Esta es la historia de dos empleados del banco vaticano, que han recurrido su despido. El ‘sindicato’ del Vaticano está listo a “tomar medidas concretas de protesta”.
Redacción (03/10/2024 10:30, Gaudium Press) No pequeña cobertura ha alcanzado en Italia el caso de los esposos despedidos del Vaticano, trabajadores ambos en la Santa Sede. Incluso, algunos como Franca Giansoldati en Il Messaggero, hablan ya de “terremoto más allá del Tíber”. Esta es la historia.
Se trata de dos empleados del Instituto para las Obras de la Religión, (IOR), más conocido con el banco del Vaticano, que han contraído matrimonio a finales de agosto y por ello han recibido una comunicación del IOR del siguiente tenor: “El Instituto para las Obras de Religión comunica que ha tomado la difícil decisión de dar por terminada la relación laboral con ambos empleados por pérdida de los requisitos de contratación”.
¿A qué requisitos se refieren?
Ocurre que de acuerdo a una reciente reglamentación interna, que entró en vigor en mayo, los empleados no pueden casarse entre ellos, y en el caso en que lo hagan, uno de ellos deberá presentar la dimisión en el curso de treinta días, so pena de que ambos sean despedidos, tal como aquí ha ocurrido.
Esa reglamentación —aupado por este ‘terremoto’— ya está siendo llamada de anti-familia cristiana, pues se da la paradoja que si estos esposos despedidos no se hubieran casado sino que hubiesen iniciado una unión libre, no habrían sido sujetos a las penas que hoy padecen.
Los esposos despedidos, antes de ser efectivo su licenciamiento, escribieron al Papa para pedir su intercesión, sin respuesta conocida. Alegan además, que en febrero, antes de haber entrado en vigor el reglamento por el cual hoy son expulsados del IOR, ya habían iniciado y avanzado bastante en los preparativos de la boda y lo habrían comunicado a la institución.
El IOR por su parte se defiende, diciendo que el reglamento se inspira en principios “que regulan la actividad de las instituciones financieras de todo el mundo” y que busca primariamente “obviar el riesgo reputacional de acusaciones de ‘familismo’”.
Lo cierto es que la pareja despedida ya ha contratado los oficios de una abogada, harto conocida en la curia, Laura Sgrò, y ha iniciado un proceso por “nulidad” e “ilegitimidad”, que deberá conocer el Tribunal Vaticano.
Alegan que la expulsión es “lesiva de los derechos fundamentales”.
Así resume lo ocurrido la abogada Sgrò: “El 1 de octubre, el IOR notificó a mis clientes el acto en el que se rescinde su relación laboral, invitándolos a abandonar el lugar de trabajo y a devolver inmediatamente sus tarjetas de acceso al Estado de la Ciudad del Vaticano y de sus eventuales familiares, así como sus tarjetas de crédito y tarjetas de débito vinculadas a sus respectivas cuentas corrientes”. La abogada también quiso subrayar que los dos ex empleados no son funcionarios, no desempeñan ningún papel destacado y están ubicados en áreas separadas. “Ninguno de ellos – entre otras cosas – tiene acceso a información confidencial de sus clientes y no han recibido propuestas del IOR para cambios de sector, ni para la reubicación en otro organismo del Vaticano”.
“El Instituto [IOR] —continúa la abogada Sgrò— había proporcionado un anticipo sobre el TFR a uno de mis clientes para la compra de una propiedad que iba a ser utilizada como vivienda conyugal. También se informó inmediatamente de ello al IOR con la documentación adecuada. – Sin embargo, debido a la retroactividad del Reglamento – en el mes de agosto de 2024 mis clientes habían solicitado a Su Santidad el Papa Francisco la dispensa de la legislación dictada por el nuevo reglamento, que entró en vigor cuando habían terminado los preparativos de la boda (…). De la solicitud también fue informado el Director del IOR, Dr. Gian Franco Mammì. Ninguna respuesta nunca llegó a mis clientes.”
La Asociación de Empleados Laicos
El asunto ya inmiscuyó a la Asociación de Empleados Laicos del Vaticano entidad a la manera de un sindicato de empleados de la Santa Sede, que así comentó en su página web el despido:
“Esto hace más daño a la Iglesia –se lee en una nota -; es la amarga constatación de que el sacramento del matrimonio, en lugar de ser defendido y apoyado, se ha convertido en motivo de despido. Esto está a la par de un acto gravemente ilícito como el robo o la revelación de secretos oficiales. Estamos dispuestos a tomar iniciativas concretas de protesta en apoyo de nuestros dos colegas. Creemos que en el Vaticano debemos abrir un período en el que el derecho laboral se base en principios universalmente reconocidos y no en interpretaciones unilaterales”. Y concluye: “Si la Organización Internacional del Trabajo [OIT] tuviera detalles sobre este asunto, no podría sino expresar culpas. De hecho, el organismo de la ONU afirma que el matrimonio no constituye un motivo válido para el despido.”
Con información de Il Fatto Quotidiano
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