jueves, 09 de enero de 2025
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Obispo de Getafe, España, celebró misa de funeral por el alma de Mons. João Clá

Mons. Ginés García Beltrán celebró misa de funeral por el eterno descanso del fundador de los Heraldos del Evangelio. Destacó sus tres amores.

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Redacción (09/01/2025, Gaudium Press) Mons. Ginés García Beltrán, obispo de Getafe, celebró ayer misa de funeral por el eterno descanso del alma de Monseñor João Clá, EP, Fundador de los Heraldos del Evangelio, en la Capilla de la Casa de la Asociación en Sevilla la Nueva.

En la homilía pronunciada en esta casa, situada en el territorio de su Diócesis, entre otras ideas expresó:

Nos hemos congregado aquí esta tarde para celebrar la eucaristía por Mons. Juan Clá, el fundador de los Heraldos del Evangelio, que hace un mes que pasó a la Casa del Padre, después de una prueba grande de enfermedad y hoy lo que le pedimos al Señor es: Señor cumple en nuestro hermano aquello que hemos repetido en el Salmo: que el vea tu rostro…”

Resaltó Mons. García Beltrán un rasgo presente “en el corazón del carisma de Mons. Juan y en el corazón del carisma de los Heraldos del Evangelio: el amor de Dios. El amor de Dios, que crece —ya digo como diría San Agustín— ‘crece entre las dificultades del mundo y los consuelos de Dios’”.

Tres grandes amores

Si tuviéramos que resumir los tres grandes amores de Monseñor Juan y los tres grandes pilares del carisma de los Heraldos del Evangelio, por supuesto podríamos resumirlos en ‘sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto’. Es la santidad. Es la santidad. No nos podemos conformar con ser buenos”.

La eucaristía que vivifica la Iglesia

Si vosotros os miráis a vosotros mismos, veréis tres grandes amores, el primero la Eucaristía. (…) La Eucaristía que es la presencia del Señor en nuestra vida, en la vida de la Iglesia. Que hermoso es el reconocer, el reconocer en la Eucaristía la presencia del Señor”.

La Eucaristía es lo que nos da fundamento. Yo no se si alguna vez pensamos suficientemente: ‘yo, ¿que sería sin la Eucaristía?’. La Eucaristía es lo que vivifica a la Iglesia, la Eucaristía es la que hace fecunda a la Iglesia. Ese es el primer amor. Es la presencia de Cristo, el memorial de su pasión, muerte y Resurrección. La actualización de su sacrificio redentor. (…) No somos compadres, somos hermanos en la Eucaristía. Es la que nos lanza a la misión, es la que nos hace ser verdaderamente caritativos”.

8 2El segundo amor es la Iglesia. La iglesia que me tiene que doler queridos hermanos. La Iglesia que a mi me gustaría muchas veces, muchísimas veces, ver una Iglesia diferente. Pero tendría que pensar un poco y [meditar] ¿cómo tiene que ser la iglesia mejor? Siendo yo mejor. Acordaos cuando la preguntaron a la Madre Teresa de Calcuta por donde debería comenzar la reforma de la Iglesia. Y ella dijo: por mí, yo soy la primera que me tengo que reformar. Yo tengo que querer a la Iglesia. Esa tentación que puede ser nueva, pero que ha sido siempre, de hablar de la Iglesia en tercera persona, de criticar muchas veces a la Iglesia, aunque sea interiormente, eso no nos lleva más que a la sequedad espiritual, a la sequedad interior”.

Los Heraldos del Evangelio, porque así os lo han enseñado, quieren a la Iglesia. Quieren a esta Iglesia. La Iglesia perfecta está en el Cielo. La Iglesia perfecta es el Cielo. Por tanto, el segundo gran amor de Monseñor Juan, de los Heraldos del Evangelio, es la Iglesia”, sostuvo el Obispo de Getafe.

Y ya sabéis cuál es el tercer amor ¿verdad?. Que es la consecuencia del primero y del segundo, que es la Virgen Santísima.

La Virgen Santísima que es la joya de la Creación. Es la joya que el Señor ha dejado en nuestra vida. Vosotros todos los que estáis aquí sois testigos de vuestras peregrinaciones, sois testigos de como María es la Evangelizadora, como María es la que abre puertas, como María es la que rompe la dureza de los corazones.

Por tanto yo estoy seguro y no quiero tomar la palabra, pero posiblemente lo hayáis oído vosotros muchísimas veces, si Monseñor Juan quisiera dejarnos algún testamento en dos palabras sería: ‘quered mucho a la Virgen, porque la Virgen es la garantía de la fidelidad a Cristo’. (…) Si los Heraldos del Evangelio son marianos serán siempre Cristianos, porque María es la garantía de nuestra fidelidad”, concluyó el prelado.

Mons. García Beltrán terminó su Homilía volviéndose hacia una imagen de la Virgen de Guadalupe, a la que dirigió las siguientes palabras: “Quiero volver mirándola a Ella, y os invito a mirarla a Ella, a pedirle a la Virgen Santísima en esta imagen de la Reina de América, de la Virgen de Guadalupe, a decirle: ‘Madre mía, cumple en nuestro hermano Juan, aquello que le dijiste a Juan Diego: ¿no estoy yo aquí y soy tu Madre?. Pues recógelo en tus brazos y llévalo al Trono de Dios, para que él pueda contemplar para siempre el rostro de Dios’. ¡Qué la Virgen nos ayude cada día a ser fieles al Señor!”. (JAR)

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