“Si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación”. (1 Cor 11, 27-29)
Redacción (11/12/2024 09:46, Gaudium Press) Registraron no pocos medios el momento en que Brigitte Macron, pareja de actual presidente francés Macron, se acercó a recibir la comunión en la misa de reinauguración de Notre Dame de París.
Pero resulta que es pública la situación matrimonial de la mujer del mandatario: ella se casa en junio de 1974 con André-Louis Auzière, con quien tiene tres hijos. Se separa en 1994 y divorcia en 2006. Un año después contrae vínculo civil con su antiguo alumno Macron. Su primer marido muere en el 2019.
Entonces una de dos: o después de la muerte del marido Auzière regularizó la situación con la Iglesia, o simplemente lo que hubo en Notre Dame fue una comunión sacrílega escandalosa, dado que “No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están entredicho después de la imposición o de la declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave” (CIC can. 915) Como el escándalo se produjo, los actores pertinentes deberían aclarar todo. Para que la comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo no se vaya volviendo un mero acto social y porque “el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor”, pues “si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación”. (1 Cor 11, 27-29)
Pero también por estos días está siendo noticia la persistencia de acceder a la comunión sacramental de Nancy Pelosi, antigua speaker del Congreso americano.
El caso de Pelosi tiene relevancia especial, porque ella, abortista consumada, fue prohibida de forma pública por parte de su obispo, Mons. Salvatore Cordileone, de acceder a la comunión, justamente porque sus acciones representa un “escándalo público”. La prohibición del Arzobispo Cordileone buscaba invitar a la representante a la cámara a realizar una “conversión de corazón”.
Pero Pelosi es una católica particular, ella tiene una religión a su medida, y por ello declaró recientemente al National Catholic Register que sigue comulgando pese a la prohibición de Cordileone: “Recibo la comunión igualmente. Ese es su problema, no el mío”, dijo. Para ella su fe es su relación personal con Cristo.
En la entrevista también se refirió a la renovación del acuerdo China-Vaticano, del cual se manifiesta contraria, y dijo que le ha transmitido al nuncio las inquietudes al respecto de varios congresistas.
Pero así vamos, comunión de divorciadas (mientras no se publique lo contrario), comunión de abortistas prohibidas por su Obispo. Todo indica que falta catequesis acerca del Santísimo Sacramento del Altar.
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