Es lo que afirma el P. José Carlos Martín de la Hoz, sacerdote experto en estos procesos.
Redacción (08/10/2024 11:52, Gaudium Press) España cuenta con 3.500 mártires de la persecución religiosa del siglo XX beatificados y otros 4.000 podrían ser elevados a los altares de igual modo en los próximos años, según el P. José Carlos Martín de la Hoz, sacerdote experto en estos procesos.
“Hace unos meses, por indicación del Dicasterio de las Causas de los Santos, se ha hecho una prospección, hablando con todos los delegados de Causas de los Santos de todos los obispados, y se ha hecho un levantamiento de otros 4.000 posibles beatificados”, aseguró.
“Cuando termine este trabajo, que vamos a terminar en cuatro años, habrá 7.500 mártires, beatos en nuestros altares”, ha explicado el P. Martín de la Hoz, director de la Oficina de las Causas de los Santos del Opus Dei.
Así se expresó durante la presentación en Madrid del libro Hogares de amor y perdón II, editado por la Asociación Enraizados en Cristo, que recoge el testimonio de 23 familias que quedaron marcadas por la entrega y la fidelidad de sus miembros hasta dar la vida.
El P. Martín de la Hoz subrayó que “lo más impresionante es que esos 7.500 mártires, beatos, está documentado su martirio, es decir, que murieron por odio a la fe y está documentado que murieron perdonando”.
En su intervención también detalló que “el primer dicasterio que se abre en el cristianismo, en la Iglesia, es el Dicasterio de las Causas de los Santos”, como se comprueba en los Hechos de los Apóstoles, donde quedó reflejado que “la primera decisión que toma la Iglesia es guardar la memoria de los mártires”. No en vano, durante la época de los primeros cristianos, “se celebraba la Misa sobre las tumbas de los mártires”, añadió.
Un ejemplo de perdón
Entre los testimonios de perdón recogidos en Hogares de amor y perdón II, se encuentra el ofrecido por Luis García Chillón, que recuerda a su tío Hermenegildo Chillón Cabrera, martirizado en Talavera de la Reina (Toledo, España).
Mere, como era conocido en el lugar, era agente de vigilancia del pueblo y a sus 29 años fue destituido por el alcalde Francisco Cancho, miembro del Frente Popular, facción política contraria a la Iglesia. Una noche de febrero de 1936, veinte hombres le dieron una paliza que le dejó medio muerto.
Estuvo 12 días en el hospital y, cuando salió, trató de recuperarse en Tarancón, provincia de Cuenca. Tras el inicio de la guerra en julio de 1936 fueron a buscarle para encarcelarle en el convento de las religiosas conocidas como “Ildefonsas”. Era el 22 de agosto.
Tras un juicio sumario por el llamado “comité popular”, fue sacado del lugar esposado, le colgaron un cencerro al cuello mientras deliberaban si quemarlo o matarlo de un tiro. Finalmente lo llevan hasta el lugar de su martirio. Antes de morir, pidió a sus verdugos que entregaran su cartera a su madre con estas palabras: “Dale un abrazo y otro para ti, para que me perdones si en algo te pude faltar”.
Su sobrino Luis considera que “a la hora de la verdad, cuando se dicen estas palabras, es que se sienten en profundidad y suponen una grandeza de espíritu tremenda”. De ellas deduce, pese a que no conoció a su tío, “que este hombre perdonó a los que le estaban martirizando”.
Para él, “esto demuestra una grandeza de corazón única” y hace patente que “la sangre de los mártires limpia todo, cura todo”.
Con información de Aciprensa.
Deje su Comentario