que la gracia de Dios y esta última restauración la liberó.
Trae la fuente tres fotos, que parodiando un tanto el título del famoso film de vaqueros de los 60’s (el bueno, el malo y el feo), hemos calificado de la buena, la fea y la bella: la capilla original, la de las reformas aggiornattas y la restaurada, con final más que feliz.
La primera muestra una capilla característica de colegio, con presbiterio amplio, sillas de fuerte madera que resistan el trajín de los jóvenes, austera, pero claramente digna para el rito católico.
Pero llegaron luego ciertos aires dichos modernos, y aún conservando la misma estructura, los aditamentos cambiaron completamente su rostro.
Los bancos clásicos han desaparecido, siendo reemplazados por unas sillas art deco alistadas para gente que no quiere estar junta, y tampoco necesariamente mirando al altar, pues hay algunas que se dirigen a la derecha y otras a la izquierda y otras hacia atrás (de pronto estaban haciendo aseo en ese momento…).
Los ingresos a los arcos laterales están ahora precedidos por unos armatostes que parecen la entrada a un ascensor, o a uno de esos cubículos en los aeropuertos donde se revisa si se portan armas o cualquier objeto prohibido.
Y remata el aggiornamento una iluminación fría de neón de una red geométrica que amenaza con ir descendiendo cada vez más con su hielo sobre las cabezas de los reunidos, insistimos, no necesariamente para el santo sacrificio.
La esencia de la capilla como lugar de oración, ha desaparecido. Toda una herejía arquitectónica.
Menos mal que para estas también existen los syllabus y las reafirmaciones de la fe, y los restauradores actuales en su labor han requintado el templo original. El de ahora es sin duda más bello que el originario.
Elegantes y suaves tonos pastel, desaparición de la telaraña eléctrica de neón para ser reemplazada por elegantes lámparas, y por marquesinas que aprovechan la luz natural. Reaparición de los sobrios y clásicos bancos de robusta madera, que reafirman que lo más importante es el santo sacrificio y el sagrario, hasta la imagen de la Virgen milagrosa del costado izquierdo agradece que no se oculte el camino hacia su intercesión y visión.
De hecho, lo que ocurrió no fue una restauración… fue todo un exorcismo. (CCM)
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