lunes, 28 de julio de 2025
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Ángelus con el Papa: El Señor nos escucha cuando rezamos

El Papa León destacó la disponibilidad y paciencia de Dios con nosotros. Dios nunca nos da la espalda cuando recurrimos a él, incluso si llegamos tarde a llamar a su puerta.

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Foto: Vatican News

Redacción (28/07/2025 08:34, Gaudium Press) El Evangelio propuesto para la liturgia de ayer domingo 27 de julio, 17.º domingo del año litúrgico C, presenta a Jesús enseñando a sus discípulos el Padrenuestro, “la oración que une a todos los cristianos”. Refiriéndose al Catecismo de la Iglesia Católica, el Papa enfatizó que “el Señor nos invita a dirigirnos a Dios, llamándolo ‘Abba’, ‘padrecito’, como hijos, con ‘sencillez […], confianza filial, […] audacia […], la certeza de ser amados’”.

Citando el Catecismo, León XIV observó que “a través del Padre Nuestro, nos revelamos a nosotros mismos, al mismo tiempo que el Padre se revela a nosotros. Y es cierto: cuanto con más confianza oramos al Padre celestial, más nos descubrimos hijos amados y más conocemos la grandeza de su amor” (cf. Rm 8,14-17).

El Pontífice continuó su meditación sobre la segunda parte de este Evangelio, que describe “los rasgos de la paternidad de Dios a través de algunas imágenes sugerentes: la de un hombre que se levanta en mitad de la noche para ayudar a un amigo a acoger a una visita inesperada; la de un hombre que recibe un don de Dios… o la de un padre que se preocupa de dar bienes a sus hijos”, el Papa subrayó la disponibilidad y la paciencia de Dios hacia nosotros. Estas imágenes nos recuerdan que Dios nunca nos da la espalda cuando recurrimos a él, ni siquiera si llegamos tarde a llamar a su puerta, quizás después de errores, oportunidades perdidas o fracasos. Ni siquiera si, para recibirnos, tiene que “despertar” a sus hijos que duermen en casa (cf. Lc 11,7).

Al culminar esta reflexión, León XIV trazó una similitud entre este retrato del “buen padre de familia” y la imagen del Pater Familias Ecclesiae, evocando el destino universal del amor de Dios. En la gran familia que es la Iglesia, el Padre no duda en hacernos partícipes de cada uno de sus actos de amor. El Señor siempre nos escucha cuando oramos, y si a veces nos responde en momentos y formas difíciles de comprender, es porque actúa con una sabiduría y una providencia mayores, más allá de nuestra comprensión. Por lo tanto, incluso en estos momentos, no dejemos de orar; y oremos con confianza: en Él siempre encontraremos luz y fuerza.

Además, más allá de la “gracia de la filiación divina”, el Papa también destacó el compromiso con la fraternidad universal implícito en esta oración. Al recitar el Padrenuestro, León XIV declaró: “También expresamos nuestro compromiso de corresponder a este don amándonos unos a otros como hermanos y hermanas en Cristo. Uno de los Padres de la Iglesia, San Cipriano de Cartago, meditando sobre esto, escribe: ‘Debemos saber y recordar que si decimos que Dios es Padre, debemos actuar como hijos’, y San Juan Crisóstomo añade: ‘Quien mantiene un corazón cruel e indomable no puede llamar Padre al Dios de toda bondad; porque entonces ya no lleva en sí la marca de esa bondad del Padre celestial’”.

A partir de estos dos extractos, el Papa enfatizó que “no se puede orar a Dios como ‘Padre’ y luego ser duro e insensible con los demás”. Al contrario, es importante dejarnos transformar por su bondad, su paciencia, su misericordia, para reflejar su rostro en el nuestro como en un espejo.

En su último llamamiento, León XIV nos exhortó a “sentirnos amados en la oración y la caridad, y a amar como Dios nos ama: con disponibilidad, discreción, solicitud recíproca, sin cálculos”, e invocó la intercesión de María para que, respondiendo a este llamado, manifestáramos “la dulzura del rostro del Padre”.

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