jueves, 30 de enero de 2025
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Entrevista al ‘genio’ católico sobre Inteligencia Artificial: O mejores médicos o armas mortales

El P. Paolo Benanti, experto en la materia, tiene además un encargo de la ONU para la regulación de la IA y hace parte de una comisión del gobierno italiano sobre el tema.

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Foto: COPE

Redacción (29/01/2025, Gaudium Press) La cadena española COPE ha publicado entrevista con el que es considerado el mayor experto en la Iglesia sobre la Inteligencia Artificial, el sacerdote franciscano Paolo Benanti. Este presbítero tiene un encargo de la ONU para la regulación de la IA, y también hace parte de una comisión del gobierno italiano sobre el tema.

Es especialista en ética, bioética y ética de las tecnologías, es profesor en la Universidad Gregoriana y el principal asesor del Papa en estas materias de IA.

Publicamos a continuación algunos apartes de la entrevista. Los subtítulos son de Gaudium Press:

Pregunta: Franciscano, teólogo, experto en inteligencia artificial. ¿Con cuál de todas estas acepciones se siente más identificado Paolo Benanti?

Respuesta: Diría que depende. Si nos vemos por la mañana en la iglesia diría franciscano. Si nos vemos en clase, profesor; y si nos vemos en algún comité internacional, también experto en inteligencia artificial.

P: Cuando usted lee noticias sobre que la inteligencia artificial es capaz de hacer cada vez más cosas, lo hace con miedo, con entusiasmo. ¿Cómo afronta usted las novedades sobre el desarrollo de la inteligencia artificial?

R: Desde cierto punto de vista, no hay tecnología que de alguna manera no hable de la grandeza del hombre. Y desde el punto de vista de la fe, esto es algo que diríamos de nuestro Creador. Pero también debemos ser conscientes de algo que es muy antiguo. Tan antiguo como el hombre. Cuando hace 60.000 años estábamos en una caverna, y por primera vez tomamos en la mano una clava, un bastón, ¿era un utensilio para abrir más cocos o era un arma para abrir más cráneos?

Existe esta dualidad de la tecnología. Y entonces, cuando hoy escuchamos estos grandes prodigios de la inteligencia artificial, debemos ser conscientes de que pueden ser grandes prodigios que ayudarán a los médicos a ser mejor médicos, a los jueces a ser mejores jueces, nos ayudarán a vivir mejor como hombres…. o podrían ser armas mortales que aumentarán las diferencias, las desigualdades, que serán lo que permita a unos pocos controlar a muchos.

P: Regular la inteligencia artificial, ¿es limitarla?

R: Bien, este es un término que hay que aclarar porque podríamos pensar que la ética o el derecho tienen como única función la de ser un collar como el que se le pone a un perro, ¿no?, para evitar que se vaya. Si lo entendemos en este sentido, no le estamos haciendo un servicio ni a la inteligencia artificial, ni a la ética, ni al derecho.

Hace unos 100 años, por primera vez, realizamos máquinas que iban más rápido que el hombre, el automóvil. Pues bien, hicimos una forma de regulación que no servía para que los automóviles no fueran a donde queríamos, sino que servía para evitar accidentes entre el hombre y la máquina. Pues bien, ese código de circulación no ha evitado que el automóvil se desarrolle. Hemos tenido el Ferrari, el Lamborghini, coches también muy rápidos, pero se han evitado accidentes, y hoy se trata de hacer lo mismo. Se trata de poner unas barreras de protección que de alguna manera permitan que la máquina no haga daño al hombre.

P: Usted, también el Papa Francisco, insistís en la idea de que es fundamental “poner al hombre en el centro del desarrollo de la IA”. Pero esto, ¿en qué se concreta? ¿Qué es poner al hombre en el centro del desarrollo de la inteligencia artificial?

R: Podemos tener una máquina que cada vez más tome el lugar del hombre. Pensemos en el periodismo. Podríamos tener una máquina que de hecho tome el lugar de todo periodista y simplemente hemos quitado al hombre del centro de esta innovación. O podríamos tener una serie de sistemas que permitan al periodista hacer mejor su trabajo, ver mejor la perspectiva de las noticias, hacer un fact cheking, tener una comprensión mayor y más rápida de lo que sucede. Son los mismos algoritmos, pero con dos modelos de desarrollo muy diferentes. Por un lado, hay una máquina que reemplaza al hombre, por otro, hay una máquina que aumenta las capacidades del hombre. Esto es lo que entiende el Papa, una máquina que deje al hombre un control significativo de lo que sucede y nos ayude a ser más humanos.

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P: La relación del hombre con las máquinas no es nueva. La humanidad ha vivido la Revolución Industrial, que hasta el momento ha sido la gran interacción entre hombre y máquina que más transformaciones sociales ha provocado. ¿Qué diferencias y similitudes ves con aquella época?

R: Desde un primer punto de vista, podemos considerar la inteligencia artificial como el último eslabón temporal de esta cadena, que es una cadena de automatización, cuando la máquina empezó a ocupar el lugar de los músculos del hombre y nos ayudó a hacer más cosas. Esta vez, sin embargo, utilizamos la información para controlar la máquina y esto crea una máquina que es capaz de hacer algo que ninguna máquina hacía hasta ahora. Y cuando tenemos, por ejemplo, uno de esos robots que barre el suelo, que limpia la habitación, he aquí que de repente no solo ocupa el lugar de nuestra fatiga, sino que adquiere de nosotros un fin, limpiar, y luego elige los medios con los que limpiar. He aquí, una máquina que adapta los medios al fin es una máquina que nunca hemos visto y debemos recordar que el fin no justifica los medios.

La pregunta clave

P: Y, ¿cómo nos va a transformar a la sociedad? Es decir, ¿qué patrimonio va a dejar de ser exclusivamente humano para tenerlo compartido con la inteligencia artificial?

R: Esta es la pregunta clave y este es quizás también el motivo por el que la Iglesia está tan en el centro de este debate. No podemos evitar preguntarnos o hacernos preguntas sobre la máquina sin que de repente no surjan preguntas sobre el hombre, sobre quiénes somos o sobre cuál es nuestra especificidad. Entonces esto es interesantísimo porque después de una temporada en la que pensamos que los grandes simios eran humanos como nosotros, he aquí que de repente una máquina que se comporta como nosotros, nos hace reconocer que hay algo único en nuestra condición. Y entonces estamos en este cambio de época, esta era digital, como llamo uno de mis textos, que simplemente nos muestra que debemos tener la fuerza de decirnos a nosotros mismos quiénes somos y cuál es nuestro destino.

P: ¿Cuál es la aportación más importante que da la Iglesia al estudio de la inteligencia artificial?

R: Nosotros tenemos esta larga tradición de reflexión que es la Doctrina Social de la Iglesia, y en la doctrina social de la Iglesia hay algunos principios fundamentales. Lo que debemos reconocer es que la inteligencia artificial es un multiplicador, logra multiplicar lo que encuentra, podría multiplicar la injusticia o multiplicar nuestros esfuerzos de caridad política, de caridad social y por lo tanto de justicia. Desde un punto de vista de la Doctrina Social de la Iglesia, este es el tema más importante, es decir, transformar la innovación que es la capacidad de hacer mejor algo en una forma de desarrollo, algo que contribuya al bien común. Esta es la perspectiva quizás principal que en este momento vemos sobre la inteligencia artificial.

Inteligencia artificial y Dios

P: ¿La inteligencia artificial puede ayudarnos a conocer más a Dios o aumentar nuestra vida de fe? O ese campo no es el suyo…

R: Digamos que la inteligencia artificial puede hacer algo diferente. Cambia la forma en que accedemos a la información y debemos reconocer que cada uno de nosotros cree en algo. Si preguntara si creemos que la realidad está hecha de átomos, todas las personas dirían que sí. ¿Pero cuántas personas han visto los átomos?

Todos creen en una información leída en alguna parte. Entonces, creer no es solo cosa de quien tiene fe. Pues bien, la inteligencia artificial, al ser la interfaz que nos trae la información, ha hecho que cuando le preguntaron a la inteligencia artificial quién era, tuvo que creer en lo que la inteligencia artificial le decía. Solo que la inteligencia artificial une datos entre sí de una manera no diferente a como en el pasado un sacerdote en un templo unía las entrañas de un pollo a las estrellas del cielo. Así que podríamos generar una nueva creencia en estos nuevos oráculos.

Es aquí donde la fe y toda la reflexión teológica de la Iglesia nos ayudan a reconocer si estamos mirando a la inteligencia artificial con una perspectiva científica o con una perspectiva pseudo-religiosa, que creo que no nos lleva por buen camino.

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