Durante años enseñó Feng Shui y fue reconocida como bruja. Hoy, tras un proceso doloroso, advierte sobre los peligros de la Nueva Era.
Foto: screenshot Directo al cielo, Luisa Lomelí
Redacción (01/08/2025 11:23, Gaudium Press) Durante quince años, Luisa Lomeli vivió inmersa en el mundo del ocultismo, enseñando y practicando el Feng Shui, una disciplina New Age de origen chino. En ese tiempo, creía estar ayudando a otros a ‘armonizar energías’ en hogares y espacios. Sin embargo, lo que comenzó como una búsqueda de bienestar personal y espiritual, terminó sumergiéndola en una oscuridad cada vez más profunda. Su testimonio, compartido en entrevista con Jaime Duarte, del Centro de Investigaciones sobre la Nueva Era (CISNE), estremece por la crudeza de su relato, pero también por la misericordia con la que Dios la rescató.
Historia
Luisa nació en una familia católica en México. Fue bautizada, hizo su Primera Comunión y estudió en un colegio religioso. Pero como ella misma recuerda, “contrastaba con la ausencia de vida religiosa en su día a día”. Esa desconexión con la fe la hizo vulnerable a las propuestas del mundo esotérico. Pronto comenzó a adentrarse en la Nueva Era, “empecé con programación neurolingüística, reiki, sanación y me hice consultora de Feng Shui sanando la tierra y las casas, estaba totalmente metida en el ocultismo”.
No tardó en destacarse en ese ambiente. Fue pionera en introducir el Feng Shui en México y reconocida como una de sus principales maestras. “Desde el principio me reconocían ser una excelente bruja”, relata. En ese entonces, creía sinceramente que ayudaba a sus clientes. Pero con el tiempo descubrió el verdadero alcance de sus acciones, “no te imaginas que estás metiendo a la gente en cosas terribles: estás consagrando la casa y las personas a Satanás”.
Aunque parecía exitosa, su vida estaba lejos de ser plena. “Gané mucho dinero que nunca pude disfrutar, pues Satanás se encarga de quitártelo todo y que vivas en la miseria. A veces no tenía ni para comer, todo era para viajes por todo el mundo y perfeccionar la técnica, me dio fama y dinero y ‘el demonio’ se encargó de cobrármelo todo”.
El deseo de profundizar en sus “poderes” la llevó a cursos más intensos y oscuros, como uno de clarividencia. En uno de esos rituales, experimentó lo que más tarde reconocería como el síndrome de kundalini, un fenómeno físico y espiritual que puede incluir brotes psicóticos, hormigueos, alteraciones sensoriales y estados de trance. “Me contaminé completamente”, afirma. Su vida se convirtió en una cadena de experiencias aterradoras, muchas de ellas en las madrugadas, “a las 3:00 de la noche sentía que algo me atrapaba. Fui a ver miles de brujos y chamanes, pero no encontraba quien me sanara”.
Cuando tocó fondo, irónicamente fue otra bruja la dio un impulso para lo que sería el camino de regreso: le recomendó que fuera a una iglesia y pidiera que le impusieran los evangelios en latín.
Después de años lejos de todo lo católico, Luisa entró en un templo y lo que vivió allí la inspiro su vida para siempre, “Fue algo impactante, no podía parar de llorar y era muy feliz. Vi que la Eucaristía era un milagro y cuando acabó la misa me dio miedo salir de la Iglesia. Aquí está realmente Dios”.
Comienza la lucha
Ese encuentro con el Señor transformó su corazón. Comenzó a ir a misa con frecuencia, aprendió a rezar el rosario y buscó confesarse. Sin embargo, la batalla espiritual no había terminado. “Unos días después volví a sentir hormigueos y cuando dije que pertenecía a la Iglesia, los demonios empezaron a atacar. Me pasaron cosas horribles”, confiesa. Fue entonces cuando se dio cuenta de que salir de la Nueva Era no era tan sencillo, “cuando me confesé, el sacerdote me mandó un rosario que no tenía ni idea de rezar. Desde entonces rezaba siete rosarios diarios, estaba toda la mañana en la iglesia y pasé años con muchos exorcistas, pero poco a poco empecé a tener mi corazón en la Iglesia”.
Su proceso de conversión fue largo y doloroso. Cada paso hacia Dios parecía ir acompañado de ataques del maligno, como si se resistiera a soltarla. Pero Luisa perseveró. “Durante mi conversión comenzaron a sucederme cosas terribles” —afirma—, que más tarde entendió como una forma del demonio para hacerle pensar que no debía seguir por ese camino.
Con el tiempo, Luisa decidió cortar completamente con todo lo relacionado a la Nueva Era. A quienes se plantean hacerlo, les da un consejo claro: “Sacar todo lo de la New Age fuera de casa. Un año después yo lo tiré todo”.
Hoy, Luisa Lomeli dedica su vida a alertar a otros sobre los peligros del ocultismo. Desde su canal de YouTube y en distintas entrevistas, advierte: “No hay como salir. Que nadie se meta en eso”. También acompaña espiritualmente a personas y familias que han estado involucradas en prácticas esotéricas. Su testimonio es un llamado urgente a la vigilancia espiritual, pero también una prueba viva de que “la recompensa de un Dios que no se deja ganar en bendiciones” supera toda oscuridad. Entre esas bendiciones, cuenta con gratitud la conversión de su familia, el fin de los ataques espirituales y un nuevo trabajo en el que puede servir desde la fe.
La historia de Luisa no es solo la de una bruja que encontró a Cristo. Es la historia de un Dios que nunca deja de buscar a sus hijos, incluso cuando ellos creen estar demasiado lejos para volver.
Con información de Religión en Libertad
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