La misa fue oficiada en la Basílica de San Pedro.
Redacción (28/10/2024 10:56, Gaudium Press) La XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos concluyó el pasado domingo 27 de octubre mediante una misa presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano . A la celebración asistieron Cardenales, Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, quienes fueron invitados a reflexionar sobre la postura de la Iglesia ante los desafíos actuales.
En su homilía, Francisco comentó el Evangelio del día, que cuenta la historia de la curación de Bartimeo, el ciego que, a pesar de estar marginado, encontró la fuerza para clamar a Jesús y continuar su camino. Francisco destacó que la Iglesia debe estar en movimiento, siempre atenta a las necesidades y a los gritos de la humanidad, porque “una Iglesia que se sienta es una Iglesia estancada, incapaz de ver al Señor en medio de ella y responder a los clamores del mundo».
Según el Pontífice, durante la Asamblea sinodal la Iglesia fue invitada a abrirse al grito de quienes buscan refugio y sufren en silencio. Y ella, como Bartimeo, no puede ignorar el sufrimiento y las necesidades de tantos hermanos y hermanas. “No necesitamos una Iglesia que se quede sentada y se rinda, sino una Iglesia que acepte el grito del mundo y se ensucie las manos para servir al Señor”, exhortó.
Una Iglesia misionera, que camina con el Señor por los caminos del mundo
Así como el ciego gritó pidiendo ayuda y obtuvo respuesta, también la Iglesia debe escuchar activamente los gritos de hoy, estando cerca de quienes necesitan apoyo espiritual, material y humano. No caminemos solos ni según los criterios del mundo, sino juntos, como discípulos del Señor.
“No una Iglesia sentada, sino una Iglesia en pie. No una Iglesia muda, sino una Iglesia que acoge el grito de la humanidad. No una Iglesia ciega, sino una Iglesia iluminada por Cristo, que lleva la luz del Evangelio a los demás. No una Iglesia estática, sino una Iglesia misionera, que camina con el Señor por los caminos del mundo”.
Refiriéndose a la reliquia de la “Cátedra de San Pedro”, que tras su restauración quedó expuesta para la veneración de los fieles, el Pontífice recordó el verdadero significado del poder y del liderazgo en la Iglesia. “Recordemos que esta es la Cátedra del amor, de la unidad y de la misericordia, según el precepto que Jesús dio al apóstol Pedro de no ejercer dominio sobre los demás, sino de servirles en la caridad”, resaltó.
Finalmente, el Papa Francisco finalizó su homilía invitando a los fieles a dejar atrás cualquier manto de resignación o parálisis que pueda haber invadido a la Iglesia, y alentó a la comunidad a confiar su propia “ceguera” a Dios y, como Bartimeo, a levantarse y seguir al Señor. “Ánimo, levántate, Él te llama. Levantémonos y llevemos la alegría del Evangelio por los caminos del mundo”, concluyó. (EPC)
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