Durante cien años, 63 obispos y 4 cardenales han pasado por su capilla y sus aulas.
Foto: Bigard Memorial Seminary de Enugu
Redacción (09/07/2025, Gaudium Press) A lo largo de 100 años, el Bigard Memorial Seminary de Enugu, Nigeria, se ha destacado como un centro de excelencia en la formación de los futuros sacerdotes. Por su capilla y sus aulas han pasado 4 cardenales, 14 arzobispos, 35 obispos y miles de sacerdotes, no solo para la Iglesia de Nigeria, sino también para Sierra Leona y Camerún.
La institución cuenta actualmente con más de 700 seminaristas: 548 diocesanos y el resto de ocho congregaciones distintas, que confían a este seminario la formación de sus religiosos.
El seminario celebró el año pasado su centenario y se creó, como tantos en África, por iniciativa de un misionero. Fue el vicario apostólico del Sur de Nigeria, el misionero espiritano Joseph Shanahan, quien lo inauguró en 1924.
El instituto estuvo localizado primero en Onitsha, y pasó por distintos lugares: Igbariam, Eke, Ogui… siempre por problemas de espacio, hasta llegar a su actual ubicación en Enugu en 1951, cuando se dedicó a Juana Bigard.
El nombre de Juana Bigard es un tributo de gratitud a quien fundara la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol para las vocaciones en países de misión.
Ha sido decisiva la ayuda que cada año, desde casi su fundación, ha recibido, fruto de la generosidad de miles de fieles católicos de todo el mundo que han considerado que el mayor regalo que se puede hacer a una Iglesia joven y dinámica, como la nigeriana, son sacerdotes bien formados y santos.
Juana Bigard dedicó su vida a apoyar la formación de sacerdotes
Juana Bigard nació en Normandía, donde nacería años después Santa Teresita del Niño Jesús, la patrona de las misiones. Su juventud coincidió con el pleno desarrollo de la red de cooperación misionera de los tiempos modernos, impulsada por tantas fundadoras y fundadores, y, sobre todo, por la beata Pauline Jaricot o Mons. de Forbin-Janson, fundadores también ellos de lo que acabarían siendo las Obras Misionales Pontificias.
Junto a su madre, Estefanía Bigard, Juana se dedicó a ayudar a los misioneros, manteniendo correspondencia con muchos de ellos. Fue precisamente una carta, que recibieron el 1 de junio de 1889, la semilla de todo.
El obispo de Nagasaki de aquel entonces les dijo que ayudaran a los seminaristas japoneses más que a los misioneros a los que ya ayudaban muchas personas.
Así encontró su vocación Juana Bigard: dedicar su vida a todo el mundo misionero que necesitaba sacerdotes. La Obra que creó, la actual Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, comenzó con diversas iniciativas como becas perpetuas, adopciones de seminaristas, intenciones de oración y formas diversas de lograr donativos.
Seis años después de su creación, en 1895, contaba un millar de asociados y una larga lista de becas, por valor de cien mil francos, a favor de los seminaristas asiáticos y africanos. Seguiría creciendo hasta que en 1922 el Papa Pío XI la hizo suya, algo que vivió Juana con gran alegría, puesto que no fallecería sino hasta 1934.
El año pasado, esta Obra apoyó 778 seminarios, que acogieron a 82.859 candidatos. Las miles de pequeñas ayudas que han llegado durante tantos años a tantos lugares del mundo han llevado el sello, y eran de alguna manera un memorial, de Juana Bigard.
Con información de Zenit.
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