miércoles, 06 de noviembre de 2024
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De no católica a fundadora del primer convento en Etiopía

La historia de Emahoy Haregeweine.

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Emahoy Haregeweine (centro) con el cardenal Berhaneyesus durante la bendición de la Capilla en Holeta, Etiopía.

Redacción (06/11/2024 16:41, Gaudium Press) Vatican News reporta la historia de Emahoy Haregeweine, una monja pionera en Etiopía, que fundó el primer convento local en ese país, el convento benedictino de la Santísima Trinidad.

A los miembros del convento se les da el título de “Emahoy”, una palabra amárica que significa “Mi Madre”. Este título refleja la creencia de que todas las mujeres son madres: algunas se convierten en madres biológicas, mientras que otras, como las monjas, dedican su vida a convertirse en madres espirituales de todos.

De la inspiración litúrgica al liderazgo monástico

Haregeweine, nacida en Addis Abeba, Etiopía, estudió en la Lycée Gebremariam French School, donde conoció diferentes culturas e idiomas. A la edad de 16 años, después de asistir a su primera misa en la Parroquia de San Francisco con un amigo católico, se sintió profundamente conmovida por la liturgia, que despertó en ella el deseo de fortalecer su relación con Cristo.

A pesar de su origen ortodoxo, se sentía atraída por el catolicismo y comenzó a asistir a misa con regularidad y aspiraba a convertirse en monja. Su fe se profundizó tras ver una imagen de San Francisco, que consolidó su compromiso con su vocación.

Guiada por la oración y el acompañamiento espiritual, Emahoy Haregeweine superó los desafíos y se unió a las Hermanitas de Jesús (fundadas por San Carlos de Foucauld).

Ha emprendido la formación religiosa en varios países, entre ellos Nigeria, Kenia, Egipto, Francia e Italia, mientras buscaba continuamente respuestas a sus preguntas espirituales.

En 2007, mientras asistía a un seminario sobre las tradiciones monásticas etíopes, sintió que había encontrado las respuestas que estaba buscando. Este momento marcó el inicio de su misión de fundar un convento católico que reflejara la identidad espiritual y cultural única de Etiopía.

En 2018, cumplió su sueño fundando el primer convento católico de Etiopía, el “Convento benedictino de la Santísima Trinidad”. Durante su estancia en Francia con el apoyo de los benedictinos, utilizó su tiempo libre para recaudar fondos vendiendo recuerdos hechos a mano. Con esto pudo comprar una pequeña casa en Addis Abeba.

Más tarde, con el apoyo de los benedictinos franceses, compró un terreno en Holeta, a 40 km de la capital. Con la bendición y aprobación del cardenal Berhaneyesus Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba y presidente de la Conferencia Episcopal Católica de Etiopía, se le concedió el privilegio de fundar el convento.

Vestida con su nuevo hábito monástico y ofreciendo oraciones en el idioma local, sintió que por fin había descubierto las respuestas a las lagunas de su viaje religioso.

Emahoy Haregeweine apoya la integración de la fe en la cultura local al tiempo que promueve la autosuficiencia financiera en su convento. Ha puesto en marcha iniciativas agrícolas para garantizar la sostenibilidad a largo plazo, en beneficio tanto del convento como de la comunidad, y ha iniciado también un programa de guardería que conecta a su comunidad con los habitantes de los pueblos.

La vida monástica y la llamada a la santidad

Haregeweine imagina el convento como un santuario pacífico donde los fieles pueden unirse a las monjas en oración, reflexión y consultas espirituales en sus lenguas locales. Su objetivo es crear un espacio en el que la fe y la comunidad florezcan juntas, promoviendo una profunda conexión con Dios y entre ellas.

Anima a las parejas casadas a tener más hijos y a cultivar familias orantes, exhortando a quienes disciernen sus vocaciones a pasar tiempo en oración y a escuchar las indicaciones de Dios. A la luz de la evangelización mediática, espera establecer un sitio web para el convento para difundir mensajes vocacionales.

Para ella, la santidad no se limita a la vida religiosa, sino que es una llamada universal, subrayando que la Iglesia solo durará si estamos dispuestos a sacrificarnos por amor a Jesucristo.

Con información de Vatican News.

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