sábado, 13 de septiembre de 2025
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El ayuno dopaminérgico, para recuperar el sano placer de la vida: cuando la ciencia confirma la moral (V)

El ayuno, como digo, no significa que repudies todo lo que te da placer, sino que analices las vías de escape que más te perjudican y te tienen enganchado…”.

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Foto: Rafael Garcin / Unplash

Redacción (13/09/2025 16:52, Gaudium Press) En esta quinta y última entrega sobre el tema neurotransmisores, sociedad del placer inmediato, tecnología y moral, recalquemos en algunas sugerencias prácticas que hacen especialistas, no solo sobre el uso del smartphone y congéneres, sino en prácticas que buscan una desintoxicación personal de ese deseo dopaminérgico de vivir de gratificación inmediata, en gratificación inmediata.

Entretanto, la primera recomendación, de boca de una afamada psiquiatra y que empata con el tema de la nota anterior, es que hagamos las paces con el dolor:

Leer también: El subidón de dopamina del hombre araña y el dolor: cuando la ciencia confirma la moral (IV)

“No quiero terminar el capítulo sin insistirte en que recapacites sobre cómo es tu relación con el dolor, dice Marian Rojas Estapé. Una vida caprichosa donde nos damos cualquier recompensa cuando deseamos, nos convierte en intolerantes a él. Acepta todos los días una pequeña cantidad de malestar: un poco de frío, un poco de calor, un poco de sed, un poco de hambre, un poco de aburrimiento, un poco de ansiedad.

“Aguanta las ganas de comprobar el mail, los WhatsApp, y las notificaciones [del smartphone]. Asume retos que requieran algo de esfuerzo. Evita un analgésico cada vez que el cuerpo se queje. Esos dolores permitidos, insisto, con control, momentos de dificultad, donde te enfrentas a tu batalla con voluntad, tienen recompensa neuro-fisiológica y psicológica.

“El placer que surge de forma natural, equilibrando la cuerda [ndr. Recordemos la balanza del ‘proceso oponente’ placer-dolor que existe en nuestro organismo de la que hablaba Anna Lembke, el cuerpo busca la homeostasis, el equilibrio, si lo inundamos de placer, él responderá con dolor], es muy gratificante y te da herramientas para ser más fuerte cada vez que llegas a una lucha, sea una pequeña escaramuza o la batalla de tu vida. Empieza, poco a poco, analiza situaciones donde te sientas incómodo y no huyas de ellas rápidamente. Recuerda que el dolor es la consecuencia lógica de vivir inundado de placer, pero también el placer puede ser el premio por microdosis aceptadas de dolor”. (1)

Es claro; y a veces la vida nos trae no microdosis, sino macrodosis de sufrimiento o sacrificio. En esos momentos un corazón cristiano no solo buscará la fortaleza que viene de lo alto, sino que sabe que todo lo que pasa a los que quieren amar a Dios tiene un sentido, en los planes insondables de la Providencia Divina.

Entonces, la primera recomendación, venida —¡oh sorpresa!— de la ciencia y no del catecismo, es: no miremos al dolor como nuestro enemigo.

Pero enfocándonos más hacia los aparatitos inteligentes, pero en el fondo teniendo en vista todo ese aluvión de estímulos placenteros de los que vivimos rodeados, miremos lo que recomienda la psiquiatra española, para un cierto ayuno de dopamina:

“El ayuno, como digo, no significa que repudies todo lo que te da placer, sino que analices las vías de escape que más te perjudican y te tienen enganchado, y pueden tener bloqueada tu Corteza Pre-Frontal [ndr. La parte del cerebro que se ha ubicado como sede del control de impulsos, de las funciones ejecutivas, de la planeación, etc.] . Si optas por dejar al cerebro aburrirse, activando su red neuronal por defecto, realizando un détox [desintoxicación] de pantallas o una reducción del azúcar, por ejemplo, estarás fortaleciendo tu sistema de recompensa, regulando la balanza placer-dolor de una forma más efectiva.

“Lo que te propongo es que seas más consciente de tu vida, observes tus conductas adictivas, o potencialmente adictivas —con adictivo me refiero a algún consumo que realices de modo impulsivo, repetitivo, sin pensar, y que notes que te distancia de los tuyos y te altera tu cuerda placer-dolor— y donde te reparas. Ten en cuenta no solo las actividades a las que quieres renunciar o reducir su práctica, también los factores de estrés y las barreras a las que te vas a enfrentar cuando decidas huir o evitar esa conducta. Esas barreras son las pequeñas o grandes tentaciones que te dificultad decir que no a la gratificación dopaminérgica —notificaciones en el móvil, anuncios sobre las rebajas o la nueva temporada, la tentación del scroll infinito [al ver videos de internetuno tras otro], el FOMO [ndr. Fear Of Missing Out, el miedo a perderse algo, que a muchos llevar a querer estar atentos y ansiosos a todas las noticias, a todas las novedades], cómo gestionar la soledad de un viernes noche, la aplicación de comida a domicilio recomendando platos con descuento, etc. Te dejo unas ideas desintoxicantes:

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Foto: Ashkan Forouzani / Unplash

“—Quita las notificaciones. Esto no es solo durante una época, sino para siempre. Tú dominas el dispositivo, no él a ti.

“—Una vez al año, corta con internet. Hazlo un fin de semana o los días que puedas permitírtelo.

“—Pasa un día sin mirar el teléfno. Hazlo una vez al mes o al menos una cada trimestre.

“—Pon un temporizador [horario] en las aplicaciones que más te cueste controlar e intenta cumplirlo. (…)

“—Si tu vía de escape es la comida rápida a domicilio, elimina la aplicación y durante unos días (…) evítalo y trata de comer más saludable. Cuando notes que llega el impulso por descargarte, repítete: ‘Esta renuncia ahora mismo tiene un sentido, estoy recableando mi cuerda placer-dolor, mejorando mi sistema de recompensa’ y, ¡valga la redundancia!, estos esfuerzos tienen su recompensa a medio y largo plazo. A diferencia de la dopamina, que la tiene en el mismo instante”. (2)

Recomendaciones similares da sobre otras aplicaciones de internet en las que la persona esté ‘adicta’, sobre el consumo de productos con demasiada azúcar, consumo de alcohol y dieta en general, etc.

Es comprensible —particularmente a quienes están (estamos) enviciados en la “dopamina rápida”—, que después de leer el anterior recetario o tengamos la impresión de que se nos quiere llevar a la Isla de las Torturas, o simplemente nos entre el desánimo al considerar que la debilidad de nuestra voluntad terminará no siguiendo ningún consejo.

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Sin embargo, es siempre bueno tener presente que el ayuno dopaminérgico propuesto no es la renuncia a todo y cualquier deleite, sino que es la vía para recuperar el buen placer de las cosas simples de la vida, como contemplar un pajarillo, un hijo que crece, un atardecer bonito, una construcción bella, un gesto de alguien que nos llamó particularmente la atención, en fin la contemplación de Dios en el Orden del Universo. Es también la forma de facilitar las grandes alegrías que se tienen cuando se alcanzan metas perseguidas con gran esfuerzo.

Y en cuanto a la debilidad de nuestra voluntad, pues justamente ese reconocimiento nos debe mover a lo más importante: a reconocer nuestra dependencia del Creador, a quien todo debemos, y a pedir la fuerza necesaria para seguir adelante en el camino de la vida, según sus designios.

Al final, lo hemos estado viendo, el cuerpo reclama la templanza, pide por la moral; pero nos dice la doctrina de la Iglesia que es imposible practicar los mandamientos de forma estable sin el auxilio de Dios. Pues justamente, Dios prometió ese auxilio a quien se lo implora.

No estamos solos. Recurramos al auxilio de Dios y de su Madre Santísima.

Por Saúl Castiblanco

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(1) Rojas Estapé, Marian. Recupera tu mente, reconquista tu vida. Editorial Planeta Colombiana. Bogotá. 2024. p. 353-354.

(2) Ibídem, pp. 343-344.

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