domingo, 24 de noviembre de 2024
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Entrevista con el exorcista: ¿a qué le tiene miedo?

Habla el P. Casanova, coordinador en español de la Asociación Internacional de Exorcistas.

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Redacción (25/10/2024 08:13, Gaudium Press) Reseña Nicolás de Cárdenas en Aciprensa el documental “Libera Nos. El combate de los exorcistas”, que se estrena en España el próximo 25 de octubre. Sobre el mismo, y el ministerio del exorcistado, conversó con el P. Luis Casanova Cases, coordinador de la sección en español de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), que también impulsa el documental.

Dice el P. Casanova especifica que el riesgo “no es, como alguien podría imaginar, una represalia o venganza del demonio. Lo más peligroso es el pecado. Las tentaciones del demonio acechan a todos, también al exorcista”.

Por ejemplo, el sacerdote designado por su obispo para desempeñar este apostolado de “misericordia y luz” puede ser engañado para realizarlo “con soberbia, orgullo y vanidad”.

“Esto se puede manifestar enseñando doctrinas erradas o actuando con formas no avaladas por la Iglesia, que incluso pueden ser abusivas, realizando ritos inventados ‘más eficaces’, o incluso cayendo en la trampa de usar médiums o técnicas espiritistas para el discernimiento o la liberación”.

Por esto, hay que vivir ese ministerio con humildad, en obediencia al superior, y a los ritos de la Iglesia. Además es preciso tener la formación adecuada. Pero por encima de todo, subraya el P. Casanova, se hace imprescindible “una vivencia espiritual de piedad e integridad de vida”.

¿A qué le teme un exorcista?

El P. Casanova relata que “cuando comienzas a ejercer este ministerio, se entremezcla una inseguridad inicial, un cierto miedo a qué sucederá, cómo lo haré… pero, a la vez, saberte enviado por el obispo da una certeza interior de fe”.

Dicha seguridad estriba en tomar conciencia de que “no soy yo quien libera, es Cristo que en la Iglesia se hace presente con el poder de su cruz y resurrección”, añade el directivo de la AIE.

“Como se dice en la película: el exorcista es como un pobre que llama al corazón de Dios y pide con confianza la liberación de quien sufre”, añade el P. Casanova.

Para prevenirse

Este mundo secularizado ve crecer el acercamento a lo oculto.

A juicio del exorcista, “en la medida que desaparece la fe cristiana estamos comprobando cómo aumentan las creencias supersticiosas y se difunden -a veces de forma planificada- por dibujos animados para la infancia, redes sociales de jóvenes, películas, grupos de música, terapias en hospitales, enseñanzas escolares, actos públicos gubernamentales… Es como una ‘cultura de lo esotérico y ocultista’ que está impregnando todas las capas sociales”.

Para evitar caer en ello, es preciso alejarse “de toda práctica supersticiosa, ni siquiera bajo excusa de curiosidad” y orar y amar como aconsejaba el Cura de Ars: “lo más eficaz es la oración, la formación y vivir juntos la alegría cristiana del servicio a los demás”, señala.

Esto pasa por “meditar amorosamente la Palabra de Dios, celebrar con frecuencia los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión”, observar una “tierna devoción a la Virgen María y a los santos”, procurarnos una “buena formación cristiana” y, a ser posible, “formar parte de algún grupo parroquial o movimiento eclesial”.

La diferencia entre exorcismo y magia

Preguntado por la diferencia entre la magia y el exorcismo, el P. Casanova expone que la primera “busca su eficacia en el dominio o canalización de fuerzas ocultas para ponerlas a su servicio mediante la ritualidad y fórmulas que usa, su objetivo es obtener un beneficio o producir un daño a otra persona”.

“Las acciones preternaturales de esas fuerzas ocultas, revestidas de diversos nombres, algunas denominadas ‘energías’, ‘ángeles’ o ‘santos’, son hechas por los demonios. Nada de eso es el exorcismo”, añade.

Por su parte, el exorcismo “es un momento orante, un sacramental, donde desde la humilde fe y la confianza se suplica a Dios y se manda en nombre de Jesucristo, con la autoridad que Él ha confiado a su Iglesia, para que una persona, objeto o lugar sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída de su dominio”.

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