Los sacerdotes ahora no pueden impartir la unción de los enfermos en hospitales.
Redacción (11/11/2024 12:28, Gaudium Press) El régimen de Ortega ha dado un paso más en la inocultable persecución que ha desatado hacia la Iglesia Católica, y ahora quiere impedir un ejercicio que está en el corazón de su misión salvífica y que es de eterno beneficio para los cristianos: Ahora ha prohibido que los sacerdotes ingresen a hospitales a administrar el sacramento de la Unción de los Enfermos.
Realidad eminentemente espiritual, la Unción de los Enfermos es un sacramento instituido por Cristo administrado a personas en situación de grave enfermedad o vejez, que ofrece una “gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, especialmente tentación de desaliento y de angustia ante la muerte (cf. Hb 2,15). Esta asistencia del Señor por la fuerza de su Espíritu quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios (cf Concilio de Florencia: DS 1325). Además, «si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (St 5,15; cf Concilio de Trento: DS 1717)” (CIC 1520).
Pero al parecer, la instrucción impartida por el régimen es impedir cualquier ingreso de un presbítero a los hospitales: “Los sacerdotes son rechazados en los hospitales, donde se les dice que tienen prohibido el ingreso”, afirma la investigadora Martha Patricia Molina, especializada en la persecución del régimen a la Iglesia.
La persecución abarca diversos campos
Molina también ha destacado la constante vigilancia de los sacerdotes por parte de las fuerzas de seguridad, que recopilan información personal de los clérigos, lo que ha generado un clima de intimidación y miedo. “La policía vigila continuamente a los sacerdotes, les hace preguntas y les recopila información personal detallada”, afirmó Molina. Esta situación ha llevado a muchos sacerdotes a abandonar el país, buscando el exilio como única opción para escapar de las amenazas y la represión.
Un caso reciente es el de un sacerdote de la diócesis de Siuna, quien, tras recibir amenazas y una citación para comparecer ante las autoridades, decidió abandonar Nicaragua. Con él, ya son 67 los clérigos que se han exiliado para escapar de la persecución del gobierno. Además, 255 figuras religiosas han sido obligadas a salir del país, incluidos 98 monjas y varios obispos y seminaristas. A la lista se suman 34 personas a quienes se les ha impedido regresar a Nicaragua y al menos nueve que han sido expulsadas.
El éxodo de líderes religiosos ha dejado a muchos católicos en Nicaragua sintiéndose desprotegidos y vulnerables. Aunque el gobierno de Ortega intenta dar la apariencia de estabilidad, la represión religiosa sigue en aumento. Como advirtió Molina, “la opresión persiste” y la Iglesia Católica se encuentra cada vez más limitada en su capacidad para servir a la comunidad. Ante esta situación, la comunidad internacional ha comenzado a expresar su preocupación por las crecientes violaciones a la libertad religiosa en Nicaragua, instando a una mayor atención y acción ante estos abusos. La represión no solo afecta a los clérigos, sino también a los fieles que se ven privados de un derecho fundamental: el acceso a la atención espiritual en tiempos de enfermedad y muerte.
Con información de Zenit / Infocatólica
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