domingo, 26 de enero de 2025
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Relaciones entre Obispos-Papa es más la de una elipse donde hay dos focos, dice Ratzinger

El Padre Olek Stirrat publica artículo sobre “La peculiaridad del Primado Papal”.

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San Pedro, por Carlo Sacchi, Pinacoteca Transalpina, Pavía

Redacción (24/01/2025, Gaudium Press) No son pocas las voces importantes, que están tratando el tema de la autoridad real de los obispos, también con relación a la autoridad pontificia.

Por ejemplo, en la presentación que el pasado 20 de enero se hizo del último libro del Cardenal Robert Sarah en Milán, este afirmó, citando al Papa Benedicto, que “el Concilio Vaticano I no ha definido de ninguna manera al Papa como un monarca absoluto, sino, al contrario, como garante de la obediencia a la Palabra transmitida: su autoridad está ligada a la tradición de la fe: esto también es cierto en el contexto de la Liturgia. Ella no viene ‘fabricada’ por un aparato burocrático. También el Papa sólo puede ser un humilde Servidor de su correcto desarrollo y de su permanente integridad e identidad… La autoridad del Papa no es ilimitada; está al servicio de la Sagrada Tradición”.

Un teólogo polaco

Por su parte el sacerdote polaco que desarrolla su ministerio en Australia, el P. Olek Stirrat, publica en What We Need Now un sesudo artículo titulado “La Peculiaridad del Primado Papal” (The Peculiarity of Papal Primacy), en el que en esa nota con se adentra en los fundamentos de la primacía de Pedro y sucesores, pero también indaga sobre la autoridad que Dios le concedió al colegio episcopal.

Se introduce en el asunto el P. Stirrat, diciendo que justamente por su participación en la autoridad de Cristo, dada por el propio Cristo, el Sumo Pontífice debe ser un “testigo de Cristo” y “en la medida en que esto no sucede, se vuelve particularmente escandaloso porque la corrupción del más alto es la peor (corruptio optimi pessimi)”.

Sí, uno puede escandalizarse cuando reflexiona sobre el papado en la historia de la Iglesia y cómo ha sido abusado, pero el papado es escandaloso precisamente porque es un cargo divinamente instituido y construido sobre la fragilidad humana”, dice el sacerdote que ejerce su ministerio en Adelaida. Realmente esta tarea de cumplir a total cabalidad con la misión de ser Vicario de Cristo es algo casi como una “tarea imposible”, porque la vara con que se mide ese servicio es el propio Cristo.

Pero, al final, ¿cómo debe llevarse a cabo esa ‘misión imposible’ del primado petrino?, se pregunta el autor.

Recuerda el padre polaco que, de acuerdo a la Constitución Pastor Aeternus, del Vaticano I, el Pontífice romano “tiene poder de jurisdicción inmediato, ordinario y verdaderamente episcopal sobre toda la Iglesia.… El [Primer] Concilio Vaticano llama a la primacía del papa primacía apostólica, y a la Sede Romana sede apostólica.… Así, en el ámbito de la doctrina, el papa, en su capacidad oficial, es infalible, siendo sus decisiones ex cathedra irreformables ex sese [por su propia naturaleza] y no en virtud de la confirmación posterior de la Iglesia.… En lo que respecta a la communio [comunión], el otro pilar de la Iglesia, se sigue que sólo quien está en comunión con el Papa vive en la verdadera communio del cuerpo del Señor, es decir, en la verdadera Iglesia”.

Sin embargo, siendo cierto quesegún el Vaticano I, el papa goza de primacía, pero esta primacía no es absoluta, ya que está determinada por la comunión de la Iglesia. Ésta se convierte en la base sobre la que se desarrolla la relación entre el papado y el episcopado. Si el papado tiene el poder supremo, ordinario e inmediato sobre toda la Iglesia, ¿qué papel le queda al resto del episcopado? ¿Actúan todos los demás obispos simplemente como súbditos leales del Papa? Pastor Aeternus se focaliza en las cuestiones del primado y la infalibilidad, pero no utiliza el lenguaje de la colegialidad. Los Padres conciliares no pudieron entablar una discusión sobre el episcopado debido a la invasión de los estados papales y la posterior suspensión del Concilio”, recuerda y resalta el presbítero Stirrat. “Sin embargo, es interesante notar que hay una declaración que habla de la relación entre el papado y el episcopado en la siguiente perícopa [pasaje]”:

Este poder del Sumo Pontífice de ninguna manera quita el poder ordinario e inmediato de la jurisdicción episcopal, por la cual los obispos, que han sucedido en el lugar de los apóstoles por nombramiento del Espíritu Santo, cuidan y gobiernan individualmente los rebaños particulares que les han sido asignados.”

El episcopado es instituido sacramentalmente

Resalta pues el sacerdote que en la perícopa se establezca que es el propio Espíritu Santo “quien nombra a los obispos, lo que implica que el episcopado no es el resultado de una delegación papal sino que es instituido sacramentalmente. El Concilio Vaticano II, en su Decreto sobre el Oficio Pastoral de los Obispos, Christus Dominus, examinó el papel del episcopado en unión con el papado. Según el decreto, el colegio episcopal es el sucesor del colegio apostólico, expresa su autoridad ‘con el Sumo Pontífice y bajo su autoridad’ y cada obispo ‘debe manifestar una preocupación por todas las iglesias’ de las cuales es responsable. El Decreto alienta un enfoque más ‘católico’ [universal] en el gobierno y reconoce la legitimidad divinamente instituida de cada obispo individual que tiene ‘toda la autoridad ordinaria, propia e inmediata que se requiere para el ejercicio de su oficio pastoral’ en su diócesis dada”.

Recuerda el sacerdote polaco, que Ratzinger comenta que la frase “‘católico romano’ expresa la dialéctica del primado y del episcopado, que comprende una riqueza de relaciones, en las que uno no puede existir sin el otro’. En términos metafóricos, en lugar de un círculo, donde el Papa es el centro absoluto con todos orientados a su alrededor, Ratzinger propone la imagen de una elipse dentro de la cual se sitúan los dos principios del primado y del episcopado. Afirma: ‘La Iglesia aparece (para usar las palabras de Heribert Schauf), no como un círculo con un solo centro, sino como una elipse con dos focos: el primado y el episcopado’. Estos dos principios se unen en la persona del Papa, que es el obispo de Roma. No hay sin embargo una igualdad estricta entre el Papa y los demás obispos, ya que el Sumo Pontífice es descrito como la ‘cabeza del colegio. Sin embargo, la autoridad de los obispos tampoco está en competencia con el obispo de Roma. Su autoridad no depende ni está mediada por el Papa, sino que también es instituida divinamente. Esto se refleja en el testimonio bíblico: Jesús no llamó a Pedro, quien luego llamó a los otros apóstoles. Jesús llamó personalmente a cada uno de los apóstoles y les confirió su propia autoridad”.

Los límites del Primado propuestos por Ratzinger

Pero, “¿los obispos proporcionan entonces controles y contrapesos al papado? ¿Pueden los obispos corregir al Papa? El episcopado colegial califica la primacía papal y está intrínsecamente relacionado con ella, ya que uno de los episcopoi es el propio papa. Para decirlo más particularmente, Ratzinger propone siete límites a la primacía papal”, afirma el sacerdote:

1. El papa no puede arrogarse los derechos episcopales, ni sustituir su poder por el de los obispos;

2. La jurisdicción episcopal no ha sido absorbida por la jurisdicción papal;

3. El papa no recibió la plenitud total de los poderes de los obispos por los decretos del [Primer] Concilio Vaticano;

4. El papa no ha ocupado virtualmente el lugar de cada obispo individual;

5. El Papa no puede ponerse en el lugar de un obispo en cada caso particular, frente a los gobiernos;

6. Los obispos no se han convertido en instrumentos del Papa;

7. Los obispos no son funcionarios de un soberano extranjero en sus relaciones con sus propios gobiernos.

El P. Stirrat cita a Ratzinger quien dice que “‘el primado no puede modelarse según el modelo de una monarquía absoluta como si el Papa fuera el monarca irrestricto de un Estado sobrenatural constituido centralmente llamado Iglesia.’ Esta analogía, sin embargo, plantea la pregunta de cuál es la constitución en un contexto eclesial. ¿Qué es lo que proporciona un andamiaje para dar forma al primado papal? Lo que Ratzinger llama communio, Balthasar lo llama Constelaciones Cristológicas, que se basan en la Escritura y la Tradición. Balthasar comenta:

Como pastor que tiene que pastorear a todo el rebaño, él [el Papa] tiene derecho a reclamar autoridad (en doctrina y liderazgo) y a exigir unidad. Esta prerrogativa es solo suya. Pero no lo aísla de los demás que tienen misiones fundadoras y que, a su manera, no tienen menos vida y representación continua en la Iglesia.

Lo que Balthasar está insinuando es que varias misiones dentro de la Iglesia continúan formando una unidad llena de tensión… una comunión. Se refiere a la Iglesia como una ‘realidad multidimensional’ y hace referencia a los ‘campos de fuerza que pesan sobre la Iglesia’, así como a la ‘red de tensiones en la Iglesia’. Su visión de la Iglesia se basa en las relaciones que Jesucristo estableció con diferentes personas, dotándolas de diferentes misiones que son constitutivas de la Iglesia. El problema para nosotros con el Papado hoy es que, con nuestras lentes posmodernas, tendemos a ver la Iglesia a través del prisma del poder, y así relegamos todos los demás ministerios como poco importantes o los vemos como en conflicto con el principio petrino o primado. Sin embargo, para Balthasar, no es el principio petrino (primado-gobierno) el que es fundamental, sino el principio Mariano (santidad laica), que es el objetivo orientador del primado. El primado existe por el bien de la unidad eclesial, la autoridad por el bien del servicio. Balthasar afirma que ‘lo que Pedro recibirá como infalibilidad para su oficio de gobierno será una participación parcial en la impecabilidad total de la Iglesia femenina, mariana’”.

Orar por la santidad del Papa

Sigue el P. Starrat citando a Von Balthasar, cuando en 1988, en un ensayo en honor del Papa Juan Pablo II, decía:

El Sucesor de Pedro, que como Obispo de Roma tiene que cuidar de la unidad de la Iglesia visible, se refiere intrínsecamente a este principio mariano de unidad de la Iglesia como Esposa de Cristo; los dos principios eclesiales –ambos expresamente asignados a su papel por el mismo Cristo– son inseparables y pueden separarse entre sí sólo con un gran daño a la unidad orgánica de la Iglesia. María, como Madre y modelo de la Iglesia, no puede usurpar las funciones ministeriales, así como el papado y cualquier otro cargo ministerial no pueden desempeñar sus funciones sin tener en cuenta la feminidad y la maternidad de la Iglesia.”

Lo que necesitamos ahora es quitarnos las lentes posmodernas, concluye el sacerdote polaco, para poder ver todo el episcopado, junto con el primado del papado, como orientado hacia la santidad, nuestra santidad. Necesitamos pasar más tiempo en oración, suplicando a Dios que se nos conceda alguna participación y comunión en la comunión de los santos. Aunque es fascinante tratar de averiguar quién será el próximo papa (¡ciertamente estaré siguiendo la intriga cuando ocurra!), desde la perspectiva de la vida eterna, lo más importante es la santidad. Y como ayuda que el Papa sea personalmente santo también, oremos por su santidad y la nuestra”. (SCM)

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