domingo, 05 de octubre de 2025
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“Rezad el Rosario todos los días, para alcanzar la paz en el mundo”

En el dramático escenario actual de una tercera guerra mundial por partes, me dirijo a los grandes del mundo, repitiendo el llamamiento siempre actual: ¡Nunca más la guerra!”

(León XIV)

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Redacción (05/10/2025 10:10, Gaudium Press) Guerra y paz, palabras de hechos reales y deseos ardientes de tantos corazones, que resuenan a los oídos de todos los hombres y mujeres del mundo a través de los siglos. Destacadamente en el siglo pasado que, sufriera las dos guerras mundiales, con millones de millones de muertos y, en los días de hoy, con el riesgo del inicio de una Tercera Guerra Mundial.

“Rezar el rosario todos los días”, le decía la Virgen María, en Fátima, en 1917 a los tres pastorcitos, “para alcanzar la paz en el mundo”, que se encontraba en medio de la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918).

El Rosario, San Luis María G. de Montfort lo considera una devoción característica de los predestinados, distintivo de muchas órdenes religiosas y objeto de piedad de todo verdadero católico.

Tiempo hubo en que todo católico llevaba consigo el rosario el día entero, como si fuese una cadena de ligación con Nuestra Señora, que ahuyenta al demonio y atrae la gracia de Nuestra Señora. Pasó a ser un elemento de lucha permanente contra el demonio. Ahí se comprende porqué el Rosario es la devoción más combatida, silenciada y olvidada; porque el demonio siente y sabe que, por medio del Rosario, la Virgen dispensa muchas gracias.

Ya el Papa, San Juan Pablo II, comentaba en su encíclica Rosarium Virginis Mariae (16-10-2002) que las circunstancias históricas ayudan a dar nuevo impulso a la propagación del rezo del Santo Rosario, “ante todo, la urgencia de implorar de Dios el don de la paz”, pues “no se puede, recitar el Rosario sin sentirse implicados en un compromiso concreto de servir a la paz”.

A través del rezo del Rosario se contemplan los misterios de la vida pública de Cristo, desde el Bautismo a la Pasión, de tal manera que puede decirse que, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración Cristocéntrica, que, en la sobriedad de sus partes concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, pudiéndose afirmar que es plenamente un “compendio del Evangelio”, encontrando en él los más preciosos tesoros teológicos que lo hacen una obra prima de espiritualidad y de la Doctrina Católica.

Pronunciando las oraciones vocalmente, y al mismo tiempo, meditamos al respecto de los Misterios de la vida de Nuestra Señora, de Nuestro Señor Jesucristo. Especial conjunción que, mientras los labios pronuncian una súplica, el espíritu se concentra en un punto del misterio recorrido. Ligación con Dios durante esta oración, por medio de la Medianera de todas las Gracias, la Virgen Santísima.

Así era antiguamente, y aún continúa, la tradición de sepultar los muertos llevando en sus manos un pequeño Crucifijo y entrelazado a ellas un Rosario, elemento inseparable de la verdadera piedad cristiana.

Solo una intervención de lo Alto

En los comienzos del tercer Mileno, que estamos viviendo (2002), San Juan Pablo II pensaba que “sólo una intervención de lo Alto -sería- capaz de orientar los corazones de quienes viven situaciones conflictivas y de quienes dirigen los destinos de las Naciones”.

Si nos colocamos en los días que vivimos, llenos de variadas guerras, algunas de violencia inimaginable, que conforman una como que tercera guerra mundial, o nos aproximan al terrible riesgo de una guerra termonuclear.

Era la insistencia, en ese momento, y lo es en el actual de parte del Santo Padre León XIV, del rezo del Rosario, pues “es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz, por el hecho mismo de que contempla a Cristo, Príncipe de la paz”, en su carácter meditativo ejerce sobre el orante una acción pacificadora, que “lo dispone a difundir a su alrededor, paz verdadera, que es un don especial del Resucitado (Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae). Oración antigua y siempre nueva, contemplativa y cristocéntrica, apreciada por los santos y fomentada por el Magisterio de la Iglesia. Con su sencillez y profundidad, en dos mil años, no ha perdido la novedad de sus orígenes.

¿Por qué es tan necesario el rezo del Rosario en los días de hoy?

Este fue el motivo por el cual, el Papa León XIV anunció – al finalizar la audiencia del miércoles 24 de septiembre – una iniciativa de oración para el mes de octubre, dedicado al Santo Rosario, exhortando a los fieles a rezarlo por la paz; al mismo tiempo haciendo la invitación a participar en el rezo del Rosario en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el 11 de octubre a las 6 pm. Especial convocatoria: rezar por la paz en un contexto marcado por la guerra.

Estas fueron sus palabras: “Queridos hermanos y hermanas, el mes de octubre, que ya se acerca, está especialmente dedicado al Santo Rosario, y por eso invito a todos, cada día del próximo mes, a rezar el Rosario por la paz, personalmente, en familia y en comunidad”.

En León XIV, el don de la paz marca su magisterio, recién elegido Papa lo repitió hasta diez veces en su primera bendición Urbi et Orbi, de las que resaltamos: “Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante” (8-5-2025).

No podemos desconsiderar el drama que se cierne sobre el mundo, “la gran tragedia de la Segunda Guerra Mundial terminó hace 80 años, el 8 de mayo, después de haber causado 60 millones de víctimas. En el dramático escenario actual de una tercera guerra mundial por partes, me dirijo a los grandes del mundo, repitiendo el llamamiento siempre actual: ¡Nunca más la guerra!”.

Resaltando a seguir: “¡Cuántos otros conflictos hay en el mundo! Encomiendo a la Reina de la paz este sentido llamamiento para que sea Ella quien se lo presente al Señor Jesús para obtener el milagro de la paz”. (11-5-2025).

El Santo Padre, saludando a fieles de habla portuguesa, les decía: “Queridos hermanos y hermanas, en nuestro tiempo, entre los escombros del odio que mata, seamos portadores del amor de Jesús que ilumina y eleva a la humanidad. ¡Que Dios los bendiga!”

(Publicado originalmente en La Prensa Gráfica de El Salvador, 5 de octubre de 2025)

Por el P. Fernando Gioia, EP

www.reflexionando.org

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