Un ex-agente encubierto del narcotráfico en Kansas, marcado por la oscuridad de su trabajo, encontró consuelo en la fe católica, transformando su vida y redescubriendo un legado de fe perdido.
Foto de Catholicspeakers
Redacción (31/03/2025 15:44, Gaudium Press) Currie Myers, un ex-agente encubierto del narcotráfico y sheriff en Kansas, ha sido testigo de hechos de los más oscuros de la humanidad. En su trabajo para la Kansas Bureau of Investigation (KBI), enfrentó la maldad en su forma más cruda, lo que hizo cuestionar su fe en un mundo lleno de horrores. Sin embargo, fue precisamente en ese abismo de oscuridad donde comenzó a hallar su camino.
Durante su tiempo en la fuerza, Myers vivió situaciones que marcaron su perspectiva de vida. En un episodio impactante, mientras realizaba una investigación de narcotráfico, se hizo pasar por un comprador de droga. Los traficantes lo dejaron al cuidado de un niño de tres años: “No tenían ni idea de que era un agente federal, ni de si lo cuidaría o le haría daño”. Este incidente hizo resonar en su mente una pregunta: “Si este era el mundo, si yo era parte de él, donde padres abandonaban a sus propios hijos por dinero del narcotráfico, entonces algo tenía que cambiar. Yo tenía que cambiar”. Fue en ese instante cuando empezó a cuestionarse cómo podía reconciliar su vida como agente de la ley con la fe que había dejado atrás, años antes.
La larga lucha de Myers con la religión ante la brutalidad de su trabajo
Myers fue criado en un hogar lleno de amor, principios sólidos y estabilidad emocional, siendo hijo de un directivo metodista y una madre bautista devota. A pesar de su educación religiosa, con el tiempo, la fe dejó de ser parte de su vida, especialmente al adentrarse en su carrera en la policía. Enfrentar la brutalidad de los crímenes, los homicidios y la depravación humana lo llevó al escepticismo. Las preguntas sobre la presencia de un Dios amoroso se hicieron más frecuentes conforme a los sucesos que veía a diario, que lo afectaban bastante. “Cuando más veía, más difícil me resultaba creer en un Dios presente en el mundo”, recuerda.
La fe recuperada de Myers
A pesar de sus dudas, tuvo un giro inesperado cuando conoció a su esposa, Bernardette, católica. Al casarse, Myers aceptó la tradición católica por el amor a su esposa, aunque aún sin compartir completamente esa fe.
A lo largo de los años, asistió a misa cada domingo, apoyando la vida religiosa de su familia, pero con una distancia que él mismo reconoce. “Lo único que podía salvar el abismo entre la oscuridad de mi profesión y el amor que esperaba en casa era la fe”, comenta hoy, con la perspectiva que le da el tiempo.
Fue entonces en Kansas City, en el año 1995, cuando la familia de Myers conoció al padre Cullen, un sacerdote carismático que sembró en él las primeras semillas de su conversión. A pesar de la hospitalidad y cercanía del sacerdote, Myers no estaba listo para dar el paso definitivo hacia la Iglesia. Pero, en el verano del año 2000, la vida de Myers dio un giro inesperado cuando, comenzó a tener dificultades económicas, y fue entonces cuando experimentó un acto de generosidad de parte de sus compañeros hispanos, quienes compartieron con él lo poco que tenían. Esa acción, aparentemente sencilla , tuvo un impacto profundo en él. “¿Qué esperabas? Estoy contigo”, escuchó en su interior, un mensaje que lo empujó a tomar la decisión importante.
El 4 de julio de 2000, Myers acudió solo a misa y, al finalizar la celebración, se acercó al padre Cullen y le dijo: “Es hora de unirme a la Iglesia”. Ese día, comenzó su catequesis y formación en la fe católica. La acogida que recibió del sacerdote y de la comunidad lo ayudó a superar las dudas que aún persistían en su corazón. Fue una conversión gradual, que culminó en una ceremonia discreta en la que fue recibido en la Iglesia Católica, con la esperanza de sorprender a su esposa.
El domingo siguiente, durante la misa, Myers sorprendió a Bernardette cuando se acercó a la fila de la comunión. Ella, emocionada, le confesó que había estado rezando la novena a San Judas con los niños, pidiendo por su conversión. La coincidencia de estos momentos fue un recordatorio claro para ellos de la presencia y acción divina en sus vidas.
Su regreso a casa
Hoy, Currie Myers reflexiona sobre su transformación espiritual y reconoce que su conversión no fue solo una decisión personal, sino también la continuación de un legado de fe que había sido transmitido por sus antepasados, muchos de los cuales habían sufrido por su fe durante los primeros años de la nación estadounidense. En sus propias palabras, “no solo elegía la Iglesia católica, sino que la redescubría. No solo estaba encontrando mi fe; estaba volviendo a casa”.
El camino de Currie Myers hacia la fe católica estuvo marcado por el amor paciente de su esposa, y el apoyo constante del padre Cullen. A lo largo de su conversión, descubrió que la verdadera acogida no se trata solo de tolerancia, sino de un verdadero amor que transforma vidas. Como él mismo dice: “En nuestro mundo frenético, la virtud de la hospitalidad a menudo se pasa por alto; sin embargo, sigue siendo una de las expresiones más poderosas de la fe. Es el amor que invita, la fe que tranquiliza y la bondad que transforma”.
Con información de Religión en Libertad
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