En la canonización de Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati, León XIV invitó a los fieles a “no desperdiciar la vida, sino a elevarla y convertirla en una obra maestra”.
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Redacción (08/09/2025 09:37, Gaudium Press) Antes del inicio de la Celebración Eucarística — en la cual se canonizó a Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati— el Papa León XIV se presentó sorpresivamente frente a la Basílica de San Pedro para saludar a los fieles que venían de todas partes del mundo: jóvenes y niños, familiares de los dos beatos, delegaciones oficiales, obispos y sacerdotes, religiosos y religiosas, y miembros de la Acción Católica. León XIV explicó que «esta solemne celebración de la canonización» fue «un día de gran celebración para toda Italia, para toda la Iglesia, para el mundo entero».
El Pontífice invitó a los fieles a participar en la celebración litúrgica con oración, con el corazón abierto, deseosos de recibir verdaderamente esta gracia del Señor, y enfatizó: “Todos sentimos en el corazón lo que vivieron Pier Giorgio y Carlo: este amor por Jesucristo, especialmente en la Eucaristía, pero también por los pobres, por nuestros hermanos y hermanas”. Concluyó su breve discurso con una exhortación a la santidad: “Todos estamos llamados a ser santos”.
Rito de Canonización
La canonización de los dos beatos, Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, se llevó a cabo en un ambiente de recogimiento, respetando el rito litúrgico previsto para la ocasión. Tras el canto del Veni Creator al inicio de la Misa, el Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Cardenal Marcello Semeraro, presentó al Papa León XIV la solicitud formal de canonización y leyó una breve reseña biográfica de cada beato. A continuación, se entonaron las letanías de los santos, al final de las cuales el Santo Padre pronunció la fórmula de canonización.
Seguir a Jesús cargando con su cruz
“El mayor riesgo en la vida es desperdiciarla fuera del plan de Dios”, enfatizó el Papa, quien presentó a los dos nuevos santos como jóvenes que buscan la sabiduría de Dios “para conocer sus planes y adherirse fielmente a ellos”.
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A partir de los textos litúrgicos del 23.er Domingo del Tiempo Ordinario, León XIV destacó este plan de Jesús al que debemos adherirnos plenamente: “Quien no carga con su cruz y camina detrás de mí, no puede ser mi discípulo”. Y además: “¡Cualquiera de ustedes, a menos que renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo!”. Este proyecto, dijo, es una invitación a despojarnos “de nosotros mismos, de las cosas e ideas a las que estamos apegados, para escuchar su palabra”.
Un “sí” a Dios siendo jóvenes
Tomando el ejemplo de San Francisco de Asís, el Papa explicó que, “a lo largo de los siglos, muchos jóvenes han tenido que afrontar esta elección decisiva en sus vidas”. Entre ellos hay santos a quienes, a veces, “representamos como grandes figuras, olvidando que todo comenzó para ellos cuando, siendo jóvenes, respondieron ‘sí’ a Dios y se entregaron totalmente a Él, sin guardar nada para sí”. Fue este “sí”, mencionó León XIV, aludiendo a san Agustín, el que “dio una nueva dirección, un nuevo camino, una nueva lógica”, en la que no se perdió nada de su existencia.
Frassati y Acutis: Ambos enamorados de Jesús
El primero es un joven de principios del siglo XX, mientras que el segundo es un adolescente de nuestros tiempos. En sus vida, ambos mostraron que son “apasionados por Jesús y dispuestos a darlo todo por Él”, dijo el Papa, explicando que el primero, Frassati, “encontró al Señor a través de la escuela y los grupos de la iglesia, y lo testimoniaba con su alegría de vivir y ser cristiano en la oración, la amistad y la caridad”. Su vida se convierte en “una luz para la espiritualidad laica” ya que, impulsado por la fuerza del Evangelio, el joven Frassati “se comprometió generosamente con la sociedad, contribuyó a la vida política y se dedicó ardientemente al servicio de los pobres”.
Carlo, por su parte, encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, luego en la escuela y, sobre todo, en los sacramentos. Creció “integrando con naturalidad la oración, el deporte, los estudios y la caridad en su infancia y adolescencia”.
Una vida marcada por el amor a Dios y al prójimo
Los dos santos, dijo el Papa, “cultivaron el amor a Dios y a sus hermanos mediante medios sencillos, accesibles a todos: la Misa diaria, la oración y, especialmente, la Adoración Eucarística”. Para ilustrar su vida de oración constante, León XIV citó algunas palabras de los dos nuevos santos. Para Carlos: “Ante el sol, nos bronceamos. Ante la Eucaristía, ¡nos hacemos santos!”. “La tristeza es mirar hacia dentro, la felicidad es mirar a Dios. La conversión no es más que mirar hacia arriba; basta un simple movimiento de los ojos”. Otro elemento esencial para ellos era la confesión frecuente. Carlo escribió: “Lo único que realmente debemos temer es el pecado”; y se maravillaba de que, como siempre, “los hombres se preocupen tanto por la belleza de su propio cuerpo y tan poco por la de su alma”.
“Ambos tenían una gran devoción a los santos y a la Virgen María, y practicaban la caridad con generosidad”, la cual ejercieron hasta su último aliento, truncado en la flor de la vida. Ambos afrontaron la muerte con gran serenidad. Pier Giorgio dijo que el día de su muerte sería el más hermoso de su vida, mientras que Carlo, aún más joven, “gustaba decir que el Cielo siempre nos esperaba y que amar el mañana significa dar lo mejor de nosotros hoy».
El Papa concluyó su homilía invitando a los fieles, especialmente a los jóvenes, a seguir el ejemplo de los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, quienes no desperdiciaron sus vidas, sino que las encaminaron hacia lo alto, transformándolas en obras maestras. Estos santos, enfatizó, nos animan con sus palabras a poner a Dios en el centro de cada una de nuestras acciones. “Esta es la fórmula sencilla pero victoriosa de su santidad”, indicó el Papa, añadiendo que este testimonio “estamos llamados a seguir, a saborear la vida hasta el final e ir al encuentro del Señor en el banquete del Cielo”.
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