Mañana sábado 27 de septiembre será la Coronación Canónica de la imagen que, desde 1703, dio inicio a la devoción a María como Divina Pastora en todo el mundo y ha enriquecido el tesoro mariano de la Iglesia.
Divina Pastora – Foto: Vatican News
Redacción (26/09/2025 14:17, Gaudium Press) La Coronación Canónica de la imagen que dio inicio a la devoción a María como Divina Pastora en todo el mundo – la Divina Pastora de Santa Marina – tendrá lugar mañana 27 de septiembre en la Plaza el Triunfo de Sevilla, España, reconociendo una trayectoria devocional que, desde 1703, ha acumulado sobre sí hechos litúrgicos, doctrinales y sociales de gran relevancia.
La Coronación Canónica de una imagen mariana constituye un reconocimiento eclesial que atestigua la pervivencia de una devoción profundamente arraigada en la comunidad cristiana.
El origen de la devoción a la Divina Pastora
La imagen de la Divina Pastora de nuestras Almas (1705), que será coronada por el Arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, es titular de la Primitiva y Real Hermandad de Santa Marina, corporación que también da culto a la primera pintura existente en el orbe católico, mandada a realizar por el mismísimo Fray Isidoro de Sevilla, creador de la devoción.
La Hermandad es reconocida a nivel mundial por ser la cuna documentada de la devoción pastoreña, además por haber llevado a cabo dos de los actos de iniciativa doctrinal de mayor alcance mundial celebrados en Sevilla: el primer voto mundial del mundo en defensa de la Asunción de la Virgen, en 1903, y el voto de su Realeza Universal, antes que ninguna otra entidad, en noviembre de 1950.
Presentación de la primera representación pictórica
Esta Primitiva Hermandad de Sevilla, que constituye el origen de todas las hermandades pastoreñas que surgen en el mundo tras 1703, fue fundada el 23 de septiembre del mencionado año, solo 15 días después de que Fray Isidoro presentara en la Alameda de Hércules el mencionado “Cuadro primitivo”, primera representación pictórica de la Divina Pastora documentada de manera universal.
Este lienzo representa a María sentada bajo un granado —símbolo de la Iglesia—, vestida de Inmaculada y acariciando un cordero, rodeada de elementos catequéticos como el Arcángel San Miguel defendiendo a la oveja perdida del demonio, mientras los ángeles la coronan, como Emperatriz de cielos y tierra.
Aquel rosario público al que nos referimos, celebrado el 8 de septiembre de 1703, dio inicio al culto y abrió la senda de la propagación universal de la advocación.
Cabe destacar que rápida fue la aceptación de la sociedad a esta naciente devoción, y mientras la orden capuchina, desde su convento hispalense debatía y no aceptaba a la misma (más arduamente a partir de 1718 con la prohibición del culto de los iconos de la Divina Pastora en sus conventos), encontramos cómo, en contraposición a todo ello, y desde el mismo año de 1704, los marqueses de la Motilla cedían lugar para la construcción de capilla y camarín, en la parroquia de Santa Marina, para la primera imagen de bulto redondo de la Divina Pastora, que en 1705 había sido bendecida.
Santa Marina, cuna de la devoción
Ya en Santa Marina, parroquia que actuaba como real cuna de la devoción, se levantó un espléndido retablo, testimonio del esplendor inicial de la devoción y de la inversión material y espiritual de la nobleza y el pueblo llano en el culto.
Rápidamente, esta matriz Hermandad gozó de gran respaldo y protección de la sociedad nobiliaria y Real, y en 1733, Felipe V otorgó Real Cédula con renta anual para el novenario, comenzando años de gran esplendor que llevaron a numerosos hitos, como el regalo del duque de Osuna de un simpecado (N.R.: bandera o insignia que en las procesiones andaluzas marcha delante de las cofradías de la Virgen, y que ostenta el lema sine labe concepta) a la Divina Pastora en nombre del monarca, o la entrega a la Virgen de los famosos pendientes “de la Farnesio”. Estos, según la historia, fue la propia Isabel de Farnesio (N.R.: Reina consorte de España, esposa del Rey Felipe V) quien los donó a una imagen, ante la que, un siglo después, se postraría el mismísimo Fernando VII.
Gracias al empuje de la Hermandad y de su fundador, la aceptación de los capuchinos décadas más tarde, y el empuje de grandes predicadores como el Beato Diego José de Cádiz (quien consiguiera la aprobación definitiva del Oficio y Fiesta de la Madre del Buen Pastor por Pío VII en 1795), la devoción a la Divina Pastora se vio extendida a multitud de puntos de toda España, y tierras de Italia, Venezuela, o Filipinas, donde aún hoy pervive con fuerza.
Difusión de la Devoción a la Divina Pastora
El siglo XVIII también fue el de la creación de la Solemne Novena y, por ende, del “Altar del Monte”, popularmente conocido como el “Risco”: un original monte decorado con corderos, ángeles, casas, flores o pastores, y que constituye una verdadera catequesis plástica para la calle, ejemplo paradigmático de religiosidad barroca y de la pedagogía visual de la Iglesia del siglo XVIII, y que aún, en la actualidad, cada año se alza para su devoto novenario, suponiendo toda una magistral formación eclesiástica para aquel que lo vislumbra.
Tras el esplendor y el afianzamiento de la devoción que trajo el siglo XIX, durante el complicado XX la Hermandad mantuvo siempre el culto pese a la desamortización y las crisis económicas y sociales.
Estos tiempos difíciles, que incluso llevaron a la pérdida de su Capilla de la Iglesia de Santa Marina y, por ende, a la salida de la Santísima Virgen de la misma, dieron inicio a un largo peregrinar de la misma por templos sevillanos.
Pese a ello, el siglo XX también trajo momentos para la historia de la Hermandad a nivel mundial, como anteriormente fue narrado, pues el 6 de septiembre de 1903, la corporación realizó el primer voto en defensa del misterio de la Asunción de María, siendo así pionera a nivel mundial.
Esto se repitió en 1950, cuando coincidiendo con la definición dogmática de la Asunción por Pío XII, la Hermandad realizó, a propuesta del consultor canónico José Sebastián y Bandarán, y de nuevo con primacía universal, voto en defensa de la Realeza de María, en ceremonia celebrada en la sevillana Iglesia de San Martín.
Con la instauración en 1992 de la Divina Pastora y su Hermandad de manera definitiva en la Capilla de la calle Amparo, comenzaron, nuevamente, años de gran esplendor para la historia de la corporación: se celebró en 2003 el tercer centenario de la devoción mundial a la Divina Pastora; se realizaron peregrinaciones internacionales a Barquisimeto en 2006 y se acogió al pueblo venezolano en Sevilla un año después; la Hermandad recibió la Medalla de Oro de la ciudad de Sevilla en 2020, en reconocimiento a su valor religioso, cultural y social, siendo la primera corporación pastoreña de la capital de Andalucía en obtenerla como concesión directa del Ayuntamiento-pleno; y en 2021, protagonizó la primera salida procesional, en la tan cofrade ciudad, tras la pandemia del Covid-19.
Arraigo popular de fe en la Virgen María
Con todo ello, la Coronación Canónica de la Divina Pastora, por el pueblo de manera popular conocida como “la de Santa Marina”, o incluso “la Pastora de España” o “La sevillana”, como es llamada por el pueblo de Barquisimeto (Venezuela), se sustenta en su antigüedad y continuidad por la presencia cultual ininterrumpida desde 1703; por ser la propulsora de iniciativas doctrinales de alcance mundial como los votos pioneros de la Asunción y de su Realeza; su arraigo popular y respaldo; tantas citas históricas vividas; o la dimensión pastoral y caritativa de su bendito nombre.
En consecuencia, la Coronación Canónica, mañana sábado 27 de septiembre, no será un acto puntual, sino la confirmación pública de una devoción histórica, pedagógica y doctrinal, que ha enriquecido el tesoro mariano de la Iglesia, desde Sevilla, al ámbito cofrade y católico universal.
Ahora, con este acto de justicia, quedarán por siempre ceñidas de amor las sienes de la primitiva Pastora del mundo, que será la sexta imagen pastoreña que en el orbe católico reciba esta gracia, por más de un siglo solicitada y esperada, tras Barquisimeto (1956), Gapán (Filipinas, 1964), San Fernando y Padres Capuchinos de Sevilla (2004) y Málaga (2024).
Y los hitos históricos, doctrinales y devocionales de la Hermandad, documentados todos cuidadosamente en sus archivos, legitiman plenamente esta Coronación Canónica: la Divina Pastora de Sevilla no es sólo un icono de piedad popular, sino también un instrumento de catequesis, innovación litúrgica y liderazgo doctrinal, que ha marcado, para siempre, la historia mariana de Andalucía y de España.
(Con información de Vatican News, en artículo bajo la colaboración de Ismael Ruiz Pérez, encargado de la Oficina de Comunicación de la Hermandad de la Divina Pastora de Santa Marina de Sevilla, España).
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