Habla la presidenta de la Fundación Internacional Ratzinger, sobre el legado teológico de Benedicto XVI tras dos años de su fallecimiento. Destaca la relevancia del pensamiento del Papa alemán, que sigue siendo clave en la reflexión sobre la fe y la razón en la Iglesia actual.
Foto: El Debate
Redacción (20/02/2025 10:00, Gaudium Press) A dos años de la muerte de Benedicto XVI, su pensamiento teológico sigue siendo objeto de sumo interés y estudio. Marcela Jiménez-Unquiles, mujer de basta formación académica y un profundo compromiso con la teología y filosofía de Ratzinger, doctora en Derecho y licenciada en Ciencias Religiosas, es presidenta de la Fundación Internacional Ratzinger (FIR). Ella defendió su tesis doctoral en el 2021 sobre El pensamiento de Joseph Ratzinger a la luz del Discurso de Ratisbona. Die Horizonte der Vernunft ausweiten (Ampliando los horizontes de la razón). En entrevista con Carmelo López-Arias de Religión en Libertad, la Dra. Jiménez-Unquiles explicó las diferencias entre la FIR y la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Ella además comparte con el Papa alemán, su pasión por el piano.
¿En qué se diferencia la Fundación Internacional Ratzinger de la Fundación Vaticana?
Marcela explica que la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, creada bajo las normativas eclesiásticas del Vaticano, está vinculada directamente a la Iglesia, mientras que la Fundación Internacional Ratzinger (FIR), constituida en España, es una entidad privada y seglar que tiene un enfoque académico y de proyección internacional. La FIR tiene como principal objetivo promover, preservar y difundir la obra teológica de Ratzinger, conectando el ámbito académico con diversos contextos culturales, sociales, políticos y religiosos del mundo.
“La FIR obedece a una iniciativa totalmente privada y seglar, lo que no es óbice para que algunos de los miembros de su Patronato y de su Consejo Asesor sean sacerdotes, obispos o cardenales de la Iglesia católica”, afirma.
¿Cuándo nació la Fundación Internacional Ratzinger-FIR?
Fue inscrita en el Registro de Fundaciones por Resolución de 9 de septiembre de 2024. Se gestó después de su tesis doctoral, inspirada por una carta personal de Benedicto XVI en la que agradecía su trabajo y le encomendaba fomentar la amistad de sus alumnos con Jesucristo. Este hecho fue el impulso para que naciera la Fundación, cuyo propósito no solo es difundir el pensamiento de Ratzinger sino también organizar eventos académicos internacionales. En 2024, la FIR co-organizó el Congreso ‘Cooperatores veritatis’ (Cooperadores de la verdad) en México: “Nuestra institución cuenta con patronos procedentes de Estados Unidos, Venezuela, Brasil y México, en donde precisamente celebramos en 2024 el Primer Congreso Internacional ‘Cooperatores veritatis’, organizado por la Universidad Panamericana de Ciudad de México en colaboración con la Fundación Internacional Ratzinger”, expresa.
¿Qué papel representa el pensamiento de Ratzinger en una estrategia católica de revitalización de la Iglesia en España?
Un punto central de la entrevista fue adentrarse en la propuesta teológica de Ratzinger, que según Jiménez-Unquiles, se basa en una visión de la razón abierta. El teólogo alemán se basaba en que la razón y la fe no son opuestas sino complementarias. En su trabajo, buscaba permitir que ambas, razón y fe, se iluminaran mutuamente. La fe constituye un desafío natural para la razón, generando una teología de la verdad que abarca todos los aspectos de la vida humana. Este enfoque fue una de sus grandes contribuciones a la Iglesia y sigue siendo relevante para el catolicismo del siglo XXI, que necesita abrazar tanto el progreso intelectual como la tradición de la fe.
¿Cuál es la propuesta de Ratzinger sobre la relación entre fe y razón?
La teología de Ratzinger no renuncia al compromiso cristiano con la razón. En su visión, la religión debe ser acrisolada por la razón, y la razón sirve a la religión. Esto lo menciona claramente en sus escritos filosóficos, teológicos y pastorales, donde buscó articular armónicamente fe y razón. Su concepto ratzingeriano de “razón abierta”, una razón abierta a la fe, es una invitación a expandir el entendimiento humano.
“A partir de una razón abierta y ampliada, dar paso a una nueva Ilustración que penetre en la vasta llanura de la verdad -según la bella expresión platónica-, más allá de la mera demostración empírica. Las instituciones universitarias están invitadas a crear y fomentar una nueva presencia cultural, a fin de convertirse en genuinas comunidades que se dediquen a buscar incansablemente la verdad”, afirma la Dra. Jiménez-Unquiles.
De ahí que algunos llamen a Benedicto XVI como el “Papa de la razón”. Este punto de su pensamiento cobra especial relevancia hoy, ya que Ratzinger sostenía que el cristianismo no debe reducirse a una simple moral o conjunto de dogmas, sino que es un desafío profundo a la razón humana, invitando a los creyentes a vivir una existencia que trascienda lo elemental.
¿Cree la Dra. Jiménez Unquiles que hubo un Ratzinger progresista y un Ratzinger conservador? ¿Hubo un ‘continuum’ en el pensamiento de Ratzinger?
“En su famosa conversación con su biógrafo Peter Seewald —recuerda la doctora—, publicada con el título La sal de la tierra, el entonces cardenal afirmaba que la decisión tomada por él de vivir para Dios, Cristo y la Iglesia jamás se vería alterada. Su sentido de fidelidad a lo esencial de su vocación y, por ende, a estar al servicio de la verdad, se mantuvo siempre firme.
“No obstante, él mismo recordaba con palabras del cardenal Newman que «vivir es cambiar, y ha vivido mucho quien ha sido capaz de cambiar mucho». Personalmente, creo que quienes hablan de esos saltos puede que no conozcan en profundidad su obra o su pensamiento. Al margen de las posibles divisiones entre conservadores y progresistas, algo que es más propio del ámbito político, lo cierto es que Ratzinger percibió un cambio en quienes pocos años después del Concilio Vaticano II se apartaban de los textos conciliares porque de algún modo reflejaban la doctrina más tradicional. En Informe sobre la fe Ratzinger respondía con rotunda contundencia: ‘No soy yo el que ha cambiado, han cambiado ellos’.
“Así fue. A partir de 1973 hubo quien deliberadamente se alejó de los ricos textos aprobados en el Concilio. En el fondo, a base de falsas interpretaciones, se trataba simplemente de eludir la Tradición. Sin embargo, el teólogo Ratzinger siempre permaneció fiel al Vaticano II. Una buena parte de su legado teológico, en cuanto a la Iglesia se refiere, se encuentra en la ‘hermenéutica de la reforma’ versus la ‘hermenéutica de la discontinuidad’”, expresa Jiménez-Unquiles.
Sobre el discurso de Ratisbona
Uno de los momentos más polémicos y fundamentales de su pontificado fue su discurso en la Universidad de Ratisbona en 2006, en el que abordó la relación entre fe y razón, donde citó una frase resumida: “No actuar según la razón [Katan lógon] es contrario a la naturaleza de Dios”. En esta expresión se vio reflejada muy bien la síntesis de su pensamiento. Jiménez-Unquiles defiende que Benedicto XVI nunca se arrepintió del contenido del mensaje, que fue muy criticado, sino de las consecuencias inesperadas que su intervención causó.
El Papa intentó aclarar su posición a través de una nota explicativa, destacando su intención de promover un diálogo entre fe y razón. No obstante, se alzaron voces que acusaron a Benedicto XVI de una reorientación de la cuestión interreligiosa.
Renuncia de Benedicto
Sobre las razones y las circunstancias de la renuncia de Benedicto, la doctora española dice que “la sorprendente decisión de renunciar solo activamente al ministerio pretino no cuenta con precedente alguno. Así, para [Giorgio] Agamben, el acto de renuncia de Benedicto XVI habría reforzado su autoridad espiritual, tratándose de un nuevo paradigma vinculado con el mysterium, con la oposición entre legitimidad y legalidad, poder espiritual y poder temporal, auctoritas y potestas, justicia y derecho. Un acto, pues, de dignidad y ejemplaridad.
“En definitiva, una decisión de profundo discernimiento teológico de la dimensión espiritual del munus pretino, que para Agamben entronca con una adecuada exégesis de dos pasajes de la Escritura, 2 Ts 2, 1-11y 1 Jn 2, 18, y una decisiva influencia de la visión eclesiológica de Ticonio en la obra agustiniana La Ciudad de Dios”.
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