lunes, 10 de marzo de 2025
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Misericordia que redime: “Aprendí a ser sacerdote en la cárcel” dice el P. Grimaldi

El P. Raffaele Grimaldi, tras 23 años como capellán en la cárcel de Secondigliano, de alta seguridad, comparte su experiencia.

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Foto: agensir.it

Redacción (10/03/2025 12:00, Gaudium Press) El Papa Francisco, en su visita al penal de Rebibbia, prisión en Roma, al inicio del Jubileo de la Esperanza el 27 de diciembre pasado, decidió abrir por primera vez en la Historia una Puerta Santa dentro de una cárcel.

Fue un acto que buscaba mostrar cercanía, clemencia y esperanza hacia los presos, quienes recibieron este gesto con profundo significado. Durante su visita, el Pontífice hizo carne lo dicho en la bula Spes non confundit (la Esperanza no defrauda), bula de convocatoria al jubileo, en la cual invita a ser “signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria”.

El P. Raffaele Grimaldi, inspector de los capellanes de las cárceles italianas, ha sido un testigo cercano de este tipo de iniciativas. Durante una reunión con periodistas organizada por la Asociación ISCOM cerca del Vaticano, el sacerdote subrayó que Francisco entiende que los detenidos no solo necesitan justicia, sino también misericordia y apoyo para transitar el camino de la dignidad.

Un sacerdote forjado en la cárcel

El P. Grimaldi ha dedicado 23 años de su vida a servir como capellán en la cárcel de Secondigliano en Nápoles, centro penitenciario con detenidos de alta peligrosidad y otros con historial delictivo muy grave; él se fue para el lugar más ‘difícil’. Desde ahí coordina a los 230 sacerdotes que atienden a los cerca de 62.000 detenidos de toda Italia.

Durante todo este tiempo, la presencia del sacerdote ha influido de manera profunda en la vida de los reclusos. Él, subraya que su misión era brindar apoyo a todos los detenidos, sin importar la naturaleza de sus delitos. “No debemos identificar al hombre que está en prisión con sus errores”, señala. Para los que se acercan como corderos, él es Cristo-Pastor.

En su testimonio, el P. Grimaldi relató que su experiencia en Secondigliano fue transformadora, tanto a nivel humano como espiritual. “Aprendí a ser sacerdote en la cárcel”, expresó, reconociendo que fue allí donde se encontró con los más vulnerables, los excluidos, y aprendió las lecciones más profundas de misericordia y perdón. Su labor le permitió estar con los presos y también sus familias, ofreciendo esperanza.

El capellán recordó que cuando Francisco lanza peticiones de clemencia, como el indulto y la liberación de presos, invita a la sociedad a reflexionar sobre la justicia y la misericordia, recordando que, si se separa la una de la otra, la justicia se convierte en venganza. Gestos como la liberación de 553 presos en Cuba, mediada por el Vaticano, o cuando Francisco lavó los pies de los internos en la cárcel de Rebibbia, buscan despertar esos sentimientos.

El sacerdote hizo hincapié en el papel crucial de los laicos a la hora de acoger a los presos que terminan su condena. “La puerta de la cárcel se ha abierto para que se pueda atravesar y entrar en la prisión. Pero no debemos olvidar que esa puerta también está abierta para que se salga. No es solo una entrada, sino también una salida”, insistió. Sin embargo, expresó su preocupación por la falta de acogida que enfrentan muchos detenidos cuando son liberados, ya que la sociedad suele ser reacia a recibirlos.

El P. Grimaldi compartió con entusiasmo que el próximo 9 de abril, miembros de la Conferencia Episcopal Italiana, encabezados por el Cardenal Matteo Maria Zuppi, cruzarán la Puerta Santa de Rebibbia para celebrar el Jubileo, un acto que simboliza el compromiso continuo con los valores de misericordia y reconciliación.

Con información de ACI prensa

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