La imagen que va emergiendo de León XIV no es la de un Papa que toma decisiones impulsivas ni grandes gestos, sino la de un Papa reflexivo que sopesa cada decisión con calma.
El Papa con obispos bolivianos – Foto: Vatican News
Redacción (22/09/2025 08:42, Gaudium Press) “León XIV, un paso a la vez” (Leo XIV, one step at time), es el título de la nota publicada por Andrea Gagliarducci en Monday Vatican.
A continuación ofrecemos la versión en español de ese escrito:
León XIV, un paso a la vez
La imagen que va emergiendo de León XIV no es la de un Papa que toma decisiones impulsivas ni grandes gestos, sino la de un Papa reflexivo que sopesa cada decisión con calma.
Con el nombramiento de Monseñor Miroslaw Wachowski como nuncio en Irak, por ejemplo, León XIV podría haber sentado las bases de lo que promete ser un cambio significativo, que no se producirá de repente, sino con el paso de los años.
Tras doce años con el Papa Francisco, nos habíamos acostumbrado a la impetuosidad y a los grandes gestos, frecuentemente dramáticos, y hemos llegado a esperar o incluso desear algo similar. Para los periodistas, estos [gestos] son un excelente recurso informativo. Para la Iglesia, son la excepción más que la regla del gobierno papal.
¿Por qué es tan significativo, entonces, el nombramiento de Wachowski?
Wachowski había sido subsecretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados desde 2019. Un viceministro de Asuntos Exteriores muy valorado, encabezó la delegación vaticana en las negociaciones con China y Vietnam en los últimos años. Su promoción a nuncio, especialmente en un lugar clave como Irak, no es inesperada. Si Francisco aún fuera Papa, habría sido un ascenso esperado y no habría despertado ningún interés.
Sin embargo, estamos en la era de León XIV. Wachowski es el primer nombre importante en la Secretaría de Estado en ser reasignado. Por lo tanto, un nombramiento que de otro modo pasaría desapercibido se convierte en noticia, aunque solo sea porque la elección del sucesor por parte de León XIV también podría enviar una señal clara a la Secretaría de Estado, marcar una dirección y establecer una línea de gobierno.
En pocas palabras, el nombramiento es significativo tanto por la vacante que deja en la Secretaría de Estado como por la que ocupa en la nunciatura en Irak.
Sin embargo, el Papa tardará al menos un mes en nombrar a un nuevo viceministro de Asuntos Exteriores. Mientras Wachowski esté en el cargo, el nombramiento no se llevará a cabo. Y lo mismo ocurrirá con muchos otros nombramientos que León XIV debe considerar.
Michael Czerny, Arthur Roche, Kurt Koch, Marcello Semeraro y Kevin Farrell se jubilarán al alcanzar la edad de jubilación (todos tienen entre 76 y 79 años). El Papa también deberá nombrar a un sucesor suyo como prefecto del Dicasterio para los Obispos. En resumen, hay seis puestos clave en la Curia que cubrir.
León XIV se tomará su tiempo para decidir. Esto no significa que todos los órganos de gobierno vayan a cambiar al mismo tiempo. Muchos hablan con insistencia de la remoción del Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin. Sin embargo, dicha remoción no parece lógica, considerando la reconocida y respetada reputación diplomática de Parolin.
Muchos desearían las cabezas de los cardenales que defienden la sinodalidad, empezando por Mario Grech y Víctor Manuel Fernández. Pero ¿por qué León XIV cortaría cabezas indiscriminadamente? Al final, ningún cardenal puede tomar decisiones importantes sin el consentimiento del Papa.
Todo indica que el pontificado de León XIV absorberá la mayoría de las situaciones que surgieron durante el pontificado del Papa Francisco.
Esto también se evidencia en la única y larga entrevista concedida por el Papa hasta la fecha, para el libro León XIV: Ciudadano del Mundo, Misionero del Siglo XXI.
En la entrevista, el abordaje cauteloso de León XIV ante muchos temas es evidente. No niega la acogida de las personas homosexuales, pero al mismo tiempo afirma que la doctrina de la Iglesia no cambiará. No niega que las mujeres ocupen puestos de liderazgo en el Vaticano, pero efectivamente descarta cualquier impulso a favor de las diaconisas, enfatizando que el diaconado aún necesita una comprensión genuina. No niega la política del Papa Francisco sobre China, pero deja claro que podría cambiarla y enfatiza que también está en contacto con las comunidades chinas clandestinas.
Pero hay un pasaje aún más esclarecedor, relacionado con la Misa según el Ordo Antiguo. En definitiva, León XIV reconoce la polarización ideológica, pero cree que eventualmente tendrán que sentarse a debatir el tema. Esto indica que el Papa quiere dejar atrás no solo las divisiones que caracterizaron el pontificado del Papa Francisco, quien despectivamente llamó “reincidentes” (indietristi en italiano) a quienes preferían la Misa tradicional, sino también la falta de comunión que caracterizó el período posterior al Concilio Vaticano II.
Si la comunión es el objetivo principal de León XIV, entonces no tiene sentido que el Papa se involucre en un laborioso sistema de expolio [ndr. obtención de botín] que solo aumentaría las divisiones y la controversia. Esto, en última instancia, es precisamente lo que León XIV no quiere.
Los hechos podrían eventualmente desmentir estas predicciones. Y, sin embargo, la imagen del Papa actual apunta decisivamente hacia la absorción. Los jefes de dicasterios que parten serán absorbidos, con un suave relevo generacional que también tendrá en cuenta las diferentes facciones. La cuestión de la misa tradicional se resolverá. Gran parte del debate posconciliar, que solo ha servido para polarizar a la Iglesia, se resolverá. La mayoría, si no todos [estos asuntos], se resolverán precisamente por absorción, en lugar de por confrontación o conflicto.
Lo más difícil de absorver es el problema legal creado por el enfoque artificial del Papa Francisco en materia de justicia, tanto eclesiástica como civil, ejemplificado en el ámbito civil por el juicio sobre la gestión de los fondos de la Secretaría de Estado, cuya fase de apelación comienza en serio esta semana. Es un asunto difícil de asimilar, porque el Papa se encuentra él mismo teniendo que desentrañar una maraña de medidas extraordinarias y de otro tipo que no solo han complicado las cosas, sino que también han hecho vulnerable el sistema de la Santa Sede.
Con la sentencia apelada, muchas de las reconstrucciones del Promotor de Justicia deberán probarse; los perfiles de culpabilidad no están claramente definidos. Mientras tanto, la violación del derecho canónico permanece en las cuatro rescriptas que el Papa Francisco redactó durante la investigación, modificando las reglas del juicio sobre la marcha.
En ese caso, León XIV será llamado a intervenir. No podrá ni querrá renegar de su predecesor, y es improbable que se acepte el indulto al acusado; este desea ser absuelto, no indultado. Pero León XIV aún tendrá que encontrar la manera de restaurar el sistema de justicia vaticano, que ha experimentado tres reformas judiciales en los últimos seis años.
La “vaticanización” de la Santa Sede, el momento en que el Estado Vaticano se impuso a los organismos curiales, es hoy el tema central, el principal nudo a desentrañar. León XIV, sin embargo, tendrá que hacerlo creando un equipo de colaboradores directos. De momento, ese equipo no existe.
Un Papa criado en una comunidad de frailes, acostumbrado a discutir asuntos con ellos, ahora está llamado a tomar decisiones en solitario. Por esa razón, también parecía probable que trajera una comunidad de frailes al Palacio Apostólico. Aun así, la decisión final recae en él.
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