El 11 de febrero de 1858, en la villa francesa de Lourdes, en las márgenes del río Gave, la Virgen Santísima manifestó su profundo amor hacia nosotros.
Redacción (11/02/2025 08:08, Gaudium Press) El 11 de febrero de 1858, en la villa francesa de Lourdes, en las márgenes del río Gave, la Virgen Santísima manifestó su profundo amor hacia nosotros, apareciendo a una niña de 14 años, llamada Bernadette (Bernardita) Soubirous.
Inicio de la Historia
La historia de la aparición comienza cuando Bernadette, salió, junto con dos amigas, en busca de leña en la Piedra de Masabielle.
Para eso, tenía que atravesar un pequeño río, pero como Bernadette sufría de asma, no podía entrar al agua fría, y las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas.
Ella, entonces, quedó de un lado del río, mientras las dos compañeras iban a buscar la leña. Fue en ese momento, que Nuestra Señora aparece a Bernadette.
Así nos lo cuenta: “Sentí un fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza. Volví a mirar y vi que las ramas de espinas que rodeaban la gruta de piedra de Masabielle se estaban moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima Señora, tan hermosa, que al verla una vez, da ganas de morir; tal el deseo de volver a verla”.
Como era aquella Señora
Bernadette continúa narrando los hechos:
“Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza. Yo, creyendo que estaba soñando, me fregué los ojos; pero levantando la vista vi nuevamente la bella Señora que me sonreía y me pedía que me aproximase. Pero yo no me atrevía. No que tuviese miedo, porque cuando alguien tiene miedo huye, pero yo me habría quedado allí mirándola toda la vida. Entonces tuve la idea de rezar y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la Señora se persignaba al mismo tiempo que yo. Mientras iba pasando las cuentas ella escuchaba las Ave-marías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre, Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza. Terminando el rosario, sonrió para mí otra vez y retrocediendo para las sombras de la gruta, desapareció”.
La vuelta a la Gruta y la invitación
En pocos días, la Virgen vuelve a aparecer a Bernadette en la misma gruta. Entretanto, cuando su madre supo todo se disgustó, pues pensaba que su hija estaba inventando historias. Algunos llegaron a levantar la idea de que no era la Virgen, sino que se trataba de un alma del purgatorio. Lo cierto es que Bernadette quedó prohibida de volver a Masabielle.
A pesar de la prohibición, muchos amigos de Bernadette pedían que volviese a la gruta. La madre sugirió que se consultase al papá. El señor Soubirous, después de pensar y dudar, permitió que la niña volviese el 18 de febrero. Esta vez, Bernadette fue acompañada por varias personas, que con rosarios y agua bendita esperaban aclarar y confirmar lo narrado.
Al llegar todos los presentes comenzaron a rezar el rosario; es en este momento que Nuestra Señora apareció por tercera vez.
Bernadette narra así la aparición: “Cuando estábamos rezando el tercer misterio, la misma Señora vestida de blanco se hizo presente como la vez anterior. Yo exclamé: ‘Ahí está’. Pero los demás no la veían. Entonces una vecina me dio agua bendita y yo lancé algunas gotas en la visión. La Señora sonrió e hizo la señal de la cruz. Bernardita dijo: ‘Si vinieres de parte de Dios, aproxímate’. Ella dio un paso adelante”.
En seguida, la Virgen dijo a Bernadette: “Ven aquí durante quince días seguidos”. La niña prometió que sí y la Señora le expresó:
“Yo te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el otro”. Después de este intenso momento que cubrió a todos los presentes, la noticia de las apariciones corrió por todo el pueblo, y muchos iban a la gruta creyendo en lo ocurrido, aunque otros se burlasen de eso.
Entre los días 11 de febrero y 16 de julio de 1858 hubo 18 apariciones.
Estas se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la Virgen, y por la aparición de una fuente de agua que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones y que desde entonces es un lugar de referencia de innúmeros milagros constatados por hombres de ciencia.
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