El mundo va descubriendo el amor antiguo del Papa Prevost a la Virgen del Buen Consejo. Pero ya León XIII lo tenía, y mucho.
Redacción (11/05/2025 16:25, Gaudium Press) Tras la inesperada y emotiva visita de León XIV al Santuario de la Virgen del Buen Consejo de Genazzano, ayer, muchos van descubriendo con encanto el amor que de longa data el nuevo Pontífice tiene al milagroso fresco, que un día atravesó el Adriático para posarse en este encantador pueblito de las cercanías romanas.
Asimismo, van surgiendo a la luz pública las evidencias de la estrechísima relación que su predecesor, León XIII, tuvo con esta advocación, tanto que algunos se preguntan si además de los motivos ya expuestos por el Papa Prevost para la escogencia de su nombre, también estaría la ligación del Papa Pecci con esta imagen custodiada por los agustinos. Incluso, aunque el Papa Prevost no la tuviera tan presente, sabemos que no existen las casualidades, más en la vida de un Papa.
Mosaico en el santuario de la Madre del Buen Consejo, que representa a León XIII junto al fresco
Efectivamente, el vínculo de León XIII con Mater Boni Consilii y la orden de los agustinos era profundísimo.
León XIII nace en Carpineto Romano en 1810, que siendo territorio pontificio estaba ocupado por Napoleón, cuyas leyes de supresión de órdenes religiosas impusieron la confiscación del convento de San Agustín de la ciudad. Pero las gestiones de Ludovico Pecci, padre del futuro León, permitieron que se recuperase el convento y quedase bajo la custodia de la familia Pecci. Luego ya bajo su pontificado, los agustinos lograron regresar a Carpineto.
Elevado al papado en 1878, León XIII escogió como confesor al agustino Guglielmo Pifferi, y fue por consejo de este, que el Papa Pecci introdujo la invocación Mater Boni Consilii en las letanías lauretanas.
Aunque León XIII nunca visitó el santuario de la tierna Madonna en las afueras de Roma, su unión de corazón con la Madre del Buen Consejo tiene otros elementos importantísimos.
Como cuenta Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, en su libro Mãe do Bom Conselho, (1) León XIII otorgó varias indulgencias al escapulario de esa devoción, y elevó el Santuario de Genazzano a la categoría de Basílica Menor, en 1903. Igualmente, y “con sus propias despensas, restauró el convento e hizo construir el piso superior”, para alojar a los sacerdotes que acudían los festivos al santuario a atender los peregrinos.
Además, según narra Mons. G. F. Dillon, en la compilación que de su trabajo se hace en Our Lady of Good Counsel, siendo joven eclesiástico León XIII ya había dado excelsas pruebas de amor por la Virgen del Buen Consejo y probablemente era miembro de su ‘Pía Unión’.
A menudo se podía encontrar a León XIII absorto en oración ante la copia del sagrado original, que se había entronizado arriba del altar de la Capilla Paulina, por determinación del Beato Pío XI, que también amaba mucho a la Madre del Buen Consejo, como varios otros papas. De hecho, hubo un tiempo en que a la Virgen del Buen Consejo se le llegó a llamar la Madonna del Papa. De su propia mano el Papa Pecci escribió palabras tomadas de la Escritura para animar a todos a entregarse como hijos a la Madre del Buen Consejo.
En realidad, parece que el tema de la Madre de Dios como la buena consejera del cristiano, estuvo siempre presente en la mente del Papa Pecci, permeando especialmente sus documentos marianos.
En la encíclica Adiutricem, sobre el Rosario, León XIII afirma (n. 6) que desde que Cristo partió al cielo, María Santísima “con admirable cuidado nutrió a los primeros cristianos con su santo ejemplo, su consejo autorizado, su dulce consuelo y sus fructíferas oraciones”. De esta labor de modelo y consejera, resulta también su condición de “Madre de la Iglesia, la Maestra y Reina de los Apóstoles”.
León XIV ante la Madre del Buen Consejo – Foto: Vatican Media
En el pensamiento del Papa Pecci, la Virgen desde siempre ejerció la tarea de Madre de la Iglesia y Madre de sus Apóstoles, orando por ellos, pero también aconsejándolos, para las múltiples decisiones que se debían tomar en pro de la causa de Cristo. Ciertamente con la intención de consagrarle su ministerio petrino, pero también de pedir a Mater Boni Consilii à Genazzano su constante consejo, es que León XIV acudió a pocas horas de haber sido elegido Papa a este su santuario querido.
María Madre, María Consejera, María Maestra, María Reina: todo eso es la Madre del Buen Consejo, la Madonna de los Papas, bajo cuyo patrocinio ha colocado León XIV su pontificado, tras las huellas de su ilustre predecesor.
Que Ella lo guíe en su ministerio y lo haga animar una nueva generación misioneros, de Apóstoles de estos últimos tiempos, que tal los dibuja San Luis María Grignion de Montfort, sean como antorchas encendidas que prendan el fuego del divino amor por toda la Tierra.
Por Carlos Castro
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1) João Scognamiglio Clá Dias, EP. Mãe do Bom Conselho. Instituto Lumen Sapientiae. São Paulo. 2016. p. 278.
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