Requisitos, situaciones a evitar, doctrina, son varios los elementos contenidos en la nota de la AIE.
Redacción (22/01/2025 10:37, Gaudium Press) Religión Confidencial ha publicado un resumen de la nota emitida por la Asociación Internacional de Exorcista (AIE), que reproducimos a continuación:
La Asociación Internacional de Exorcistas (A.I.E.), aprobada por la Santa Sede como Asociación privada de fieles de derecho pontificio, con personalidad jurídica, y destinada principalmente al servicio de los sacerdotes que ejercen el ministerio del exorcismo en la Iglesia, ha difundido una nota “sobre algunos aspectos del ministerio de los exorcismos”.
Requisitos para ejercer este “sublime ministerio”
Esta nota deja claro que para poder ejercer este sublime ministerio en la Iglesia, se requiere formación adecuada, discernimiento y la licencia del Ordinario competente, rehuyendo cualquier forma de protagonismo o improvisación y procurando un gran humildad y confianza en Dios.
También recuerdan que el exorcista, signo de la misericordia de Cristo para la liberación y consolación de quienes sufren la acción extraordinaria del Maligno, ha de seguir el ejemplo del Buen Samaritano y los Santos, para llevar la esperanza del Evangelio a quien «cuando está en poder del Maligno, de hecho, es el más pobre de los pobres».
Evitar situaciones que son censurables
Por eso, con el objetivo de ofrecer las aclaraciones necesarias para que se obre bien y evitar ciertas prácticas “que aumentan el sufrimiento y provocan desorientación entre los fieles”, se señalan diez precisiones para iluminar algunas situaciones que son censurables.
Diez prácticas incorrectas
Lo primero es reprobar a quienes “careciendo de formación adecuada y de mandato episcopal” emprenden “caminos arbitrarios de liberación, no autorizados por la competente autoridad eclesiástica”.
La segunda práctica incorrecta y que califican de deplorable es cuando “algunos, en lugar de proclamar el Evangelio de Jesucristo que libera al hombre de la esclavitud del mal y del pecado, centren su atención exclusivamente en la presencia y la obra del demonio” induciendo a creer que la liberación depende únicamente de una repetición compulsiva de oraciones y bendiciones. “La paz que viene de Cristo, y que todos anhelan, sólo puede obtenerse mediante una vida de caridad, alimentada por la Palabra de Dios, la oración, la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión, y de una auténtica devoción a la Virgen Inmaculada”.
Conceptos de origen esotérico o new age
En tercer y cuarto lugar la A.I.E insiste en que no se puede descuidar “el discernimiento serio y riguroso prescrito” y utilizar criterios ajenos a la fe católica, “avalando conceptos de origen esotérico o new age”, ni tampoco utilizar “procedimientos supersticiosos” o tocando determinados puntos del cuerpo o pidiendo fotos o ropa para reconocer posibles maleficios con el fin de “diagnosticar la presencia de entidades malignas” o para “expulsar la negatividad”, o sugiriendo un uso impropio del agua, sal, aceite bendecido, etc., que algunos denominan “exorcizados”.
La quinta y sexta práctica incorrecta dice: “Es totalmente inaceptable colaborar o delegar el discernimiento a quienes se consideran sensitivo o presuntos carismáticos, dirigiendo hacia ellos a los fieles que sufren o en algunos casos, dejarse guiar por ellos para liberar del maligno a las personas que sufren, excluyendo a priori la ayuda de las ciencias psicológicas y psiquiátricas, así como de otras disciplinas positivas”.
Afirmaciones temerarias, dañinas y maleficios
La séptima y octava práctica censurable incide en que es temerario y dañino “el ansia de querer a toda costa identificar una acción demoníaca extraordinaria como la causa desencadenante de una situación de sufrimiento, cuyo origen se desconoce”, o ante la extendida práctica del maleficio “tender a ver en el maleficio el origen necesario de todos los males y desgracias que pueden sobrevenir a la vida de una persona”.
Con respecto a este importante asunto, la Asociación Internacional de Exorcistas reitera que es necesario, en cambio, concentrar la atención en los remedios de gracia ofrecidos por la Iglesia y en el camino cristiano a seguir, recordando que es fundamental enseñar a los que sufren:
- La certeza de la fe de que Dios no abandona a su criatura en la prueba, sino que de alguna manera sufre con ella y al mismo tiempo la sostiene y la conforta con su gracia;
- La convicción de que cualquier sufrimiento, causado por cualquier mal que pueda golpearnos en la vida, si se acepta con amor y se ofrece a Dios, convierte el mal en bien. En efecto, «la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria» (2 Co 4,17), al completar en nuestra carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia (cf. Col 1,24).
Sanación del árbol genealógico
La novena práctica incorrecta menciona la sanación intergeneracional (sanación del árbol genealógico): “Siguiendo intervenciones de diversas Conferencias episcopales”, la última en España, no se puede practicar “la llamada sanación intergeneracional, como condición sine qua non, sin la cual, no se puede alcanzar una sanación o una liberación”.
Desterrar el miedo
Por último, la nota concluye: “El exorcista debe conducir a los fieles atormentados a recibir la paz que viene de Cristo. Para ello, él es el primero que debe estar habitado por esta paz, rechazando toda forma de miedo y educando a los que acompaña con su Ministerio a combatirlo. Porque el miedo, cualquiera que sea la razón que lo provoque, cuando se cultiva, conduce al debilitamiento de la fe y a la pérdida de la confianza en Dios. El diablo se sirve de él para esclavizar al hombre (cf. Hb 2,14-15), mientras que en la Biblia resuena la invitación de Dios a no tener miedo, al menos 365 veces. Un sacerdote que tuviese miedo del demonio en el ejercicio de su Ministerio o en su vida cotidiana no podría ejercer el Ministerio del exorcismo sin exponerse a graves peligros para su vida espiritual, sobre todo si, en lugar de cultivar la confianza y el abandono total de sí mismo en las manos misericordiosas de Dios, intenta afrontarlo con prácticas más o menos supersticiosas”.
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