La Santa Sede vivió días de intensa movilización diplomática y pastoral tras la trágica noticia del bombardeo a la iglesia de la Sagrada Familia, en Gaza.
Foto: Vatican News
Redacción (22/07/2025 08:50, Gaudium Press) La Santa Sede vivió días de intensa movilización diplomática y pastoral tras la trágica noticia de que la única iglesia católica de la Franja de Gaza, dedicada a la Sagrada Familia, fue alcanzada por un bombardeo israelí el 17 de julio. El templo, que albergaba a unos 500 civiles, muchos de ellos mujeres, niños y personas con discapacidad, sufrió graves daños. Tres personas murieron en el ataque, incluido un hombre sometido a cirugía de urgencia, y decenas resultaron heridas, entre ellas el párroco local, el padre Gabriel Romanelli, quien recibió un impacto de esquirla en una de sus piernas.
El incidente provocó una respuesta inmediata del Papa León XIV, quien expresó su “profundo pesar” y entró en contacto directo con los principales líderes involucrados en el conflicto. Según el Vaticano, el Pontífice telefoneó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, exigiendo aclaraciones y la adopción de medidas concretas para prevenir nuevas tragedias que afecten a civiles y estructuras religiosas. Según fuentes cercanas a la reunión, Netanyahu se disculpó con el Papa, calificando el ataque de “accidental” y causado por munición perdida.
Posteriormente, el Papa mantuvo una conversación telefónica con el presidente palestino Mahmud Abás, reiterando su llamado a un alto el fuego inmediato, al acceso seguro a la ayuda humanitaria y a la inviolabilidad de hospitales, escuelas y templos. “Los lugares sagrados deben ser protegidos como refugios de la dignidad humana”, declaró el Santo Padre, según una nota publicada en Vatican News.
El impacto pastoral de la destrucción de la parroquia católica en Gaza se sintió especialmente en Jerusalén, donde el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino, también recibió una llamada personal del Papa. León XIV expresó su solidaridad y reafirmó su confianza en la misión de la Iglesia en Oriente Medio, incluso bajo las bombas y el terror. En nota firmada por Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio para la Comunicación, el Vaticano reiteró que “no hay ataques justificables contra civiles”, especialmente cuando se perpetran en lugares que se han convertido en los últimos refugios de inocentes. La iglesia de la Sagrada Familia en Gaza había sido, en los últimos meses, la última esperanza de protección para cientos de personas, incluyendo cristianos y musulmanes. El templo alberga incluso a monjas de la Congregación del Verbo Encarnado que atendían a ancianos y personas con discapacidades graves. Tras el ataque, la situación se volvió insostenible, y fuentes locales informan de un colapso de los recursos básicos y un creciente temor entre los fieles.
La intervención del Papa León XIV revela una continuidad con sus predecesores, pero con un tono cada vez más directo. Al contactar con líderes israelíes y palestinos, el Pontífice evita posturas partidistas, pero no renuncia a su misión profética: defender la vida, proteger a los vulnerables y mantener viva la presencia cristiana en Tierra Santa.
Los expertos ven la postura del Papa como un gesto diplomático de fortaleza moral. Para el Vaticano, no se trata solo de denunciar, sino de actuar: con llamadas telefónicas, con el peso de las palabras, con el testimonio de la caridad. A la espera de una posible tregua, la Santa Sede continúa intercediendo ante organizaciones internacionales, y varias Iglesias de todo el mundo, incluidas las de rito oriental, han expresado su solidaridad con los católicos de Gaza.
La diplomacia pontificia, marcada por su independencia moral y autoridad espiritual, ha desempeñado un papel cada vez más importante en escenarios de conflicto, especialmente en Oriente Medio. El papa Francisco ha consolidado una postura de diálogo universal, buscando abrir canales con líderes de diferentes confesiones y regímenes, incluso en contextos de tensión religiosa.
Su histórico encuentro con el Gran Imán de Al-Azhar y su visita a Irak demostraron una diplomacia de presencia y escucha. El papa León XIV, heredero de este estilo diplomático, adopta ahora un tono más directo y pastoralmente vigilante. Su intervención en el reciente ataque a la iglesia de Gaza, con llamadas telefónicas a Netanyahu y Abás, es señal de una diplomacia activa que no duda en exigir responsabilidad moral incluso a los poderosos. Mientras Francisco abría puertas, León XIV parece dispuesto a atravesarlas con firmeza, reafirmando que la paz no es una utopía diplomática, sino una exigencia de fe y justicia.
Mientras tanto, la iglesia en ruinas de la parroquia de la Sagrada Familia se convierte en símbolo del clamor por la paz. Allí, donde aún resuenan los salmos rezados entre sirenas y lamentos, la Iglesia no abandona a los suyos y, a través del Papa, insiste: “Donde no hay paz, debemos sembrar misericordia”.
Por Rafael Tavares
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