domingo, 20 de julio de 2025
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Ni el Papa es un pulpo, ni de chasquido de dedos mágico: es solo, nada menos, el Papa

No han pasado sino dos meses, y ya se nota la impaciencia, en algunos sectores.

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Foto: Vatican Media

Redacción (20/07/2025 06:09, Gaudium Press) No han pasado sino dos meses de su reinado, y ya se nota la impaciencia, en algunos sectores. Que por qué el Papa León no ha hecho esto, que por qué no ha hecho lo otro, que cuál es la razón para no haber arreglado esto de más allá.

Pues bien, es comprensible que cada uno luche por lo suyo, o por lo que cree que tiene derecho; es la ley de la vida: Cet animal est trés mechant: quand on l’attaque il se défend… dicen los franceses, ridiculizando: ¡Qué bestia tan mala, cuando se la ataca ella se defiende! No. La persona que crea que tiene un derecho, que p. ej. ha sido conculcado, pues tiene el derecho y hasta la obligación de reclamarlo. Pero debe primar, y más con el Pontífice, la caridad filial, el respeto, la paciencia, la obediencia.

Es cierto que el Papa heredó del gobierno anterior algunas situaciones dificultosas, algunas hasta harto dificultosas, que justamente tiene la misión y el deseo de concertar, algo fácilmente perceptible en sus palabras, gestos y actitudes, y hasta en sus abstenciones. Pero justamente, según se desprende de lo noticiado de las congregaciones generales previas al cónclave, la principal misión encomendada al Pontífice es la de la unidad, de elementos diversos y hasta en situación de conflicto, algo que por lo general no se consigue tomando partido extremo, o atendiendo ya todo lo que le pide una parte, sino justamente buscando que bajen ciertas animosidades, y apuntando, como lo está haciendo, el fin último, que es la unión espiritual y profunda con Jesucristo, y la búsqueda de la salvación de las almas, que es consecuencia sobre todo de que circule la gracia, por los canales apropiados, fundamentalmente por la Iglesia que el Señor fundó.

Es verdad, todo tiene sus matices, y cada caso es cada caso.

Sin embargo, considero conveniente apuntar a esas ciertas impaciencias, que no parecen ser fruto de un celo global de las almas, de todas, sino de cierta ansiedad particular, comprensible en algunas situaciones repito, pero que a veces no expresan visión de conjunto, sino visión parcializada. Y justamente la visión parcializada obstaculiza la visión de conjunto, que es necesaria para ver bien y mejor las cosas, y para hacer mejor las cosas.

Por lo demás, el mal de nuestro tiempo, uno de tantos pero no el más pequeño, es el naturalismo: creer que las cosas se solucionan con meras acciones, menospreciando u olvidando la gracia divina.

Y no: lo más importante es implorar la gracia, acudir a la gracia, pues sin gracia somos desgracia.

O mejor, tout est grâce, según el decir de la doctora de la Iglesia, esa gran y pequeña santa, Santa Teresita.

Por Carlos Castro

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