martes, 08 de julio de 2025
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Notre Dame ya supera los 6 millones de visitas y será el monumento más asistido en Francia

A seis meses de su reapertura, la catedral de París vuelve a ser epicentro de fe, cultura y emoción.

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Redacción (08/07/2025 11:13, Gaudium Press) El 7 de diciembre de 2024, tras cinco largos años de restauración, se reabrieron oficialmente las puertas de Notre Dame de París, uno de los monumentos católicos más emblemáticos del mundo. Desde entonces, la histórica catedral ha vuelto a convertirse no solo en un ícono arquitectónico, sino también en un poderoso recinto de fe y cultura, atrayendo a millones de corazones conmovidos por su historia de dolor y renacimiento.

En apenas seis meses —entre el 16 de diciembre de 2024 y el 30 de junio de 2025— más de 6 millones de personas ya han cruzado sus puertas.

Según cifras publicadas por La Tribune Dimanche— periódico dominical francés—, exactamente 6.015.000 visitantes han recorrido su interior, con una afluencia diaria de aproximadamente 35.000 personas. Las proyecciones son asombrosas: si este ritmo se mantiene, la asistencia anual alcanzará los 12 millones al finalizar 2025, lo que convertiría a Notre Dame en el monumento más visitado de toda Francia y uno de los más visitados en el mundo.

“Notre Dame de París es hoy el monumento más visitado de Francia”, afirmó Monseñor Olivier Ribadeau Dumas, rector de la catedral. “La emoción que despertó el incendio solo es comparable a la que despertó la reapertura”, agregó, destacando el profundo vínculo espiritual y simbólico que la catedral mantiene con el pueblo francés y con el mundo entero.

Este posible récord superaría ampliamente a la basílica del Sacré-Cœur de Montmartre con 9 millones de visitantes en 2024, al Museo del Louvre con 8,7 millones, al Palacio de Versalles con 8,4 millones y a la Torre Eiffel con 6,3 millones. Incluso superaría el flujo anual de visitantes previo al incendio, cuando Notre Dame recibía aproximadamente 11 millones de personas al año.

Pero más allá de los números, lo que verdaderamente destaca es el renacer del alma de este lugar sagrado. La catedral ha vuelto a ser lo que siempre fue, un espacio de conversión, recogimiento y encuentro con lo trascendente. Miles de peregrinos han dejado sus huellas allí, algunos en silencio, otros entre lágrimas, muchos con una oración susurrada en el corazón.

“Todos reciben algo durante el nuevo recorrido, completamente rediseñado y concebido para evangelizar a peregrinos y visitantes”, dice Mons. Ribadeau Dumas

Anécdotas conmovedoras

La reapertura ha sido una experiencia transformadora. Las anécdotas conmueven por su simplicidad y profundidad, como aquella que recoge Aleteia: “Al entrar, todos saben que algo maravilloso está a punto de suceder, como el turista extranjero al que un guarda le preguntó si era católico y respondió en inglés, con una sonrisa: ‘Todavía no’. Eso lo dice todo”.

Según el rector, esta afluencia creciente no es una moda pasajera. Por el contrario, es el reflejo de una sed de belleza, verdad y trascendencia.

“Cada mes la asistencia aumenta en una media de 1.000 personas al día”, explicó.

Este resurgimiento también ha sido posible gracias a un esfuerzo titánico de reconstrucción financiado por donaciones provenientes de todo el mundo, que hasta el momento han sumado 846 millones de euros. A pesar de ello, aún se necesitan cerca de 140 millones más para concluir la restauración completa de este tesoro espiritual y cultural.

Por este motivo, se ha lanzado una nueva campaña de donaciones a través del sitio oficial rebatirnotredamedeparis.fr.

Continuación de las obras

Las obras continúan su avance. En junio de 2025, la célebre aguja de Viollet-le-Duc— flecha que coronaba la catedral de Notre Dame — fue reinstalada, junto a una de las 16 estatuas originales que la rodeaban. Además, el próximo 20 de septiembre, se reabrirán oficialmente las visitas a las torres, abriendo un nuevo capitulo de reconstrucción y gracia

Hoy, Notre Dame de París late con una fuerza renovada, de ya no ser solo  una obra maestra del arte gótico, sino hogar espiritual y símbolo vivo de una nación que supo llorar con ella y que hoy celebra su resurrección.

Caminar por sus naves, admirar sus vitrales, detenerse ante su altar es una experiencia que transforma. Un signo de que, como el oro que se purifica en el fuego, la esperanza puede resurgir del dolor con una solidez y un esplendor que antes no tenía.

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