Ante miles de fieles reunidos en el Aula Pablo VI, el Santo Padre continuó el ciclo de catequesis del Año Santo, dedicado al tema “Jesucristo, nuestra esperanza”.
Redacción (27/08/2025 15:31, Gaudium Press) Durante la Audiencia General de este miércoles 27 de agosto, el Papa León XIV continuó el ciclo de catequesis del Año Santo, dedicado al tema “Jesucristo, nuestra esperanza”. Ante miles de fieles reunidos en el Aula Pablo VI, el Santo Padre abordó el episodio cuando Nuestro Señor Jesucristo fue hecho prisionero en el Huerto de los Olivos, al inicio de su Pasión (Jn 18, 4).
Que tengamos la fuerza para perseverar en el amor
San Juan Evangelista no nos presenta a un Jesús asustado y fugitivo, sino a un hombre libre que se deja llevar, revelando que la esperanza cristiana no es evasión, sino determinación. “Esta actitud es fruto de una oración profunda en la que no pedimos a Dios que nos evite el sufrimiento, sino que tengamos la fuerza para perseverar en el amor”, explicó el Pontífice. Cada día de la vida de Nuestro Señor Jesucristo fue una preparación para este momento.
Perder la vida por amor no es un fracaso, sino que posee una misteriosa fecundidad. Como el grano de trigo que, al caer en tierra, muere y se vuelve fecundo. “Ahí reside la verdadera esperanza: no en intentar evitar el dolor, sino en creer que, incluso en el corazón del sufrimiento más injusto, yace la semilla de una nueva vida”. Esto nos sirve de lección a nosotros, quienes, a menudo, al defender nuestros proyectos y nuestras certezas, terminamos solos.
Aprendamos a abandonarnos a la buena voluntad del Padre
León XIV trató también de un episodio del Evangelio de San Marcos que narra la historia de un joven que, cuando Jesús es arrestado, huye desnudo (Mc 14,51). Al final del Evangelio, es precisamente un joven vestido con una túnica blanca quien anuncia la resurrección a las mujeres. Nosotros también, al intentar seguir a Jesús, nos vemos despojados de nuestras certezas y tentados a abandonar el camino del Evangelio, porque el amor parece un camino imposible.
“Queridos hermanos y hermanas, aprendamos también nosotros a abandonarnos a la buena voluntad del Padre, permitiendo que nuestras vidas sean una respuesta al bien que recibimos. La vida no necesita tenerlo todo bajo control. Basta con elegir amar libremente cada día. Esta es la verdadera esperanza: saber que, incluso en la oscuridad de la prueba, el amor de Dios nos sostiene y permite que el fruto de la vida eterna madure en nosotros”, concluyó. (EPC)
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