“Quien no vea la confusión actual es porque está ciego”, dijo el purpurado citando al Cardenal Caffarra.
Redacción (15/10/2024 09:53, Gaudium Press) El Cardenal Gerhard Müller, antiguo prefecto de Doctrina de la Fe, concedió amplia entrevista al director de La Nuova Bussola Quotidiana, Ricardo Cascioli, de la cual Infocatólica hace un resumen. El purpurado hizo especial énfasis en la preservación de la fe de siempre en estos tiempos de confusión. El Cardenal Müller también expresa su preocupación por la ambigüedad doctrinaria que es ha instalado en diversos sectores de la Iglesia.
Refiriéndose al Evangelio de San Mateo (24, 11-13), donde se menciona la aparición de falsos profetas y el enfriamiento del amor, Müller señala: “Este pasaje parece describir con precisión lo que estamos viviendo hoy. Vemos cómo surge la confusión y cómo muchos pierden el fervor en su fe, pero el Señor nos dice claramente que quien persevere hasta el final será salvado”.
El Cardenal recuerda que la perseverancia no es algo que los fieles puedan lograr por sí mismos, sino que es un don de Dios: “No podemos hacer nada sin la gracia de Dios. Es Él quien nos da la fuerza para seguir adelante, especialmente cuando las pruebas y tentaciones nos agobian”. En este sentido, el purpurado destaca que la perseverancia es clave para superar la desilusión y el desánimo que pueden surgir, tanto por las dificultades propias como por las debilidades de los demás dentro de la comunidad cristiana.
Confusión doctrinal y ambigüedades
Durante la entrevista, el Prefecto emérito de Doctrina para la Fe aborda la creciente confusión doctrinal dentro de la Iglesia, que califica como una amenaza real para la unidad de los fieles. Recuerda las palabras del difunto cardenal Carlo Caffarra, quien ya había advertido que “quien no vea la confusión actual es porque está ciego”. El cardenal Müller critica la falta de claridad en aspectos fundamentales de la doctrina, señalando que hay quienes parecen querer construir una Iglesia “a medida de sus propios deseos”, lo que conduce a una peligrosa deriva de la fe.
En particular, se refiere a las tensiones que han surgido en torno a la figura del Papa y las interpretaciones contradictorias de su magisterio. Müller indica que, aunque la figura del Papa es central para la Iglesia, no debe confundirse con la institución del Papado en su conjunto:
“Es fundamental distinguir entre el Papado y el Papa como individuo. Los Papas son personas diferentes, con sus propias fortalezas y debilidades, y no están exentos de errores en sus decisiones humanas”.
El cardenal explica que la misión del Papa, tal como Cristo la encomendó a Pedro, es “confirmar en la fe” a los fieles, pero asegura que ningún Papa debe actuar de manera completamente autónoma, sino que necesita contar con buenos consejeros que le ayuden a discernir las mejores decisiones para la Iglesia. En este sentido, subraya la importancia del “equilibrio” entre el Papa y el Colegio Cardenalicio, así como el valor de las instituciones eclesiales como el Sínodo de los Obispos, para garantizar que la unidad y la fidelidad a la doctrina se mantengan.
El papel de los fieles y la perseverancia
En cuanto a los fieles que se sienten desorientados por la falta de claridad doctrinal, Müller los anima a buscar consuelo y fortaleza en la Palabra de Dios, en la tradición de la Iglesia y en la enseñanza de los grandes teólogos y padres de la Iglesia:
“Es necesario leer y estudiar la Biblia, el Catecismo y los grandes documentos del magisterio. También es fundamental recurrir a la obra de teólogos de renombre como San Agustín, Santo Tomás de Aquino o San Juan Enrique Newman”.
Ejemplo histórico: la crisis arriana
El Cardenal Müller también hace un llamado a los fieles para que recen por sus pastores, y para que apoyen a los obispos y sacerdotes que se esfuerzan por ser guías firmes en la fe. Reconoce que en la historia de la Iglesia ha habido momentos en los que incluso la mayoría de los obispos no han estado a la altura de los desafíos, como en tiempos de la herejía arriana, pero asegura que “la verdad siempre prevalece”:
“Hemos tenido algunas situaciones en la historia de la Iglesia cuando incluso la mayoría de los obispos no han sido buenos, como en los tiempos del arrianismo. O, por ejemplo, aquí en Alemania e Inglaterra, durante la Reforma protestante, los obispos no fueron capaces de dar una respuesta o resistir los nuevos errores que surgían dentro de la Iglesia. Sería muy importante encontrar obispos con una gran estatura, que conozcan la doctrina de la Iglesia y que no estén interesados en hablar según el gusto de la mayoría”.
La misión de la Iglesia no es un proyecto político
El cardenal advierte sobre los peligros de un enfoque meramente horizontal del cristianismo, que reduzca la fe a un esfuerzo por mejorar el mundo temporalmente sin tener en cuenta el verdadero propósito de la vida cristiana: la salvación. “Mejorar el mundo es una buena cosa, pero no es la salvación”, afirma Müller. “La salvación es superar la distancia que existe entre Dios y nosotros a causa del pecado”.
En este sentido, critica que algunos dentro de la Iglesia pongan más énfasis en cuestiones sociales y políticas, como el cambio climático o la migración, que en la misión fundamental de la Iglesia, que es llevar a las personas a la salvación. Según el cardenal, estas son cuestiones que corresponden en primer lugar al Estado y a los políticos, mientras que la misión primordial de la Iglesia es la salvación eterna de las almas.
Jesucristo, único Salvador
El Cardenal alemán también se refiere al relativismo religioso, que considera que todas las religiones son igualmente válidas para alcanzar a Dios. “Jesucristo es el único Salvador”, insiste. “No todas las religiones son iguales, ni todas llevan a Dios. Solo a través de Cristo podemos ser salvados, y esto no es una afirmación hecha por los hombres, sino por Dios mismo”. Afirma que, aunque la Iglesia reconoce que personas de otras religiones pueden ser salvadas, esto no significa que todas las creencias sean iguales o verdaderas.
El Cardenal concluye reafirmando la importancia de la evangelización y del testimonio cristiano en el mundo actual:
“Jesús ha dado su vida por nosotros, y nosotros estamos llamados a hacer lo mismo, a ser testigos de la verdad que es Cristo, el único camino que lleva a la vida eterna”.
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