Collage de pensamientos del famoso exorcista, en su lucha contra el maligno.
Redacción (10/01/2025 08:41, Gaudium Press) La figura del P. Gabriele Amorth no necesita mucha presentación, al menos en círculos católicos.
Nacido en Módena, cerca de Bolonia, en 1925, militó de joven en la política, siendo secretario de Giulio Andreotti, quien después sería presidente del consejo de ministros italiano. Tras haber tenido un primer contacto con el P. Santiago Alberione, entró a la familia paulina y se hizo sacerdote en 1954.
Ya llevaba mucho tiempo de ministerio presbiteral, cuando en 1986 es convocado a ayudar en Roma al P. Cándido Amantini; entonces comenzó su ‘carrera’ de exorcista, que lo hizo reconocido en el mundo entero. En 1990 ya había fundado la Asociación Internacional de Exorcistas, hoy una institución de mucho prestigio y ciencia. Su fama incluso motivó a que Hollywood le dedicase en el 2023 una película, donde lamentablemente se deforma su figura y su digno ministerio exorcístico, pero que no deja de ser una constatación de la relevancia de su persona.
Una vez declaró que hacía cerca de 3.000 exorcismos por año.
Falleció en el año 2016, en Roma, cuando aún con toda lucidez contaba con 91 años.
Los siguientes pensamientos del P. Amorth solo quieren ser un incentivo para que se profundice en sus obras.
Ellos son tomados de dos libros: “Mi encuentro con el Diablo” (Ed. San Pablo, 2ª. reimpresión, 2023) y “Padre Amorth en Radio María – Diálogo con los oyentes” (Ed. San Pablo, 2ª. Reimpresión, 2022):
“No le temo a quien comete el pecado, porque puede arrepentirse. (…) Le temo a quien justifica el pecado”.
“Al demonio no le interesa poseer [el cuerpo de] una persona. Al demonio le interesa poseer las almas, o sea, hacerlas caer en el pecado”.
“No me cansaré de decirlo, la confesión es más fuerte que los exorcismos, porque la confesión es un sacramento, en cambio el exorcismo es un sacramental”.
“Satanás es nuestro peor enemigo y lo seguirá siendo hasta el final de los tiempos. (…) Este conserva su naturaleza angélica, es inteligente, sabe muchas más cosas que nosotros”.
“Nuestra fuerza es la cruz de Cristo, su sangre, sus llagas, la obediencia a su Palabra y a su institución que es la Iglesia”.
Él habla de diversos tipos de acción del demonio: Tentación, que es sugestión hacia el pecado, la acción más universal de satanás y tal vez la más apreciada, porque permanece oculto; vejaciones diabólicas, que son “formas intermitentes de molestias que golpean la salud o el trabajo”; obsesiones diabólicas, o ideas repetitivas perturbadoras; maleficios, que es la acción del demonio después de haber sido invocado por alguien que nos desea el mal; infestaciones, que son maleficios sobre lugares; sugestiones diabólicas, que son ‘inspiraciones’ que da el demonio a personas que se le han entregado de forma explícita, y las posesiones.
“La persona tiene que acostumbrarse a la oración frecuente, tiene que recurrir con frecuencia a los sacramentos, es decir, habituarse a apelar a Dios continuamente, no solo esporádicamente”.
“Es posible librarse sin necesidad de exorcismos. Basta con la oración, el ayuno, la penitencia, los sacrificios. Pero no es posible liberarse con los exorcismos si no hay oración, sin acercarse a los sacramentos, sin vivir una vida cristiana”.
“Si en una casa se han llevado a cabo sesiones espiritistas, si en una casa se han realizado cultos satánicos, se han predicado misas negras, sucede que la casa queda afectada y causa molestias que intranquilizan a los que allí habitan”.
“No es fácil liberar una casa de la infestación”. Si el caso no es muy grave puede bastar un solo exorcismo o “puede bastar la oración”.
El demonio ya busca causarnos todo el mal posible
Cuenta que en exorcismos satanás lo ha amenazado muchas veces, pero “nunca ha pasado nada. Yo siempre le respondo: ‘Estoy protegido por el Manto de María Santísima, tú no puedes hacer nada”.
“Existen sacerdotes que no se dedican al ministerio del exorcismo por miedo a las venganzas de satanás, ¡pero sucede que satanás ya nos está causando todo el mal que puede! Es una ilusión tonta pensar que si lo dejamos en paz, él nos dejará también tranquilos”.
“Digámoslo claramente: cuando una persona vive en la gracia de Dios, es muy difícil que el maleficio pueda arraigarse”.
“Hoy lamentablemente muchos se consagran a él [demonio]. Yo he quemado muchas consagraciones a satanás todas escritas con sangre”.
Sobre la importancia del sacramento de la penitencia: “‘Pero es que yo lo cometo todos los días [el pecado]’ —¡Entonces hay que confesarse todos los días! El Señor nos perdona todos los días, todas las veces”.
“Los maleficios pueden provocar también males físicos y muchas veces los exorcismos los quitan”.
Cuando se inicia el camino de conversión: perseverancia
“La persona tiene que acostumbrarse a la oración frecuente, tiene que recurrir con frecuencia a los sacramentos, es decir, habituarse a apelar a Dios continuamente, no solo esporádicamente”.
“La persona empieza a orar, a confesarse, va a Misa y el demonio trata de causarle alguna molestia, busca fastidiarla para que desista de su nueva manera de vivir”. “No hay que asombrarse de eso”. “Es necesario continuar con perseverancia, con fe, con la certeza de que conla ayuda del Señor nosotros somos más fuertes”.
Dice el P. Amorth que es común que quien se traga ciertos ‘filtros’ maléficos mezclados con comidas y bebidas “se encontrará no solo con algo desagradable, sino también con los espíritus maléficos que fueron invocados para preparar el maleficio”, provocando “sugestiones o vejaciones diabólicas”. Por eso la constante recomendación de bendecir los alimentos.
“El demonio hace cualquier cosa para permanecer oculto, para que no lo reconozcan. Algunas veces lo hace imitando males naturales”, como el caso del ‘epiléptico’ exorcizado por Jesús.
Importancia fundamental de la vida de piedad
“A las personas que nosotros exorcizamos las ponemos bajo nuestro cuidado. Le imponemos la misa, los sacramentos, el rosario, las oraciones, pero si no hacen caso, les decimos que es mejor que se queden en casa, porque todo sería una pérdida de tiempo y hay muchas gente que nos necesita”.
“La decadencia comienza siempre con el abandono de la oración”.
En los sacerdotes, la decadencia “comienza siempre con el abandono de la liturgia de las horas”. “Por esto se comienza, por la separación de Dios”.
Esta bien rezar por otro, pero es necesario que la persona “ore personalmente, que vaya a misa y se confiese”.
“Existen males físicos que a veces surgen de la nada, que los médicos no consiguen diagnosticar y mucho menos curar. También en estos casos por lo común se trata de vejaciones diabólicas”.
“Los disturbios causados por el demonio son muchos”.
Insiste que cuando baja la practica de la religiosidad al Dios verdadero, lo que aumenta más que el ateísmo es finalmente la superstición. Dice que el exorcismo no es solo para caso de posesión, sino para toda acción especial del maligno fuera de lo ordinario.
Cuenta que en un momento determinado, de 100 exorcistas nombrados por obligación canónica en Francia, solo 6 verdaderamente hacían exorcismos. Dice que de Francia era el país extranjero de donde más le venían pedidos de ayuda.
Las influencias del demonio en sueños “son formas de tentación”. En estos casos “Orar. El Señor nos ha dado, nos ha dejado la frase fundamental: ‘Velen y oren para que no caigan en tentación”. El rosario “es una oración exorcística”.
“De cada 100 personas que vinieron necesitadas de exorcismo, a lo sumo diez tenían la posesión diabólica; las otras noventa tenían una influencia maléfica”.
Contra maleficios “fe, oración y ayuno, es decir, los grandes medios indicados por Jesús”. Hay maleficios por “intereses materiales, intereses sentimentales y otras veces verdadera maldad” de una persona sobre otra.
“Muchas veces [en su misión exorcística] me ha bastado con llevar a las personas a la oración, a la conversión, a los sacramentos, a enderezar sus posiciones, las he llevado a vivir en gracia de Dios. Y no he hecho nada más. Pero también cuando decido hacer el exorcismo, esto es lo primero que hago”.
“poco a poco se logra salir del problema que fue causado por la absorción de influencias maléficas y la persona se vuelve impermeable a ellas”.
“A veces los exorcistas buscamos liberar con nuestra experiencia y nuestra habilidad, pero es sólo con la fuerza del nombre de Cristo como podemos liberar a las personas”. (SCM)
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