Ellos continúan en su empeño de reemplazar unos vitrales históricos de Viollet-le-Duc, por unos marca S. XXI.
Redacción (03/01/2025 14:38, Gaudium Press) El gobierno francés, tozudo, quien sabe si porque cuenta con las espaldas calientes del Arzobispo de París, quiere cambiar unos vitrales históricos de Notre Dame sin que exista ninguna justificación.
Pasaron pocos días desde la reinauguración de la ‘Catedral del mundo’, cuando el 18 de diciembre el Eliseo, siempre con el también injustificado respaldo de la diócesis de la ciudad luz, anunció: Un artista-pintor de nombre Tabouret, ideará nuevos vitrales ‘contemporáneos’ para seis capillas del corredor sur de la nave.
Solo que esos vitrales que quieren ser reemplazados no sufrieron ningún daño en el incendio de 2019, y fueron ideados por un nombre que estará por siempre íntimamente asociado a la Catedral, el de Viollet-le-Duc, el arquitecto de la famosa aguja de Notre Dame.
“Es un poco paradójico querer rendir un homenaje a Viollet-le-Duc deshaciendo su obra”, señaló Julien Lacaze, presidente de la Asociación Sitios y Monumentos, que se ha opuesto a esa iconoclastia, y que ya anunció demandas de tipo administrativo contra tal cantera. Es tal vez un deseo de Macron de “dejar su huella a la vista de todos, en la nave”, apunta Lacaze. Si fuese así, tal vez eso explique la premura del mandatario, habida cuenta de lo inestable de su situación política.
Aunque también puede ser que un monumento centenario con tanto prestigio les ‘pique’ a los promotores de estos vitrales ‘contemporáneos’. De hecho, cuando se anunció la idea de estos, se habló de la determinación de “hacer entrar al S. XXI en Notre-Dame”. La idea que surge es que es entonces una iconoclastia contra un pasado que todos admiran en Notre Dame, y que movió a que donantes del mundo entero aportasen hasta 800 millones de euros para su reconstrucción. Antes de seguir empeñados en su empresa, Macron y el Arzobispo de París deberían consultar la voz del pueblo, o incluso la de los donantes para la reconstrucción, a ver qué opinan sobre esa contemporaneidad intrusiva del edificio centenario. Muy probablemente perdería su opción por paliza.
Síntoma de cual es justamente el querer del pueblo, fue la consulta en línea realizada por el site La Tribune de l’Art desde diciembre de 2023, buscando sumar adeptos contra esos vitrales modernos. Hoy por hoy, la petición ya alcanza las 260.000 firmas, un monto nada despreciable.
Estas oposiciones a los vitrales contemporáneos están además avaladas nada más ni nada menos que por la Comisión Nacional de Patrimonio y Arquitectura de Francia, que en junio del año pasado rechazó el proyecto por unanimidad: “¡Por unanimidad! Algo que casi nunca ocurre”, insiste Julian Lacaze.
Por lo demás, lo que sería la ‘placa de recuerdo’ de Macron en el amado edificio, costaría la bicoca de 4 millones de euros… Es decir, la cuestión no es de ninguna necesidad, sino más bien parece ideológica y además bien costosa.
Por lo demás, los vitrales que quieren ser reemplazados sí son clasificados como monumentos históricos, y no tiene presentación que la Dulce y Bella Francia quiera violar la Carta de Venecia de 1964, aprobada por la UNESCO, que justamente establece los principios fundamentales para la conservación y restauración de estos monumentos, y que en su artículo 8 establece que “los elementos de escultura, pintura o decoración que son parte integrante de un monumento sólo pueden ser separados cuando esta medida sea la única viable para asegurar su conservación”. Es decir, en palabras llanas, al presidente francés y al señor Arzobispo de París les tiene sin mucho cuidado un documento de referencia mundial, elaborado por especialistas, sobre cómo deben tratarse las joyas arquitectónicas que se conservan en su país y que ellos deberían custodiar en lugar de amenazar. (CCM)
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