viernes, 09 de mayo de 2025
Gaudium news > Papa Prevost: Que la Iglesia sea “arca de salvación, faro que ilumina las noches del mundo”

Papa Prevost: Que la Iglesia sea “arca de salvación, faro que ilumina las noches del mundo”

En la homilía de su misa pro Ecclesia, León XIV invitó a los Cardenales a “caminar conmigo mientras continuamos como Iglesia”.

Sin titulo 12

Foto: Vatican Media

Redacción (09/05/2025, Gaudium Press) Llena de significado fue la homilía del Papa Prevost, acompañado por los Cardenales, electores y no electores, hoy a las 11:00 horas de Roma, en la capilla sixtina en la que ayer fue elegido como el 267º sucesor de Pedro.

Ya no estaban las mesas y el mobiliario habilitado para el Cónclave, sino que era la misma capilla con su juicio final y su creación del hombre salido de las manos de Dios.

Saludo a los cardenales

León XIV dio un saludo inicial en inglés, su lengua materna, dirigido a sus “hermanos cardenales” que lo habían elevado “al ministerio de Pedro”. “Sé que puedo contar con cada uno de ustedes -dijo- para caminar conmigo mientras continuamos como Iglesia, como comunidad de amigos de Jesús, como creyentes para proclamar la buena noticia, para anunciar el Evangelio”.

Anuncio de la Buena Nueva, en un contexto difícil

El nuevo Papa reconoció en su homilía que el anuncio evangélico hoy se choca con muchos “contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer. Hablamos de ambientes en los que no es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio y donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece”. No obstante, “precisamente por esto, son lugares en los que la misión es más urgente”.

El mundo que desprecia la fe, sin embargo harto la necesita, pues esta ausencia “a menudo lleva consigo dramas”, como “la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas”. El Papa, de esta crisis relacionada con la falta de fe, también enumeró “la crisis de la familia y tantas otras heridas que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad”. Una ausencia de fe que no es solo un desconocimiento de Jesús, sino también “contextos en los que Jesús, aunque apreciado como hombre, es reducido sólo a una especie de líder carismático o superhombre”, y esto “no sólo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados, que de ese modo terminan viviendo, en este ámbito, un ateísmo de hecho”.

Es, pues, en este mundo, en que “estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador”, afirmó el Pontífice.

Pero, ¿quien es Jesús?

Comúnmente el mundo considera al Redentor como “una persona que carece totalmente de importancia, al máximo un personaje curioso, que puede suscitar asombro con su modo insólito de hablar y de actuar”, pero presencia “molesta por las instancias de honestidad y las exigencias morales que solicita”, y por tanto a rechazar y eliminar.

Hay otros que, ya en su tiempo, sí consideraban al Señor “un hombre recto, un hombre valiente, que habla bien y que dice cosas justas, como otros grandes profetas de la historia de Israel”, y por eso lo siguen, “al menos mientras pueden hacerlo sin demasiados riesgos ni inconvenientes”. Sin embargo, era para ellos “sólo un hombre y, por eso, en el momento del peligro, durante la Pasión, también ellos lo abandonan y se van, desilusionados”. Entretanto, “el patrimonio que desde hace dos mil años la Iglesia, a través de la sucesión apostólica, custodia, profundiza y trasmite” es la respuesta dada por Pedro a Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Un Jesús Salvador, que se reveló a los hombres de forma cercana, como hombre, expresándose “en los ojos confiados de un niño, en la mente inquieta de un joven, en los rasgos maduros de un hombre”, “don de Dios” para los hombres, que ahora es confiado a él como Papa, “para que, con su ayuda [de los Cardenales], sea su fiel administrador (cf. 1 Co 4,2) en favor de todo el Cuerpo místico de la Iglesia; para que ella sea cada vez más la ciudad colocada sobre el monte, arca de salvación que navega sobre las ondas de la Historia, faro que ilumina las noches del mundo. Y esto no tanto por la magnificencia de sus estructuras o por la grandiosidad de sus edificios, —como estos monumentos en que nos encontramos— mas por la santidad de sus miembros, del pueblo que Dios adquirió, a fin de proclamar las maravillas de Aquel que lo llamó de las tinieblas para su luz admirable”.

En ese cuadro de contexto evangelizador y de realidad del Salvador, el Papa Prevost recordó su “misión de Obispo de la Iglesia que está en Roma, llamado a presidir en la caridad la Iglesia universal”, una misión que, rememorando a San Ignacio de Antioquía, es un “desaparecer para que permanezca Cristo, [un] hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado (cf. Jn, 3, 30), gastándose hasta el final, para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo”.

Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre, con la ayuda de la tierna intercesión de María, Madre de la Iglesia”, concluyó.

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas