Jimmy Lai, nacido en la pobreza extrema de China, superó una infancia marcada por la violencia y la injusticia, forjando un destino que lo llevaría a luchar por la libertad.
Foto: Wikipedia
Redacción (17/03/2025 12:03, Gaudium Press) La historia de Jimmy Lai es una de superación, valentía y resistencia. Con ya más de cuatro años en prisión, enfrentando múltiples cargos por su oposición al régimen comunista chino, Lai ha demostrado ser uno de los más grandes defensores de la libertad y los derechos en Hong Kong y en el mundo.
Lai Chee-Ying —nacido el 8 de diciembre de 1947 en Shunde, un suburbio de Guangzhou, en la China continental— más conocido como Jimmy Lai, es un emprendedor y activista social. Fundador de varias empresas, tal vez la más conocida entre ellas es el periódico Apple Daily, destacado en la lucha pro-democracia.
Su vida, marcada por orígenes extremamente humildes y una ambición inicial desmedida, luego una conversión seria al cristianismo y un profundo compromiso con la causa de la democracia en la isla, lo ha llevado a ser considerado un mártir de la libertad.
Su historia no es solo la de un padeciente prisionero, sino la de un hombre que eligió vivir con un propósito más grande que el de acumular riquezas.
De la Pobreza a la Esperanza: Los Primeros Años de Jimmy Lai
Chee Ying, nació en una familia acomodada. Sin embargo, el ascenso del Partido Comunista Chino en 1949 trastocó por completo su vida y la de su familia.
A la edad de tres años, su padre abandonó el hogar rumbo a Hong Kong, y su madre fue víctima de humillaciones públicas y trabajos forzados debido a su estatus de mujer sola. Mientras la mamá sufría a manos del régimen, Lai vivió su niñez marcada por la pobreza y la violencia política.
Él recuerda que su madre fue obligada a arrodillarse sobre cristales rotos y pedir perdón ante funcionarios comunistas, experiencia que le dejó una marca indeleble en su corazón. Jimmy también vio a su mamá, obligada por el régimen, a desfilar por las calles con un gorro de burro en la cabeza mientras la gente la humillaba. A tan temprana edad, Lai y sus dos hermanas ya se encontraban recogiendo colillas de cigarro para reutilizar el tabaco y hacer nuevos cigarrillos; robaba comida y trabajaba para gánsteres locales. Así sobrevivían.
Lai, durante esos años, aunque no comprendía el concepto de Dios, contaría después que “Dios cuidaba de mí, aunque no sabía que existía”. Cuando tenía siete años, algo en su vida lo marcó. Un día fue con el jefe de una banda a comprar encendedores para venderlos en el mercado negro, pero el contacto tardó en llegar. Así que decidió volver solo, subió a un tren y se bajó en la parada equivocada. Sin compañía, asustado y hambriento, “me pareció que el mundo se había olvidado de mí, como están las personas enterradas en un cementerio”. Le salvó una joven, “estoy seguro de que era un ángel”, que le compró comida y le ayudó a volver a casa.
La Huida a Hong Kong
A los 12 años, Lai decidió huir de la China comunista.
Con el consentimiento de su madre, abordó un barco pesquero de manera ilegal, encerrándose en la bodega con otras 100 personas. Fue un viaje largo, con náuseas y sufrimiento por la falta de comida. Cuando finalmente llegó a Hong Kong, se encontró con una ciudad que, aunque empobrecida, le ofrecía algo que la China comunista no podía, libertad. En sus primeros días, Lai se alojó en una fábrica de guantes donde durmió en un tablón, y pasó jornadas de trabajo agotadoras con salarios miserables (le pagaban 35 céntimos de la moneda local). Hong Kong era una colonia británica donde la pobreza era realidad, pero las oportunidades para los inmigrantes eran mucho más amplias que en la China continental.
Había mucho trabajo y comida, pero solo para aquellos que podían permitírselo. Lai se sentía profundamente emocionado: “Por primera vez me di cuenta de que elegir qué comer es una forma de libertad. Estaba tan agradecido por la comida que, por respeto, comía de pie.”
La historia de éxito de Lai: de obrero a magnate de la moda y la industria textil
Lai comenzó a forjarse un futuro. Después de haber trabajado en varias fábricas y perder un dedo y la audición en un accidente laboral por trabajar demasiado cerca de maquinaria pesada, decidió emprender por su cuenta. A los 26 años, con solo 900 dólares en su bolsillo y 385 prestados de un compañero, invirtió en la bolsa de Hong Kong, multiplicando su dinero de manera significativa.
A partir de ahí, Lai compró una fábrica textil, fundando la empresa Comitex, de textiles, en 1975, la cual comenzó a proveer productos a grandes minoristas estadounidenses. Su ingenio le permitió sortear los aranceles de importación, creando tejidos mixtos que hicieron crecer exponencialmente su negocio.
Sin embargo, el camino hacia el éxito no fue fácil. A pesar de cometer algunos errores, como la oportunidad perdida de invertir en la marca Uniqlo en sus inicios, Lai continuó expandiendo su fortuna. En 1981 fundó Giordano, la cadena de moda que revolucionó el mercado de ropa de Hong Kong con su concepto de “moda rápida”. Su éxito empresarial lo colocó en la lista Forbes como uno de los hombres más ricos de Hong Kong con un patrimonio que llegó a los 1.200 millones de dólares en 2008.
De empresario a activista: Lai y su lucha por la democracia tras la masacre de Tiananmen
Era un hombre de negocios exitoso y excéntrico. Antes de 1989, Lai no tenía intereses políticos; se deslizaba por las calles en un Rolls-Royce dorado y vivía en una villa acompañada de un pequeño oso como mascota. Pero sin darse cuenta su vida dio un giro definitivo en 1989, cuando las protestas por la democracia en la Plaza de Tiananmen fueron brutalmente reprimidas por el gobierno chino.
El ver la matanza de miles de estudiantes, despertó en el una conciencia política radical. No se limitó unicamente a observar: Lai tomó partido. Imprimió las caras de los líderes estudiantiles en camisetas, las cuales se vendieron como pan caliente recaudando cerca de 200,000 dólares para el movimiento democrático. Tras la masacre del 4 de junio, expresó: “Mi corazón se abrió. Fue como si mi madre me llamara en plena noche.”
A partir de entonces, su vida ya no se definiría solo por su éxito económico. Decidió usar su fortuna y su influencia para promover los ideales democráticos en Hong Kong, lugar que había llegado a amar profundamente. En ese momento vivió una nueva aventura: Fundó Next, un semanario que revolucionó el mercado editorial de la isla, utilizando sus plataformas para luchar por la libertad y la democracia. Su estilo provocador y su disposición a criticar abiertamente al Partido Comunista de China no fueron bien recibidos por el régimen de Pekín.
El camino de Lai hacia el cristianismo y su compromiso con la libertad
Lai lanzó su semanario Apple Daily el 15 de marzo de 1990, revolucionando el mercado editorial de Hong Kong al mezclar temas serios con algo de sensacionalismo. Mientras que otros editores compartían en privado sus posturas pro-democracia, ninguno se atrevía a expresarlas abiertamente por miedo al Partido Comunista. Lai, sin embargo, estaba convencido de que podía “ganar dinero y promover la democracia”, y lo hizo sin escatimar en cotilleos o escándalos.
En 1994, un artículo que criticaba duramente al primer ministro chino Li Peng lo enemistó definitivamente con el régimen, que intentó arruinar sus negocios. Sin amedrentarse, Lai escribió un manifiesto: “Sí, soy anticomunista porque el totalitarismo me repugna y porque amo la libertad”. Decidió vender sus acciones de Giordano y fortalecer Apple Daily, que se convirtió en una de las principales armas del movimiento democrático en Hong Kong.
A pesar de su confrontación con el régimen chino, Lai no buscaba ser imprudente.
En 1989, tras un matrimonio fallido, conoció a Teresa Li, una joven reportera, de la cual enamoró, quien lo impulsó aun más en su lucha.
Este compromisso de Lai con la libertad y la democracia recibió un impulso sustancial con su conversión al cristianismo. En 1991, se caso com Teresa Li, que era ferviente católica, y en 1997 Lai se bautizó en la Iglesia Católica, acto que cambiaría su vida para siempre. Su fe le dio más coraje para enfrentar las adversidades y la represión del régimen chino. “La fe me dio la certeza de la gracia que estaba sobre mí en todo momento”. Es decir, la fe liberó a Lai del miedo a las consecuencias de sus actos, dándole el valor para enfrentarse a la adversidad y luchar por sus ideales sin temor a las represalias, “hacer sólo lo que es justo”.
A lo largo de los años, donó más de tres millones de dólares a la Iglesia Católica, no por presión o soborno, sino por gratitud a la fe que lo había guiado.
De la Revolución de los Paraguas a la represión bajo la Ley de Seguridad Nacional
En 1997, cuando Hong Kong fue reincorporado a China, Pekín prometió otorgar a la ciudad una gran autonomía por 50 años bajo el principio de “un país, dos sistemas”. Además, prometió garantizar el sufragio universal para que los hongkoneses pudieran elegir libremente a sus gobernantes.
Sin embargo, cuando finalmente llegó el momento en 2014, China rompió su compromiso de forma tajante.
Lai fue una de las figuras más visibles en las protestas de la Revolución de los Paraguas —herramienta de resistencia pasiva al uso de gas pimienta por parte de la Policía de Hong Kong para dispersar a la multitud durante una ocupación de 79 días de la ciudad, en demanda de elecciones más transparentes—, cuando millones de hongkoneses salieron a las calles para exigir democracia real y el sufragio universal. Su postura pacífica y su liderazgo en el movimiento lo convirtieron en un blanco del régimen chino, pero Lai continuó abogando por la democracia y la autonomía de Hong Kong.
Lai alcanzó un nuevo nivel en 2020, cuando Pekín impuso la Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong, un golpe devastador contra las libertades de la ciudad. Aún sabiendo que sería arrestado, decidió no huir al extranjero, sino quedarse para luchar por lo que él consideraba justo. Fue detenido en agosto de 2020, y desde entonces ha sido sometido a múltiples juicios por ‘terrorismo’, ‘subversión’ y ‘connivencia con fuerzas extranjeras’. A pesar de estar encarcelado en condiciones inhumanas y en régimen de aislamiento, Lai ha mantenido su serenidad y dignidad, recurriendo a la fe para seguir enfrentando su sufrimiento.
Un prisionero símbolo de resistencia y fe en la lucha por la libertad
Aún estando tras las rejas Jimmy Lay ha continuado a ser um símbolo de resistência. Ha expresado em sus cartas desde la prisión una paz interior que sorprende a todos los que lo conocen.
En ellas, escribe que, aunque las condiciones son duras, su fe le da fuerzas para seguir adelante. Cada día, en su celda, dibuja crucifijos y pinturas religiosas, y regala sus obras a los demás, incluso a los mismos guardias que lo maltratan.
Como él mismo dijo antes de su arresto: “Era tan aburrido ser solo un empresario y limitarse a ganar dinero… Quería vivir mi vida de una manera significativa. Y me alegro de haberlo hecho”. Lai, incluso tras las rejas, sigue siendo un símbolo de fe y esperanza para aquellos que sueñan con un Hong Kong libre.
Con información de Religión en Libertad
Deje su Comentario